La compañía de danza-teatro estrena Siri, ¿tú que piensas? en el Teatro Círculo
VALÈNCIA. En junio del año pasado, la compañía de telecomunicaciones Tollfreeforwarding presentó una recreación en 3D de cómo se perfila el cuerpo humano en 2100. Su prototipo, llamado Mindy, presentaba alteraciones evolutivas por el uso de teléfonos móviles, como el encorvamiento de la espalda, un cráneo de mayor tamaño, la generación de un doble párpado, la malformación de las manos en forma de garras y la atrofia de los codos, que se combarán en un ángulo de 90 grados.
Las modificaciones vaticinadas, materia prima ideal para un episodio de la serie de Netflix Black Mirror, se suman a las dolencias psicológicas provocadas por las nuevas tecnologías que ya estamos sufriendo en el presente, como el insomnio, la ansiedad, la adicción y la falta de concentración.
La compañía de danza-teatro valenciana Dunatacà ha tomado estas alertas como punto de partida de su nueva producción, Siri, ¿tú que piensas?, con la que cableará el escenario del Teatro Círculo de Benimaclet del 23 al 26 de enero.
La propuesta enlaza con su última creación, InCom, una pieza breve que gira en torno a la tecnología y las redes sociales.
Aquella primera reflexión surgió de preocupaciones personales de las bailarinas, que se encontraban superadas en su vida cotidiana por la saturación de mensajes. Para aquella ocasión, pusieron el foco de atención en un público joven, al que accedían a través de representaciones en institutos y en la calle, pero ahora que se ha ampliado el campo de investigación, apuntan a todas las edades y abren el abanico de las consecuencias del mal uso de ordenadores y dispositivos móviles.
“Es una obra que detalla la hiperconexión, el uso abusivo que hacemos de las redes sociales y las consecuencias medioambientales que acarrea este nuevo paradigma tecno-social”, resume Andrea Torres, codirectora e intérprete del montaje junto a Mónika Vázquez.
El espectáculo de danza cuenta con un elenco creativo interdisciplinar. El espacio sonoro corre a cargo del Col·lectiu Penja’m, conformado por Xavi Santillana y Diego Summo, Julia Irango se ha hecho cargo de la adaptación de textos, Jrisa Lialia, del diseño de iluminación y el espacio escénico, y Raquel Fonfría, de la creación audiovisual y el diseño gráfico.
Durante el proceso creativo, el tándem de creadoras se sumergió en lecturas y propuestas audiovisuales que han abierto debates interconectados sobre los peligros de la era digital. Desde la serie de HBO Years & Years, sobre un futuro inmediato marcado por la inestabilidad política, económica y tecnológica, hasta el documental de Netflix El gran hackeo (Karim Amer y Jehane Noujaim, 2019), acerca del uso fraudulento de datos personales volcados en redes sociales por parte de Cambridge Analytica, pasando por el ensayo de Sherry Turkle En defensa de la conversación, que pone en valor la interacción en persona en los tiempos de la cultura digital.
Siri, ¿tú qué piensas? no reproduce, sin embargo, la estética de las propuestas audiovisuales distópicas.
La pieza no tiene tampoco un halo catastrofista. Como aclara Monika Vázquez, “no es un rechazo al avance tecnológico, sino a cómo lo utilizamos. Tratamos de plasmar lo que nos perdemos cuando estamos inmersos en las pantallas del móvil. Cuando usamos la palabra conexión hoy en día, sólo pensamos en las de tipo tecnológico, pero también se da en nuestra comunicación con la naturaleza o entre las personas”.
El aspecto medioambiental ha pesado en la puesta en escena. Torres y Vázquez averiguaron a través de artículos publicados por Greenpeace y National Geographic, la ingente cantidad de cables necesarios para conectar el planeta. “A veces tenemos en la cabeza que la tecnología wifi e internet son etéreos, cuando hay más de 1.000 millones de metros de cable submarino. Incluso, si te fijas, también puedes reparar en su presencia en la calle. Algunos están en desuso y siguen ahí”, se asombra Andrea Torres.
En un extremo del escenario, arriba, hay un icono de una batería. El espectador, prácticamente, no se da cuenta, pero se convierte en un elemento estresante cuando empieza a dar señales de agotamiento.
“Más que un intérprete, el audiovisual es un elemento que condiciona de manera sutil la obra al interferir con las acciones de la pareja protagonista”, avanza Fonfría.
Su trabajo combina imágenes de texto proyectado, materiales de archivo y grabaciones propias donde se han servido de los efectos que procura la aplicación Snapchat.
Hay momentos donde el espectador se ve expuesto a varios niveles de lectura audiovisual. Por un lado, se sugieren las mentiras perfectas que se muestran en redes: fotos y vídeos que falsean momentos idílicos u ocultan las frustraciones y desencantos. Por otro, se muestran, sólo en parte, las consecuencias sociales y medioambientales del uso de las nuevas tecnologías.
Frente al público, Andrea y Mónika están jugando con los filtros de realidad aumentada de Snapchat, mientras al fondo, semiocultas por recortes geométricos, se muestran imágenes crudas sobre las consecuencias de la hiperconexión.
“Ponemos en tela de juicio el precio de esta realidad digital con instantáneas, por ejemplo, sobre la extracción minera de litio”, detalla la responsable de la creación audiovisual.
Ya nos los advirtió Dunatacà al llegar : “Bienvenidas y bienvenidos a un mundo hiperconectado y ultravulnerable. Los dispositivos electrónicos han invadido casi todas las parcelas de nuestras vidas, son nuestra fuente vital de energía. Nos encontramos ante un hype, un fenómeno que esconde derivadas inquietantes”.