Reduce su programación, que además tiene mayor presencia valenciana. Por primera vez se hace cargo de los cachés de todos los artistas para que estos no asuman tantos riesgos
VALÈNCIA. El Festival de Jazz de València vuelve con una 24ª edición que, en cierta medida, será de transición. Tras haber sido aplazado el año pasado a causa de la crisis sanitaria, el jazz vuelve a la ciudad con una edición que tirará fundamentalmente de músicos valencianos, una edición reducida en comparación con la de 2019 que también llevará parte de la programación a los barrios de Nazaret, Patraix, Russafa y Campanar, y al pueblo de Pinedo. Además, por primera vez, el festival se hace cargo de pagar la cantidad íntegra de los cachés de los artistas para que, explican sus organizadores, los artistas y promotores no corran con "riesgos", con lo que el presupuesto será algo superior al de la última edición a pesar de contar con un programa más ajustado.
Durante la rueda de prensa del festival, el director del Palau de la Música, Vicent Ros, ha dejado claro los dos objetivos primordiales de esta nueva edición: “Queremos ofrecer música a todos los públicos de la ciudad y ayudar a recuperar la normalidad del sector musical y el resto de empresas que giran a su alrededor”. Por su parte, la presidenta del Palau, Glòria Tello, ha destacado por su parte que si en la edición de 2015 tan solo había “un total de tres músicos valencianos, en esta la cifra asciende a once”.
El festival, que se celebrará del 4 al 31 de julio, tendrá como sede el Teatre Principal, con excepción de las actuaciones en barrios, pues el Palau de la Música sigue sin actividad cultural a la espera de la rehabilitación de sus instalaciones. Sobre la programación, sus impulsores prometen una oferta "ecléctica" en la que cabe jazz fusión, jazz flamenco y jazz clásico.
La internacionalización del festival tendrá que esperar, pues esta edición está marcada por un programa más valenciano, ante “la necesidad de dinamizar a los músicos de jazz de nuestro territorio, teniendo en cuenta las circunstancias”, destaca Gloria Tello. La concejala apuntó que se ha recuperado a prácticamente a todos los artistas de la edición aplazada del año pasado, edición que no se llegó a presentar, y, de igual forma, defiende que “la presencia valenciana no resta a la pretensión de internacionalizar el festival. Se mantiene la misma línea, y en el futuro se seguirá trabajando en ella”. También ha recordado que actualmente se organizan “casi el doble de conciertos que en 2015”.
El presupuesto de este año asciende a 230.000 euros, cifra ligeramente superior a la edición de 2019. La programación es más escueta que en la pasada edición, así que el similar presupuesto se explica por la eliminación de los porcentajes. El coordinador del Festival, Enrique Monfort, explica que “ha habido un cambio en el modelo de financiación del pago de los cachés. Antes a los artistas se les pagaba una cifra X y el resto lo ganaban de su porcentaje en taquilla. Ahora el festival se hace cargo de pagar íntegramente los cachés, lo que hace que suban”. Han tomado esta decisión, como explica, “para que el riesgo no recaiga sobre el artista ni sobre el promotor”. Además, añade que “habilitar las infraestructuras de los barrios para los conciertos con las restricciones por la pandemia, es más caro”.
Normalmente la programación del Festival de Jazz de València incluye el Seminario Internacional de Jazz del colectivo de músicos Sedajazz. Este año no es así. Sobre el tema, Enrique Monfort indica que “por cuestiones de Covid y temas administrativos todavía no se ha podido presentar”. No obstante, explica que “aunque todavía no puedan anunciar nada, lo harán” y que “la intención es celebrar el seminario, si no en julio, en otoño”.
Otro de los objetivos del festival ha sido, en palabras de Vicent Ros, “acercar la música a los jóvenes y a la gente con menos capacidad adquisitiva”. La programación comenzará en el Teatro Principal el domingo 4 de julio con el concierto de Sedajazz Ensemble & Arahi Martínez en el trigésimo aniversario del colectivo de músicos. El martes día 6 será el turno de Cecile McLorin Salvant, y el día 8 el de Marco Mezquida y su programa Beethoven Collage en sinergia con el ciclo Beeth2020. Andrea Motis actuará el día 8 presentando su último disco Do Outro Lado do Azul.
El día 9, la Orquesta de València, dirigida por Jesús Santandreu, presentará el espectáculo Kiko Berenguer Freedom Experience (único concierto que tendrá lugar a las 12 horas). El día 10 tendrá lugar el concierto gratuito de la Orquesta de Jazz del Conservatorio Superior de Música Valenciana. El mismo día será el turno de otras dos sinergias: la primera con el Ciclo Iturbi 125 y bajo el título Classics Meets Jazz and Beyond, estará protagonizada por el Grup Instrumental de València junto a Joan Cerveró y Albert Sanz & Jazz Friends.
El domingo día 11 el saxofonista Jesse Davis homenajeará al mítico Charlie Parker, y el día 13 el espectáculo Puro de Oliva de jazz flamenco traerá consigo a Chano Domínguez junto al grupo Spanish Brass. Por último, el Teatro Principal finalizará el día 14 con el programa La música de Miguel Asins Arbó, interpretado por Albert Palau Octet en conmemoración del Año Berlanga.
El jazz se trasladará a las calles a partir del 17 de julio. Se abrirá la veda con Pau Moltó French Horn Jazz Project en la plaza del Santísimo Cristo de Nazaret. Le seguirá el día 18 Clara Juan Quartet en la plaza mayor de Pinero. El día 24 será el turno de Pescaitos Messengers en la plaza de Patraix. Manolo Valls Quintet cogerá el relevo en Russafa el día 25 de julio y, por último, el 31 de julio cerrará el festival Bertrand Kientz en la Plaza de la Iglesia de Campanar.
Este año, además, se ha prescindido del concierto de la Banda Municipal en los jardines del Palau debido a las directrices que la propia banda ha recibido. Al ser músicos de viento, el riesgo de contagio es mayor, y las distancia entre ellos tendría que haber sido de 3 metros, lo cual impide que puedan salir todos al escenario. El problema está en que, con los músicos invitados, además de todos los integrantes de la Banda, habría demasiadas personas sobre el escenario.
El diseño de la imagen de este año, por otra parte, corre a cargo de Virginia Lorente, quien ha confeccionado dos imágenes: una para el festival en sí, en la que, según explica, “ha introducido la figura de las mujeres artistas para reivindicar su presencia en muchos casos invisibilizada en el sector”, y la otra para los conciertos en barrios y pueblos, en la que se puede ver una serie de instrumentos rodeados de confeti, que simboliza “la alegría de volver a las calles”.