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crónica

El Frente Obrero, entre José Antonio y Carlos Marx

El partido de los escraches a Podemos reúne en València a 400 personas con un discurso contrario al feminismo, la inmigración ilegal y la izquierda ‘woke’

20/07/2023 - 

VALÈNCIA. Cuando llegan unas elecciones generales acudo al mitin de un partido. Es una costumbre inveterada. Esta vez tenía claro que pasaría de ir al de uno de los partidos siameses (PP y PSOE), y el de Vox, celebrado en La Marina de València, me pillaba muy lejos. Ni harto de grifa me presentaría en el de Sumar, así que mis opciones se reducían a Recortes Cero, el Pacma y el Frente Obrero. 

Me decidí por este último tras la lona que desplegó en Madrid la semana pasada. En ella se podía ver besándose a Pedro Sánchez y el Mohamed VI. Me pareció una escena muy conseguida, hasta simpática. Como es natural, sus promotores fueron acusados de islamófobos y homófobos. 

Antes de acercarme por el IVAM, lugar del mitin, me informé del Frente Obrero. No saqué nada en claro. Decían que era de extrema derecha, fascismo de izquierdas, rojipardos, un Vox leninista… En fin, un galimatías conceptual. En estos casos, lo conveniente es ver las cosas en persona. Lo que no sabes por ti mismo no lo sabes, como escribió un ilustre marxista, el alemán Bertolt Brecht. 

Y allí me fui el domingo por la tarde. Ironía de la campaña fue que el mitin se fuese a celebrar en el auditorio Carmen Alborch del IVAM. Alborch fue ministra del PSOE y feminista. El PSOE y el feminismo están en la diana de las críticas del Frente Obrero. 

Un auditorio lleno de público 

A las siete y cuarto el auditorio está lleno. Somos cerca de 400 personas. En número sobresalen los varones jóvenes. En el escenario hay cuatro banderas del partido con los colores rojo y negro, los mismos de las enseñas de los falangistas y los anarquistas. Recuerdan también a la de Albania. Un león es el símbolo del Frente Obrero. El lema de la campaña es “Recuperar España sin complejos”. 

Constituido en 2018, el Frente Obrero se presenta por primera vez a unas elecciones generales en todas las circunscripciones, salvo en Melilla, dicen. No pretenden ser un partido político al uso; por eso se autodefinen como “movimiento” al que su líder Roberto Vaquero añade los adjetivos “obrero, patriótico y revolucionario”.

Se hicieron populares por los escraches a Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Irene Montero y Pablo Iglesias. Uno, que estuvo en la gran marcha de Podemos en Madrid en febrero de 2015, no ve demasiadas coincidencias entre ambas organizaciones. El Frente Obrero parece una rara avis de la política: funde lo nacional español con lo social, algo imposible de hallar en la izquierda institucional. 

“No queremos entrar en el juego de las etiquetas de derecha e izquierda”. ¿En qué cambian nuestras vidas si gobierna el PSOE o el PP?”, se pregunta Alicia Sanz, número 2 de la formación. En esta premisa, en que no son de derechas ni de izquierdas, recuerdan a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, así como en su definición como movimiento patriótico y revolucionario. Pero también beben en las aguas del marxismo con sus apelaciones a la lucha de clases (una vez sólo, por cierto). Lenin les inspira por la disciplina organizativa sobre la que se asienta el Frente Obrero. 

Asistentes al mitin del Frente Obrero después de su celebración. Foto: VP

Los dirigentes que desfilan por el escenario se quejan de una “campaña de criminalización” en las redes, con amenazas de muerte incluidas, y de que sus propuestas no tienen eco en los medios tradicionales. Vaquero augura “un buen resultado electoral” en unas elecciones a las que concede una importancia relativa, aunque reconoce que les ha servido “para visibilizarnos y crear estructura”. Confía en obtener representación en las elecciones europeas, de circunscripción única, y en las siguientes generales. 

Antifeministas y contra la ‘ley Trans’

Los del Frente Obrero insisten en que lo suyo no es hacer amigos sino hacer “política real” y buscar “soluciones” para los problemas la gente corriente. Y es normal que no los hagan en la España de Netflix y Glovo. Son antifeministas y rechazan la Ley Trans. “Hoy las líderes feministas son hombre biológicos”, ironiza Vaquero, en referencia a Elizabeth Duval, de Sumar. 

Más madera, en este caso contra el lobby LGTBI. “Quieren hacer negocio con la orientación sexual”, critica el líder de la formación. A su juicio, la izquierda woke y “cuqui” ha abandonado la causa de los trabajadores. “Las grandes empresas como Amazon defienden el pensamiento de esta izquierda”, explica. 

Vaquero es un buen orador, carismático; micrófono en mano despliega sus argumentos  con una dialéctica fría, quirúrgica, punzante, sin ayudarse de un solo papel; una retórica más propia del siglo XX que de esta “sociedad líquida” de “valores putrefactos” en los que se priman la “debilidad” y la “mediocridad” para controlar a las personas, en su opinión. 

El líder del Frente Obrero defiende la vuelta a la tradición, que la juventud estudie y haga ejercicio físico; en definitiva, que lleve una vida sana. “Estamos viviendo en una sociedad de gente enferma”, denuncia. Se lamenta de que se lea poco y de que ya nadie recuerde a Quevedo, Góngora y Cervantes

Junto al feminismo y la izquierda woke, la inmigración ilegal es otra de las bestias negras del Frente Obrero, en especial la musulmana. Combaten lo que llaman la “islamización” del país. Vaquero propone un cambio urgente de “modelo migratorio” porque el actual, apunta, es insostenible. Piensa que España seguirá los pasos de Francia. “Vamos hacia un conflicto civil si no se toman medidas drásticas”, afirma. Si cada año el número de inmigrantes crece en medio millón, según sus cálculos, “¿qué va a quedar de España?  Seremos como Marsella o Nueva York”, avisa. 

Industria desmantelada y campo en crisis

A España le iría mejor si “recuperase” su “soberanía nacional”, hoy en manos de la Unión Europea, opina Vaquero. Critica el desmantelamiento de la industria y la crisis del campo español. Conformarse con ser una economía basada en el turismo y los servicios es un error: “Vamos a ser el botellódromo y el prostíbulo de gran parte de Europa”. 

Después de casi una hora de intervención, Vaquero se despide de su gente, que lo ha seguido con fervor. “¡Estamos aquí para luchar por España!”, enfatiza. “Se van a hartar de nosotros”, dice en referencia a sus críticos. Concluye su discurso con la palabra ‘coherencia”, y arranca un gran aplauso entre el público, que lanza vítores a favor del Frente Obrero. Abandona rápidamente el escenario. 

No ha habido ninguna referencia al republicanismo federal que estaba en sus orígenes, ni al comunismo, del que proceden algunos dirigentes. He escuchado un discurso político híbrido, sincrético y transversal. ¿Funcionará? Todo dependerá del grado de colapso al que llegue el país en los próximos años.   

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