VALÈNCIA. Superado el ecuador de la legislatura del cambio, el equilibrio entre las dos fuerzas que conforman el Consell, PSPV-Compromís, está comprometido. Tal y como ha informado Valencia Plaza, las últimas semanas han traído diversos conflictos que han evidenciado la tensión existente. Unos problemas que, de alguna manera, son multiformes y transversales: ya no se limitan solo a problemas fruto del mestizaje en algunas consellerias, sino que navegan en la propia competición política electoral e incluso nacen de otras instituciones como la Diputación de Valencia.
A este entramado propio de un gobierno de coalición, al que hay que sumar además al apoyo externo prestado por Podemos en Les Corts, se añade otra alianza colateral para mantener el equilibrio en el Consell: el llamado Pacto de la Nau que alumbró el gobierno tripartito de la ciudad de València. Un acuerdo que ya ha sufrido varios conatos de incendio y casi de desintegración: tras dos años de mandato, el alcalde, Joan Ribó, ha visto como sus dos socios de gobierno –PSPV y València en Comú- han cambiado de portavoz situando respectivamente Sandra Gómez y María Oliver, dos dirigentes que le resultan a priori más incómodas para mantener el control de Compromís en el consistorio.
De hecho, el nombramiento de Gómez en su día en sustitución de Joan Calabuig ya generó malestar en la formación que lidera Mónica Oltra. A la tensión por el amago de modificar competencias por parte de Ribó, le sucedieron otras como la ocurrida a cuenta del IBI. Aunque el año ha tenido momentos de mayor calma, la propia Sandra Gómez ha admitido públicamente este mismo mes de julio que la relación no atravesaba la mejor de las situaciones: “El grupo socialista en el Ayuntamiento de València no se encuentra en el momento más cómodo del mundo, con todos los problemas que está habiendo en general, con las tensiones con las Fallas, con los problemas que ha habido con algunos concejales, lo que ha sucedido en Inndea… València y sus ciudadanos están por encima de las actitudes de determinados concejales”, aseguró en una entrevista publicada por este diario.
Una circunstancia delicada toda vez que tras el verano llegará el momento de, si se repite la misma hoja de ruta del pasado año, una cumbre del Govern de la Nau con los próximos presupuestos municipales de fondo. Precisamente el proceso de asignación de cuentas ha sido desde el inicio del mandato otro de los motivos por los que la cuerda ha vuelto a tensarse, no solo en el ámbito de la Generalitat, sino también en el propio Ayuntamiento de València.
En este sentido, conviene recordar que el relevo en la tercera pata del Govern de la Nau, València en Comú, tampoco es baladí. Durante los dos primeros años de legislatura, el portavoz de esta plataforma, Jordi Peris, ha sido visto desde el PSPV e incluso también desde sectores de su propia fuerza política, como un actor demasiado 'seguidista' de la línea marcada por Ribó. Su relevo -tras el problema en Inndea- por parte de María Oliver, refuerza a Podemos en la citada plataforma y deja al alcalde en un escenario con menor fuerza para establecer alianzas internas. Es más, con este cambio, no se descarta que en algún momento pudiera producirse una 'pinza' entre PSPV y València en Comú frente a Compromís en asuntos concretos.
Un panorama en la capital que evidencia la complicación que más que probablemente atravesará el tripartito local en los meses venideros, más aún con las elecciones de 2019 marcadas en rojo en el calendario. Sobre esto, y pese a que siempre se ha tratado de deslindar lo que acontezca en el Cap i Casal respecto a lo que ocurra en el Consell, es inevitable entender que una situación de alta tensión -o ruptura- en el consistorio se trasladará de alguna manera a la alianza en el Gobierno valenciano, más aún cuando Oltra siempre ha mostrado un interés especial en defender la posición de Ribó.
Sobre esto, desde Compromís también cruzan los dedos para que en el próximo proceso orgánico local que debe atravesar el PSPV, Sandra Gómez no consiga su objetivo de convertirse en la líder del partido en el ámbito municipal, dado que supondría una prueba de debilidad que podría disminuir su capacidad para echarle pulsos al alcalde, Joan Ribó.