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el tintero / OPINIÓN

El debate y mi valoración de los candidatos

Los debates son un clásico en las campañas electorales y esta ocasión pese a que solemos repetir aquello de que nos aburre la política y que todos dicen lo mismo, las audiencias demuestran que sí nos interesa, cerca de 9 millones de espectadores tuvo pese a las horas de emisión

6/11/2019 - 

Este debate tenía algunas características que lo podían hacer atractivo, vaya, aquello de crear cierto morbo entre la audiencia, y que principalmente era la presencia de la última fuerza política nacional en incorporarse al arco parlamentario, Vox y la crisis catalana de las últimas semanas que justamente ayer vivió otro episodio con ocasión de la visita del Rey Felipe VI y la Princesa de Asturias a Barcelona, con motivo de los Premios Fundación Princesa de Gerona. Ambos hechos tuvieron especial protagonismo en el debate y marcaron la pauta de casi todos los bloques, especialmente el problema catalán. 

Les haré una confesión, entre que el debate fue largo y acabó algo tarde, muchos desistieron de seguirlo íntegramente, pero en esta ocasión lo vi entero y sin el teléfono móvil a mi alcance, algo que no está mal, pero hace más pesado seguir el debate, especialmente en las largas pausas publicitarias. Era consciente de la cantidad de comentarios y memes que se estarían enviando y así lo constaté cuando cogí el móvil al finalizar el debate. El ingenio y la creatividad, santo y seña del pueblo español, generan unas dosis de humor que hacen más digerible la política, aunque también nos hacen olvidar que esos hombres tienen un gran poder sobre las cosas que nos afectan en nuestro día a día. Hablemos de ellos. 

Pablo Casado

Empezamos en el sentido de las agujas del reloj, el presidente del PP que luce barba y un aspecto formal impecable, se nota que lleva años en política, que ha trabajado en un gabinete donde se preparan datos y discursos y de ahí que pueda recopilar mucha información sin leerla y en poco tiempo, el problema es que el exceso de datos abruma al resto de debatientes y sobre todo al espectador. En muchos momentos, pecó de impulsivo y para defender su postura o acusar al adversario, sobre todo con Sánchez, cortaba y contestaba, de hecho, lo recuerdo como el que más interrumpió mientras otros hablaban seguido del candidato de Ciudadanos. Estuvo bien, pero la historia de un partido que ha gobernado tantos años, tanto en asuntos de corrupción como en los pactos y cesiones con los nacionalistas, son manchas que de cara a su electorado no pudo defender. El arma clave, la capacidad de recuperar la economía y crear puestos de trabajo cuando gobierna el PP. Le pondría un 7. 

Pedro Sánchez

El presidente del gobierno en funciones me llamó la atención por dos motivos: el gesto entre cansado, desencajado y desmejorado; algo habitual en los líderes jóvenes que además se ven sometidos a una tensión en su mandato, recordemos el Obama inicial que en pocos años tenía el pelo casi blanco. Y lo que a cualquier espectador seguro le sorprendió, no dejaba de mirar hacia abajo, de mover papeles y de anotar y marcar, como si fuera un solicitador de pedidos a domicilio. Eso demostraba que no se atrevía a mirar a sus oponentes ni cuando le mencionaban y se dirigían claramente a él. Es un detalle demasiado feo, una mezcla de cobardía y desprecio que justamente él que quiere ofrecer la imagen de centrado y que busca erigirse como la única alternativa posible para gobernar, debería haber evitado, escuchando y mirando a todos. Las propuestas estuvieron a caballo entre un PSOE nacional y razonable, especialmente con el respeto a la ley y las propuestas de endurecer el CP en relación al conflicto catalán, y por otro lado las del PSOE flower power que no para de repetir que los ciudadanos no concilian el sueño pensando en la “emergencia climática”. Un 5 pero para que no vuelva en septiembre o en noviembre. 

Santiago Abascal

El novato, su primera vez y además el más bregado en mítines, pero no en debates, el que menos experiencia de gestión tiene y quien más sorprendió a la audiencia, prueba de ello que la mayoría de votaciones de los periódicos le daban como claro ganador y que en la encuesta que hizo La Sexta durante el debate con resultados inmediatos, fuera el segundo que más voto nuevo arrastró por detrás de Sánchez. Estuvo muy tranquilo, a veces ausente hasta que los presentadores le cedían la palabra, lo cual le beneficiaba, pero tampoco rehuyó los temas más polémicos incluso los sacó a debate como la memoria histórica. Pese a su gesto duro, esgrimió una sonrisa bastante natural en muchos momentos, se le vio cómodo y no renunció al ideario de Vox. Creo que merece un 8. 

Pablo Iglesias

La vestimenta habitual en él y aunque estemos acostumbrados, creo que no le ayuda nada, especialmente la corbata mal puesta y la ropa de tallas superiores. En cualquier caso y como sería muy fácil analizar su (mala) imagen en un debate de esta envergadura, diré que estuvo excesivamente didáctico, como lo que es y lo que le gusta ser: un profesor y un comunicador. Es obvio que Iglesias tiene cultura y sabe de política, pero las ganas de ser siempre el pacificador con ese tono tan omnicomprensivo a la vez que arrogante, a mi sinceramente me resultó cargante. Me causó algo de vergüenza ajena, las veces que le pidió claramente a Sánchez que sean amigos, que pacten, que se unan frente “a las derechas” y el socialista sin mirar, negaba con la cabeza. Yo veo a Iglesias en su programa de televisión y pienso, para qué meterse en política. Pero quizá ni la Universidad ni la TV están tan bien pagadas. Le doy un 5 y que lo celebre con Sánchez, si éste le deja. 

Albert Rivera

El líder de Ciudadanos que sin duda es un buen orador, está sufriendo una campaña de descrédito sólo porque las encuestas no le dan un notable aumento, algo lógico cuando el nuevo presidente del PP le hace sombra y logra retener el voto conservador y encima aparece una fuerza como Vox que empieza a arrastrar voto de muchos caladeros. No por ello, ahora todo lo hace mal, incluidos los artilugios que expuso (cuantos memes con este asunto). Siempre se dice que la imagen llega más y que impacta en la audiencia televisiva y creo que ver el tamaño de un trozo de piedra utilizada por los independentistas violentos, es una forma de mostrar la brutalidad de los mismos. Con mayor nerviosismo que Casado, también cayó en la réplica continua en segundo plano mientras otro orador, normalmente Sánchez, argumentaba, lo cual siempre genera un incómodo ruido a la audiencia. Su programa sigue en la línea centralista, ahora más fortalecido por la amenaza de Vox que le puede robar votos y mantuvo un constante alegato a las familias, algo que parece buscar el voto tradicional. Creo que puede llevarse un 7.

Este ha sido un análisis somero y a vuela pluma de mi visión de un debate que se hizo algo largo y al que le falta una mejor estética televisiva, más naturalidad y menos boato en la llegada y salida de los protagonistas con tanto posado y más declaraciones redundantes y triunfalistas. Como pasa el día después de las elecciones, todos se sintieron ganadores, pero unos más que otros, sin duda. 

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