El responsable de estrategia en divisas de Saxo Bank analiza el papel de las principales monedas del planeta, que no pierden de vista a las elecciones de EE UU
MADRID. ¿Trump o Clinton? Por sí sola, la incertidumbre de si Donald Trump o Hillary Clinton será el próximo presidente ocupará un importante ancho de banda en este cuarto trimestre del año. Supuestamente, la victoria de Trump implicaría una mayor incertidumbre y un mayor riesgo de una corrección del mercado de activos, con la supuesta falta de fe en el dólar estadounidense y la liquidación de los fondos públicos de EE UU.
Las consecuencias fiscales de algunas de sus propuestas de gastos y recorte de tasas también serían negativas para el dólar. Pero el USD también podría verse beneficiado y fortalecido con una victoria de Trump. ¿Los motivos? Tenemos dos razones: los mercados podrían posicionarse de cara a una masiva repatriación de ganancias corporativas e incluso menos riesgos a la economía de EE UU que en cualquier otro lugar. Al mismo tiempo, los nuevos desembolsos fiscales de Trump solo llegarán con un gran retraso, y la Fed puede permanecer reacia a cooperar con Trump, que inevitablemente politizaría la creación de políticas de la Fed.
No hemos visto ningún antagonismo político en la política de la Fed a lo largo de una generación, desde Reagan-Volcker. La única garantía, 100% segura, es que con la presidencia de Trump, Yellen ya no sería Presidenta de la Fed cuando se termine su mandato a comienzos de febrero de 2018. Cualquier reemplazo probablemente no sea del molde Yellen/Bernanke y ¿de qué serviría la orientación prospectiva de la Fed si aún no sabemos quién será el próximo líder en apenas algo más de un año?
El dólar continúa siendo nuestra divisa refugio favorita en tiempos de volatilidad, a pesar de que el 4T podría ser duro. El yen es una apuesta difícil, ya que las consecuencias en el corto plazo de lo que fue una reducción de facto por el Banco de Japón el pasado mes de septiembre son positivas para el JPY, pero posiblemente Japón será la primera de las grandes divisas en buscar estímulo fiscal, lo que llevará a las tasas reales a la baja.
El euro puede llegar a ser relativamente fuerte también, con el BCE alejándose de la flexibilización cuantitativa. Pero una nueva crisis política sobre el futuro de la UE y los continuos desafíos que enfrentan los bancos europeos podrían forzar a Europa rápidamente a una nueva flexibilización masiva con respaldo fiscal, que podría dar lugar a un euro mucho más debilitado frente al billete verde.
Consideramos que la libra encontrará suelo en algún un nuevo mínimo en el 4T, aunque podría haber cierto riesgo de debilidad de cara al 1T del próximo año, especialmente ante la enorme incertidumbre cuando se invoque el Artículo 50. Por el momento, la libra se está abaratando demasiado, pero tenemos que ver signos de un cambio en el déficit de la cuenta corriente más importante del mundo desarrollado antes de que la divisa se estabilice y, posiblemente, se recupere. La libra podría salir adelante antes que el euro en 2017.
La situación entre las pequeñas del G10 (los tres dólares de materias primas, australianos, canadienses y neozelandeses, más las coronas sueca y noruega) es bastante variada, aunque, en gran medida, comparten el riesgo de haber inflado las burbujas de deuda privada. En el 4T, las grietas pueden comenzar a verse en algunas de estas burbujas, particularmente las inmobiliarias en Australia y Canadá. A más largo plazo, la respuesta inevitable serán enormes rescates que apalanquen el balance público para rescatar al sector privado.
En otras palabras, la flexibilización cuantitativa llega a las economías pequeñas incluso aunque haya perdido fuerzas en el 3T. Ya hemos visto esto antes, significará tasas reales más bajas y divisas más débiles. Como cesta, las pequeñas del G10 pueden rendir peor que el G3 en el 4T.
Entre estas cinco divisas, el dólar neozelandés (NZD) se destaca como la divisa más sobrevalorada, mientras la corona sueca (SEK) rápidamente se está convirtiendo en la más barata, y las otras se encuentran en el medio. Podríamos esperar que el dólar australiano (AUD) tenga mejores rendimientos que el NZD. El dólar canadiense (CAD) funciona un poco como comodín, con el riesgo de una victoria de Trump, pero podría resultar muy barata frente a las otras divisas de materias primas si el mercado exagerara, pero el NZDCAD igual puede caer. La SEK quedó muy barata, mientras que la corona noruega (NOK) se está cotizando más justamente pero probablemente aún sea demasiado barata, aunque ofrece las tasas de interés reales más negativas del G10.
Por otro lado, las intenciones del régimen chino respecto a la política de divisas son indescifrables, pero con el obvio crecimiento de su burbuja crediticia y los inevitables préstamos de débil realización que creó esta burbuja, una de las válvulas de seguridad para liberar la presión es una mayor devaluación de la divisa. China probablemente mantenga la tasa estable hasta, como mínimo, después de las elecciones presidenciales de EE UU.
John Hardy es jefe de estrategia en divisas de Saxo Bank