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el cudolet / OPINIÓN

El hotel de la polémica en la València turística de 1909

23/11/2019 - 

Apenas cien años de diferencia han separado dos escaparates turísticos originales de la capital del Turia, la Exposición Regional (1909) y la America’s Cup (2007). La Exposición aventajó con creces en número de obras a las infraestructuras desarrolladas para la celebración de la exquisita competición marinera. De facto, en 1909 se gestaba un nuevo barrio en la ciudad. Un siglo después se vestía de primeras marcas a un muelle engalanado por el glamour de las saladas grúas portuarias. Entre ambas citas, los valencianos, hemos sufrido el sopor de sendas reformas internas siendo atrincherados en un eternizado zafarrancho sodomizado por la piqueta. Mejoras sustanciales con el fin de adecuar una nueva facha a la epidermis capitalina, cubriendo al menos, parte de las demandas exigidas por los ciudadanos y de rebote atendiendo las necesidades requeridas para la digna estancia de los forasteros que la disfrutaron. 

El turismo ha sido siempre una asignatura pendiente en una urbe rebosante de melancolía, marchitada por la felicidad de un grisáceo pantone espolvoreado sobre su impaciente epidermis. Un dato corrobora mi afirmación. Hace más de cien años la capital del Reino de Aragón, Zaragoza, superaba en número de habitaciones a la capital del Turia. En 1908, según registros oficiales, pernoctaban en la ciudad de València, 1313 habitaciones y 1785 camas, computo global de la suma aportada por hoteles, fondas, hospederías y casas de huéspedes frente a las 2575 habitaciones y 3499 camas censadas en la ciudad del Ebro. Superada con buena nota ésta selectiva prueba en la última década del siglo XXI, la turismofobia,  por el momento en un CIS interno no es un grave problema demoscópico entre los valencianos.  La moderna ciudad, esclava de una  regia  postal a la Calatrava, deshabitada de azucats, murallas, palacios y conventos, circula sobre el músculo del pedal paseando a los forasteros en una roulotte de dos patas dominada por el retén numérico de los 30. 

En 1909, Valéncia debía estar preparada para albergar una gigantesca serpiente multicolor. Por aquel entonces, el Regidor José Maestre Laborde-Boix y el Comité de la Expo liderado por Tomás Trenor Palavicino, mostraban cierta preocupación por la posible carencia de plazas hoteleras ante la invasión de unos viajeros hambrientos de espectáculos y atenciones. Se celebraba un evento de gran magnitud. Meses antes de arrancar la Mostra, el señor Maestre reunió a los máximos representantes de las hospederías de la ciudad. València aún no contaba con un sistema hotelero adaptado a los nuevos tiempos. Necesitaba poner fin al viejo oeste del alquiler de tartanas y camas, dotar a la ciudad de un complejo de lujo, mejorar el aspecto físico de las fondas, higienizar las camas y regular los precios de las estancias. Además de trasladarles la propuesta catalana de la construcción de un nuevo hotel fabricado en hierro y ladrillo análogo en un período de 53 días.

Anteriormente, la ciudad Condal había disfrutado de éste efímero y resolutivo edificio. El hotel Internacional garantizó una confortable y placentera estancia a los visitantes de la Exposición Universal celebrada en 1888. Ante tal oferta, los hoteleros valencianos declinaron la oferta. El propio Alcalde intentó convencerles de la imperiosa necesidad de materializarlo e incluso llegó a plantearles que fueran ellos mismos los artífices de tal aventura, ejerciendo de promotores. Pese a ello, el colectivo siguió en sus trece, negándose en rotundo a tal empresa generando un conflicto entre autoridades y comerciantes. Según ellos, la ciudad ya contaba con una vasta red de camas para garantizar y cubrir el buen servicio en el hospedaje a los visitantes. . 

Ante tal situación bizantina el disgusto fue mayúsculo entre los empresarios locales, acudiendo a la prensa con el siguiente comunicado. Fijar el precio de los alojamientos desde cinco pesetas en adelante, para hacerlos asequibles á todas la fortunas y favorecer así la concurrencia de forasteros a la Exposición.  Rogar a los señores viajeros no den oídos á agentes ó intermediarios que con su oficiosidad ó desmedido afán de lucro han contribuido á crear cierta atmósfera que fuera de Valencia se respira y que hace que la gente se retraiga de visitarnos creyendo que aquí los fondistas son poco menos que una sucursal de Sierra Morena. El hotel del resplandor no llegó nunca a levantarse. La situación se resolvió gracias a la puesta en marcha del Palace Hotel cubriendo las magnas necesidades de los visitantes de la alta alcurnia. 

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