El litoral para el pueblo ¡defendámoslo!

Ni la elección a la Asamblea de Madrid, ni la eixida con portazo incluido de Pablo Iglesias de la política activa, ni la clausura del Estado de Alarma deben eclipsar la existente polémica sobre la ampliación del “Puerto de València”. Los valencianos nos jugamos mucho. Que no nos vendan la moto con eso que denominan como prosperidad. El pasado viernes, en un desplazamiento relámpago, me personé en la protesta organizada por el colectivo Litoral Per Al Poble. De manera discreta fui a darles mi total respaldo y apoyo. El acto, reivindicativo, con performance incluida, y con lectura de un manifiesto, el cual suscribo al 100% en todas sus palabras. Las playas no solo son para el verano.  

Resido en una pequeña localidad costera en la que cada amanecer escucho el ruido de la entrada de los barcos y desde mi atalaya observo de refilón ese lego de grúas. Un horror. Hace 35 años ni escuchaba el sonido del vapor ni les daba el abordaje. En las tres últimas décadas existe cierta obsesión de los que no respetan el patrimonio valenciano en liquidar o alterar el ADN de la fachada marítima del Cap i Casal. Si Joaquín Sorolla o Vicente Blasco Ibáñez resucitaran se llevarían las manos a la cabeza de la València al mar que estamos construyendo o destruyendo. No voy a entrar en el debate técnico. Soy más práctico. De sombrilla y esterilla.

De aquella fachada marítima que conocí, palpé y disfruté, cada año que pasa va restando menos. No proteger el Balneario de la Arenas fue una negligencia. El Metropol también va camino de ello. El soterramiento de la playa de Nazaret, una expropiación forzada en toda regla. Y la ZAL un insulto a la inteligencia. Menos mal que frenamos la destrucción del barrio de los pescadores de El Cabanyal. Por no entrar en el derribo de los chalets fronterizos con la playa de Malvarrosa. Soy de los que pienso que todo este tinglado de la ampliación del Puerto es por si acaso España pierde en el futuro el de la ciudad Condal. O ya lo ha perdido.

Otra vez más los valencianos sacrificaremos nuestro litoral en beneficio del Estado, y en particular de algún lobby empresarial. A esa España a la que el otro día y como clara vencedora de las elecciones, la popular Isabel Díaz Ayuso, solo le faltó que exclamara desde el balcón, eufórica, el caloret de l' hivern; la chaqueta roja la llevaba puesta, ¡España empieza en Madrid! Pues le respondo que se quede con su país, el mío es otro. Al pasear por la Marina me pregunto si el crecimiento económico de una ciudad debe pasar exclusivamente por esa pesada y obstinada ampliación que nos han metido con calzador. La respuesta la tenemos en el mismo puerto. No hace falta estudiar un Master. Lanzadera es un claro ejemplo de que podemos reconducir nuestro tejido económico hacía la tecnología siendo competitivos y no dañar las costas y las playas señores y señoras del Gobierno, Patronal, Generalitat, Ayuntamiento, dejen en paz el Puerto y acaben de una vez el Parque Central. Un poquito de amor propio. Me moriré sin verlo.