VALÈNCIA. Para cualquier persona nacida en València después de 1970, la avenida del Cid, la que es la entrada a la ciudad por el oeste, tiene un rasgo definitorio: sus pasarelas peatonales. Surgidas como una necesidad, han formado parte del paisaje urbano durante las últimas cuatro décadas. Para los milenials, por ejemplo, siempre han estado ahí. No alcanzarán el medio siglo. De hecho, están empezando a ser reemplazadas ya por pasos de cebra. Su anunciado final comienza a ser realidad.
Dos años después de lo previsto, ya que se dijo que se desmontarían en 2016, las pasarelas están viviendo sus últimos días operativas. Este jueves se inauguró el primero de los cincos pasos de peatones que las reemplazará, el de la calle Hermanos Rivas-Burgos. A éste le seguirán los de las de las calles José Maestre-Rincón de Ademuz, Casa de Misericordia-San Miguel de Soternes y Marconi. Unas vallas de obra impiden hacer uso ahora de la pasarela de la calle Burgos, situación que se repetirá con sus cuatro hermanas.
Todas las pasarelas serán sustituidas pues por pasos de peatones a nivel en una operación en la que, al margen de discursos más o menos ventajistas sobre pacificar el tránsito, lo que ha primado ha sido su mal estado. Completamente desgastadas por el paso del tiempo, su recuperación se devenía ineficaz y costosa. De esto último da fe el hecho de que el presupuesto sólo para desmontarlas asciende a 402.766 euros, contrato que le ha sido adjudicado por concurso a Pavasal.
El desmontaje en sentido estricto será complejo y para él se ha previsto un plazo de seis meses, según el contrato público. Éste se iniciará en cuanto se hayan concluido los trabajos para señalizar los nuevos cinco pasos de peatones, y para llevarlo a cabo se precisará de la colaboración de FGV, ya que tres de las pasarelas (Enguera, Burgos y José Maestre) cruzan por encima de la infraestructura del metro existente en la parte norte de la Avenida del Cid.