A largo plazo debemos tener en cuenta unos niveles de inflación crecientes para poder considerar el precio de las materias primas, que se encuentren lejos de máximos, como una clara oportunidad de compra
MADRID. En los últimos meses, incluso podríamos decir en los últimos años, hemos comprobado como la gran mayoría de materias primas han sufrido caídas de una violencia tremenda.
Como prácticamente en todos los sectores hay unos que lo hacen peor y otros que lo hacen mejor, o no tan mal, y se salvan de estar en el punto de mira. Las materias primas energéticas, industriales y preciosas son las que más han notado esta caída, arrastrando como no es de extrañar a las empresas con las que tienen una relación de manera directa o indirectamente.
Dentro del mercado de acciones las empresas relacionadas con el sector energía y de manera más particular con el petróleo, junto con las mineras y principalmente extractoras de oro, platino, cobre y aluminio, por mencionar algunos, son las que se han llevado el castigo más severo por parte del inversor.
Como ya sabemos las materias primas tienen un componente de volatilidad intrínseco de las propias condiciones de dicho activo. Conocido como el mercado más volátil, su carácter cíclico también lo hace funcionar de manera distinta dependiendo de la fase del ciclo económico en el que nos encontremos.
Se ha señalado el enfriamiento económico en términos globales y la reducción de demanda como detonante principal de ésta caída en los precios, estos dos factores son la punta del iceberg y debemos de verlos como un gran problema, pero actualmente en toda la economía el factor más relevante es la inflación que, por supuesto, también afecta a las materias primas.
La inflación ataca por dos lados a las materias primas porque cuando tenemos una inflación lo suficientemente elevada y estable, la demanda de los inversores de materias primas se incrementa, ya que son activos mucho más atractivos que otros de su entorno.
El problema actual es que estamos lejos de esa circunstancia, como ya sabemos, y además nos lo recuerdan cada día los bancos centrales de dicho escenario y este factor es una causa importantísima para que la demanda permanezca en unos niveles tan reducidos.
Esta primera circunstancia comentada retroalimenta a la segunda, ya que el bajo coste de las materias primas es un lastre para conseguir el objetivo de un incremento de la inflación. Estamos en una situación muy común en el entorno económico en el que nos encontramos, no podemos localizar un único factor que condicione el precio o las circunstancias de un activo, sino que son varios los factores que se auto ayudan a producir un mayor impacto en estos.
Si a todo esto le sumamos que en los últimos meses hemos visto una apreciación importante del dólar -moneda en la que cotizan las principales materias primas-, sumamos un punto más en contra de la posible apreciación que se pudiera dar en las materias primas.
En el corto-medio plazo puede ser que aún no hayamos visto el suelo de las mismas, pero en el largo plazo debemos tener en cuenta unos niveles de inflación crecientes para poder considerar el precio de las materias primas, que se encuentren lejos de máximos, como una clara oportunidad de compra.
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