La artista extremeña Lola Zoido se ha alzado con el reconocimiento de Artista Destacada por parte del Ayuntamiento de València gracias a su muestra The Garden I Will Never Get To Have, que se expone en la galería Tuesday to Friday hasta el próximo 4 de noviembre
VALÈNCIA. Nadie puede permitirse una casa con jardín hoy en día, es un sueño casi imposible con el que fantasean miles de personas que se confinan en sus pequeños apartamentos alquilados que más bien parecen sacados de 'El Zulista' que de Idealista. Una de las formas de huir de estos refugios de piedra es leer, y soñar con esa vida que pasa entre las líneas de aquellos autores que hablan de viajes, fantasías y amores imposibles. Hace unos años, y con motivo de salir de esta cárcel hecha de ladrillos y cemento, la joven artista Lola Zoido se dispuso a comenzar la lectura de Una breve historia del jardín, del francés Gilles Clément, sin imaginar en ningún momento que este libro (que poco tiene que ver realmente con la jardinería) le llevaría a generar una exposición sobre ese “jardín que nunca tendría” (The Garden I Will Never Get To Have) y que a su vez resultaría premiada como Artista Destacada (por parte del Ayuntamiento de València) por esta muestra en Abierto València.
El libro, que provocó el germen de la idea que se exhibe ahora en la galería Tuesday to Friday, es obra del arquitecto, paisajista y escritor francés Gilles Clément. En este el autor reflexiona en el plano conceptual y figurado sobre lo que supone mantener uno de estos lugares "sano", y lo que aportan los espacios abiertos a la salud mental de las personas que los habitan. Todo ello plantó en Lola la “semilla” de la duda: ¿Podría ella tener en algún momento un espacio verde como este?, respuesta simplificada: “Tener un jardín y cuidarlo no es posible para mí, no tengo ningún concepto de estabilidad actualmente por lo que me resulta imposible imaginarme con una vivienda que tenga un espacio de este tipo”. Ni ella ni nadie, para ser realistas, a no ser que se trate de algún tipo de herencia, o de que considere como vergel propio el huerto urbano del barrio.
La idea de esta “falta de espacio” navega entre “entre lo analítico y lo poético” y desde los universos digitales y manuales para que Lola sea capaz de crear su propio lugar habitable: “Como tener este espacio no era posible elegí un paralelismo rápido entre mi situación actual y la de mucha gente, aquellos que están asentados físicamente en un sitio pero que no sienten el concepto de estabilidad total”. Bingo, ¿cómo va a tener la generación Z un espacio propio a largo plazo? Lejos de lecciones de jardinería la conversación a la que se enfrenta la artista en su obra es a su vez un diálogo sobre los sentimientos, las realidades y el mundo que habitamos: "De momento la falta de estabilidad hacia el futuro no me hace que me plantee tener un jardín, porque ni siquiera se si tendré una casa directamente, nace de la problemática del presente que vivimos".
La artista digital Mayte Gómez Molina explica perfectamente esta idea a través del breve texto que explica la exposición, y que plantea una realidad en la que la generación Z (a la que pertenecen ambas artistas) no puede aspirar a tener entre “sus pertenencias” un paraíso verde que les permita demostrar la capacidad de ambas para “armonizar” el caos que les rodea: “Nos conformamos con plantas de interior resistentes a nuestro ritmo de vida, que entre trabajos precarios e inestabilidad deja poco tiempo para poder cuidar de algo, algunas veces ni de una planta, muchas veces ni de nosotras mismas”, profesa el texto. Es por ello que Lola juega a construir todo este universo desde la interpretación propia, con cielos de colores y céspedes neones que navegan dentro de una enorme sala blanca en la que convive su obra.
Eso sí, si hay algo de lo que ambas mujeres pueden cuidar es de su arte, que con motivo de ser accesible para todo el mundo se alberga de cierta forma en el universo digital. En el caso de The Garden I Will Never Get To Have algunas de las creaciones se encuentran a su vez realizadas junto a la ayuda de una inteligencia artificial, de hecho la pieza de las “columnas” que plantean un jardín vertical está hecho entre Lola y la red: “En este caso concreto le pedí a la columna que generase un precioso paisaje de futuro del que solo podría disfrutar la inteligencia artificial”, explica Lola, “al final entre la Inteligencia Artificial y la obra siempre se encuentra el artista, es una herramienta que puede causar miedo por desconocimiento, pero si sabes usarlo a tu favor puede ser un gran aliado”. Ante el desconocimiento en materia "de los espacios físicos" los pertenecientes a la generación z encuentran su hueco en la red, dentro un "océano de conexiones" que poco tiene que ver con lo terrenal, y que a su vez permite que todos sus integrantes encuentren su pequeño lugar dentro de un mundo que parece no tener cabida física para todo su talento, que no cabe en una sola galería.