Un año más, fieles a la tradición, millones de españoles siguieron el discurso del Rey Felipe VI que en apenas diez minutos apeló a “la reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad” con un claro mensaje de fondo
Es un clásico, una tradición que algunos considerarán caduca o protocolaria, pero que realmente tiene un valor más profundo del que en esas horas de aperitivos y preparativos familiares, solemos darle a las palabras que el monarca, el jefe del Estado, pronuncia a todos los ciudadanos. Como cada año, la fecha de Nochebuena, donde la cultura occidental y especialmente los países de tradición católica celebramos el nacimiento o natividad de Jesús, la Navidad. Los líderes y Jefes de Estado se dirigen de manera solemne a la nación para repasar de manera global y sucinta, pero con importantes afirmaciones y matices, la realidad actual.
Felipe VI ha centrado este año su discurso, en una palabra: convivencia. Algo que se supone que debe regir una sociedad civilizada, democrática y pacífica pero que no siempre se da. Pensemos que los últimos cuarenta años en España y pese a las altas cotas de bienestar y progreso alcanzadas, hemos sufrido el constante ataque,chantaje y amenaza de un grupo terrorista (ETA) que ha asesinado a casi mil inocentes, mutilado y herido un número elevadísimo de personas y alterado de manera brutal, atroz y permanente la vida de miles de personas que se han visto obligadas a salir de su tierra, de su pueblo o ciudad hacia otras partes de España. Eso ha sido sin duda el mayor ataque a la convivencia de nuestra reciente historia.
Y por supuesto, si ampliamos el recuerdo, en el último siglo, el enfrentamiento fratricida, la guerra civil, supuso el mayor ataque a nuestra convivencia y la ruptura de lo más valioso que hay en una sociedad: el derecho a la vida, la paz y el respeto a las personas.Por ello, la obra fruto de la transición española, nuestra Carta Magna, la Constitución de 1978 tiene un valor de reconciliación y concordia mucho más importante que el que muchos líderes políticos y mediáticos,la mayoría nacidos después de la fecha en que se aprobó, quieren darle. Ninguneando e infravalorando no sólo la letra del texto constitucional, sino el espíritu y la valentía que sus protagonistas supieron transmitir e imprimir. Por ello creo que es bueno recordar estas palabras que Felipe VI pronunció esta Nochebuena:
"Una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás; que requiere que cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y delas injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades".
Creo que es muy necesario desterrar el rencor, ese “resentimiento arraigado y tenaz” que es letal para la armonía social, que busca abrir heridas cicatrizadas y olvidadas por el natural paso del tiempo y que enciende las reacciones más bajas y primarias de una sociedad.Sinceramente, el mensaje de Felipe VI contiene una profunda reflexión dirigida no sólo al persistente y preocupante nacionalismo independentista catalán sino a la actitud de la izquierda española, representada por Podemos y el PSOE y que desde su exigua mayoría parlamentaria están intentando socavar el gran legado de la transición: la reconciliación entre españoles, la convivencia dentro de una Europa que debe recuperar sus valores fundacionales y la convivencia entre las distintas generaciones. Eso también estaba implícito en el mensaje de nuestro jefe del Estado que como es lógico, ve con preocupación los movimientos políticos y sociales que atacan la unidad nacional.
En el capítulo de análisis del entorno y las formas, me pareció muy positivo los tres detalles más característicos del escenario: la foto con la Princesa de Asturias leyendo la Constitución, una clara muestra de la continuidad de la monarquía parlamentaria que algún día tendrá una gran reina; la bandera de España junto ala de la Unión Europea, pero delante de ésta y con gran presencia,demostrando la idea de la necesaria fortaleza de los estados-nación dentro de la Europa del siglo XXI y la imagen del Nacimiento de la colección privada recordando que en estos días no festejamos otra cosa que la llegada al mundo de Jesús.