La compañía valenciana repone en el Teatre Talia su obra inspirada en las diosas de la Antigua Grecia, 'Relieves'
VALÈNCIA. Hace cinco años, cinco amigas acariciaron la idea de aplicar el flamenco a relieves, esculturas y frisos de la Antigua Grecia. Y aunque llegaron a temer estar siendo ingenuas en su planteamiento, los hicieron bailar. El espectáculo que supuso la puesta de largo de su compañía, Marea Danza, se tituló Relieves y se repone del 4 al 14 de julio, en el Teatre Talia.
Sobre el escenario, Elena Martínez, María José Mora, Lourdes de la Rúa, Yolanda López y Paula Sebastián vuelven a interpretar a un quinteto de diosas. En su coreografía, firmada por Manuel Serena, representan la guerra de Atenea, el amor de Afrodita, la fecundidad en Deméter, el arte de la caza de Artemisa y el calor del hogar de Hestia.
El objetivo es desgajar de la selección de deidades los valores de la mujer mediterránea: la sensualidad, la determinación, la vitalidad, el coraje y la maternidad.
Al inicio del proceso, el elenco asoció los palos del flamenco con cada una de las divinidades para después repartirse los roles conforme a su personalidad individual como intérpretes. “No es lo mismo la fuerza de Atenea que la sensualidad de Afrodita, de forma que en la primera debía destacar la energía de la bailarina, y en la segunda, la elegancia”, detalla la portavoz de Marea Danza, María José Mora, que da vida a la diosa del amor.
En este viaje de un lustro por lo místico y lo mitológico, las integrantes de la compañía han sentido su propia evolución y el ensamblaje con los responsables técnicos y con los músicos que las acompañan en directo: Juan de Pilar a la guitarra y la dirección musical, Manuel Reyes y Alba Díaz al cante, David Gadea a la percusión y Berta Benito, que suma el violonchelo al conjunto.
“Los músicos se unen en los últimos ensayos de una pieza, así que las primeras funciones son un acto de fe: has de confiar en el grupo que te acompaña, y más en el flamenco, que es como el jazz, donde se trabaja más sobre la improvisación, cuando en una compañía de danza ha de ser un repertorio cerrado, porque la coreografía va unida a la música”, detalla María José Mora.
Aquella pieza marcó la personalidad de la formación valenciana, donde la propuesta escénica se plantea como un todo, donde se otorga la misma relevancia en la creación a la dramaturgia, la música, la danza, la escenografía y la imagen.
Desde entonces, han apuntalado su personalidad, reincidiendo en la cuestión de género y en la adecuación del flamenco al tiempo presente, ya sea a través del vestuario, diseñado en este caso por la figurinista de la Compañía Nacional de Danza, Carmen Granell; los decorados, gestados en el Posgrado de Escenografía de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, de la Universidad Politécnica de Valencia; o el trabajo audiovisual, obra de la ilustradora Carla Fuentes, “que da una visión más moderna al flamenco, lo saca de lo tradicional y lo encasillado”, destaca Mora.
Pero su principal singularidad, reside en el hincapié en la dramaturgia. De ahí que hayan ligado cada nueva producción a un dramaturgo. Así, Relieves se puso en manos de Toni Tordera, y su espectáculo familiar Amelia, que no te corten las alas, en las de La Teta Calva: “No es muy normal que una compañía de la Comunidad Valenciana quiera contar algo a través del baile flamenco. En nuestras obras prima un concepto, no es un palo detrás de otro”.
Por eso mismo, los trajes no lucen flores ni lunares, pero sí unas pautas en las faldas que recuerdan a las grietas de las columnas de los templos griegos. Del mismo modo, las peinetas toman la forma de hojas de laurel.
“Cada una de nosotras luce el atributo de su diosa en la peineta. Los adornos de Deméter, por ejemplo, como está ligada a la tierra, son espigas”, avanza Mora.
Las bailarinas no reniegan del uso del mantón, de la cola y de los bastones, típicos del baile flamenco, pero en el primer caso, le dan vuelo como si las diosas tuvieran alas. En el segundo, Afrodita se sirve de la cola para representar su nacimiento de la espuma del mar, y por último, los bastones se emplean en la pieza de Atenea, la diosa con más coraje. Las cuatro bailarinas que la acompañan son su ejército y se mueven al ritmo del palo más fuerte del flamenco, la seguiriya.
Y todo con la vista puesta en incorporar nuevos públicos a la danza de este género. Así lo subraya María José Mora: “La gente no valora el flamenco porque no lo conoce. Así que siempre cuidamos todos los aspectos de cada obra para acercarnos al máximo de público posible. Nuestra compañía se puede beneficiar del espectador aficionado al flamenco y del habitual de los teatros”.