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SIN COMPLEJOS / OPINIÓN

El ejército de las escobas

Foto: ALBERTO ARAGÓN
21/09/2020 - 

No son brujas, ni magos; pero aquí tampoco hay generales ni brigadas. Este ejército al que honrosa pertenezco como una soldado rasa más es el de mis parientes, amigos y vecinos de San Bartolomé, una de las muchas pedanías de mi Orihuela natal. Somos legión repartidos por toda la Vega Baja, eso sí, listos y dispuestos siempre para la batalla. 

Hace un año combatimos una de las más cruentas, no que yo recuerde, sino que ni nuestros mayores rememoraban en sus tertulias de plazas y bares. Un 12 de septiembre de 2019, el cielo de mi comarca se nos abrió el canal y cayeron miles de litros en unas pocas horas. El río se desbordó y nuestros pueblos y huertas se anegaron. El horror, la desgracia, volvía a nuestras vidas. Los expertos lo llaman Depresión Aislada en Niveles Altos (Dana), pero en toda mi comarca siempre se han dicho riadas. Vivimos una más, no fue la primera y seguro que tampoco será la última, pero nunca te acostumbras a pesar de que los que vivimos en la Vega Baja del Segura las tenemos siempre en el interior cada vez que miramos al cielo en otoño, sin saber si será hoy o mañana.

El ejército de las escobas volvió presto a combatir el agua que entraba a borbotones en viviendas y garajes. Fueron días duros, semanas difíciles. Ahí salimos a las puertas para achicar la tromba que corría por las calles. Nos costó callos en las manos, esfuerzos increíbles para niños y mayores. Pero nuestro ejército no entiende de edades, como tampoco de ideologías, condiciones o peculiaridades. En esos momentos vamos todos a una, escobas en mano, contra el agua. Fuerza Vega Baja fue el grito de guerra esos días, ahora ya se nos ha quedado para siempre. 

Foto: ALBERTO ARAGÓN

El Segura recuperó su tierra, el que nos da la vida en la Vega Baja, el que riega nuestros campos y nos pone comida en la mesa. De vez en cuando, nuestro mayor aliado se convierte en nuestro peor enemigo. Parece que nos quiera cobrar el precio de tan fértil huerta y tanta abundancia y nos recuerda que él está ahí siempre; que le cuidemos, limpiemos y mantengamos como a nuestro padre que es. Que ser un mal hijo es de desagradecidos y eso nunca se puede ser en la vida. Si es verdad que la tragedia se pudo evitar, quienes tienen la obligación de hacerlo y no pusieron los medios espero que lo tengan siempre en su conciencia, al igual que los malnacidos que aprovecharon las casas vacías para llenarse la saca. Que no duerman una hora junta jamás les deseo.

Porque en las tragedias es donde se conoce a las personas de verdad, quién lo da todo por los demás y quién se lo guarda todo para sí mismo, pues que se lo lleve al camposanto. Por eso puede decir alto claro mi gratitud y la de mis paisanos a quienes allí acudieron a socorrernos: soldados de verdad, los de la UME (para mí, lo único bueno que nos dejó Zapatero en ocho años); los bomberos de la Generalitat; de la Diputación; guardias civiles, policías… Quien limpia mi casa siempre tiene un plato en la mesa y en la Vega Baja somos muy de ‘pa siempre’.

La alcaldesa de Almoradí, María García, organizó el pasado sábado un pequeño acto en la zona cero de la rotura del río Segura para conmemorar el primer aniversario de esta catástrofe por la que todavía sangra mi tierra al que acudí con mi presidenta, Isabel Bonig. Allí me preguntaba Isabel bajo un sol de justicia: ¿Cómo puede ser la que cae hoy y la que cayó hace un año? ¿Cómo cambian tanto los días de un año a otro?

Foto: ALBERTO ARAGÓN

Me dio que pensar, que no solo el cielo pasó de negro a un azul raso, de rayos a un sol cegador. También hemos cambiado los políticos. Entonces éramos todos un mismo ejército, al que le faltaban horas pero no manos para, piedra sobre piedra, contener el río y evitar más daños. Hoy algunos hacen la guerra por su cuenta. Donde antes había aliento ahora esas mismas bocas lanzan reproches; echan cuentas en lugar de ganas. Hace meses que no llueve en la Vega Baja, pero les aseguro que algunos de mis paisanos siguen ahogados. En algunas casas, incluso, han dejado la marca del barro para recordar todos los días aquellas jornadas de la Dana de septiembre. 

Cojo las palabras de la delegada del Consell, Antonia Moreno, en este acto: “La Vega Baja es el único sitio de la Comunitat Valenciana con un sentimiento de comarca”. Ella, oriolana como yo, sabe lo que se dice. ¡Cuidado! Tenemos las armas a buen recaudo y quien quiera dividirnos puede salir como los ratones, a escobazos. Que no hay litros de agua ni ríos de tinta que puedan con mi ejército.

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