VALÈNCIA. Dicen aquello de que una imagen vale más que mil palabras. También que la obra habla por si sola. Pero lo cierto es que una pieza sin contexto está, sencillamente, incompleta. Precisamente sobre generar, ampliar y descubrir contextos va la misión en la que desde hace unos dos años se ha embarcado el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). Y hablamos de misión porque no se trata de la organización de una nueva exposición, o al menos no en su totalidad, sino de una tarea mayor que pasa por una investigación exhaustiva de los fondos que suma la institución en torno al valenciano Gabriel Cualladó, una figura clave en la renovación fotográfica española en la segunda mitad del siglo XX. Fotografías, recortes de prensa, postales o cartas personales dan forma a un conjunto de materiales que nos permiten ir más allá, adentrarnos en el contexto y la psique de un artista clave y sobre el que, sin embargo, quedaba mucho por descubrir.
“Tengo la sensación de que se han visto las fotografías de Cualladó, pero se ha repetido mucho, no ha habido un más allá ni se ha estudiado a fondo lo que escribía o pensaba. Era una figura esencial en el mundo de la fotografía y había que ponerla en el lugar necesario”, explica Sandra Moros, conservadora del IVAM y encargada de liderar la investigación. En este sentido, cabe destacar que el material sobre el que se ha trabajado proviene de varios pilares que, unidos, dan forma a ese complejo y completo universo de Cualladó. Por un lado, el conjunto de obras que ha ido adquiriendo el museo durante años y que suma cerca de medio millar de fotografías, así como una serie de polaroids formada por más de 600 piezas y unas diapositivas realizadas por el fotógrafo hacia el final de su carrera que muestran su experimentación con el color, algo único en su obra.
A estos materiales se suman otros dos elementos clave: su archivo personal y la biblioteca. El primero fue donado en 2023 por los herederos de Cualladó al museo, un archivo formado por material diverso, como tarjetas de exposiciones, cartas o listados de obra. Entre estos ítems se incluye desde una postal con la fotografía de Walker Evans ‘Main Street’, el flyer de la exposición de Robert Doisneau en la Sala d’Exposicions de la Caixa de Pensiones o el contrato para un reportaje del Museo del Prado para el libro ‘Palabra e imagen’. Destaca, además, la correspondencia con distintos fotógrafos como Jorge Rueda, Bernard Plossu, Sebastiao Salgado y Humberto Ribas, cartas que nos acercan a la intimidad del artista.
"Una cosa muy curiosa del archivo es que él se guardaba una copia de las cartas que enviaba, donde podemos leer sus opiniones sobre su propia carrera, qué le interesaba y qué no. Es una manera de ir conectando el archivo con la obra", revela Moros. "Ha sido como conocer a una persona distinta, pasar de conocer el artista a la persona. Entras en su intimidad, porque algunas cartas son con amigos, entonces cambia la perspectiva. Pero, con respecto a su obra, lo que te ayuda es a reforzar ciertas ideas que ves en las imágenes y a ampliar la mirada de Cualladó. Es mucho más que un fotógrafo”. Entre estas cartas, por cierto, una remitida a Maruja Torres en la que relata su trayectoria, poniendo el acento en su falta de formación, pues fue de bien joven cuando se trasladó a Madrid para trabajar en la empresa de transportes de su tío. "Realmente te das cuenta como se sentía como un amateur, le costó mucho salir de ahí".
Por lo que respecta a la biblioteca fotográfica, que adquirió el IVAM, está compuesta por unos 1.500 elementos entre los que se encuentran revistas especializadas en fotografía, libros y catálogos de exposiciones, algunos de ellos con anotaciones del propio Cualladó, así como primeras ediciones de “gran valor artístico”, como Man Ray: Photographies 1920-1934 o Henri Cartier Bresson: Images a sauvette. "Toda su historia y toda la documentación del archivo y su trabajo se convierten en un reflejo de la historia y evolución de la fotografía". Y es que, estos objetos hablan de la escena artística de la época, de la obra del propio Cualladó así como de sus influencias, algunas de ellas, quizá, sorprendentes, sumando revistas como Harper’s Bazaar o Vogue. “Aunque nos puede chocar un poco, esos fotógrafos de moda, como Avedon, le ayudan a construir su imagen, pero también otros como Robert Frank. Una mezcla de distintos tipos de fotografía le ayudan a construir sus imágenes”.
Tanto el archivo como la biblioteca, junto con el material que ya formaba parte de la Colección del IVAM, han engrosado unos ‘Fondos Gabriel Cualladó’ sobre los que en los últimos meses se ha llevado a cabo una intensa investigación que ha ordenado y puesto en valor un material que nos ayuda a comprender a aquel artista que realizó sus primeras fotografías tras el nacimiento de su hijo, con una cámara Capta, y acabó siendo el receptor del primer Premio Nacional de Fotografía otorgado por el Ministerio de Cultura. Entre las cuestiones a destacar de este proceso, el descubrimiento de numerosos duplicados, con ligeras diferencias, piezas que han sido usadas en diversos proyectos a lo largo del tiempo –a veces con distinto título- y que, por tanto, adquieren relevancia de manera individual.
Esa mirada humanista de Cualladó, ese universo propio que creó a través de centenares de fotografías, ahora se completa con un estudio minucioso de su archivo, una investigación que se traducirá en una exposición, comisariada por la propia Sandra Moros, que abrirá sus puertas el próximo mes de noviembre en el IVAM. Con este proyecto se pretende realizar un acercamiento único a la vida y trayectoria del fotógrafo, pero no solo, también tejer parte de la historia de la fotografía en España, desde el asociacionismo de carácter amateur hasta el reconocimiento de la fotografía como género artístico, un recorrido que permitirá establecer un diálogo entre su trabajo y obra de autores como Diane Arbus, August Sander o Dorothea Lange y que nos permitirá descubrir al Cualladó más íntimo.
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