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CRÓNICAS POR LOS OTROS / OPINIÓN

El mal del voluntariado

Recién estrenado el mes de junio, empezamos a pensar y planificar las vacaciones. Y una de las opciones son los viajes solidarios. Viajes para irse como voluntario/a a destinos empobrecidos o en desarrollo. El problema es cuando el voluntario/a se convierte en una pieza fundamental para un proyecto

2/06/2018 - 

VALÈNCIA. Como saben llevo muchos años vinculada al mundo de las oenegés y de la cooperación. Y mi visión ha ido cambiando con los años fruto de mi experiencia personal y profesional. Si antes apoyaba el voluntariado y manera voluntaria, hoy día tengo mis reservas que intentaré explicar. 

La moda de los viajes de voluntarios  me lleva a escribir esta semana sobre el trabajo voluntario en las oenegés tanto en terrenos en desarrollo como en las sedes desarrolladas. La figura del voluntariado “aquí” y “allí”.

Existe un convencimiento colectivo que el trabajo de las oenegés debería ser voluntario. Que las acciones solidarias deberían ser por amor al arte. Y que cuando se cobra algún dinero  de alguna acción relacionada con las oenegés saltan las alarmas.

Comencé y me adentré en proyectos y organizaciones solidarias de manera voluntaria y altruista como la gran mayoría de personas cuando decidimos entrar en esto. Una labor que no cuestionaré y que es necesaria en la mayoría de los casos. 

El voluntariado tiene su papel y es vital en determinados momentos para que las organizaciones no gubernamentales realicen determinadas acciones. Cuando hablamos de un voluntario esto se puede llegar a entender, voluntarios que colaboran con su esfuerzo, su trabajo y su tiempo sea en un viaje o sea en el día a día. Pero en cualquier caso, esta labor debería ser de acompañamiento. Otro tema es cuando el voluntario se convierte en imprescindible. Aquí radica la diferencia. 

El trabajo de un voluntario por mucho que esté involucrado en el proyecto no debería ser vital ni imprescindible nunca para un proyecto.

Cualquier proyecto que se consolide debería funcionar con profesionales y de manera extra recibir el apoyo y el trabajo de los voluntarios.  Existen algunas organizaciones que se aprovechan de este perfil de voluntariado y se ahorran así tener que contratar a profesionales.  De ahí mi rechazo a que el trabajo voluntario se entienda  sustitutivo a puestos de trabajo aunque hablemos de oenegés. Afortunadamente no todas las organizaciones funcionan de la misma manera. 

En el momento en que  el funcionamiento de un proyecto dependa del  trabajo de voluntariado deberíamos analizar la situación y transformar la figura del voluntario en  profesional contratado y cualificado. 

 

La cooperación y el trabajo social no es caridad. La caridad es otra cosa. El sector de la cooperación se tiene que  profesionalizar y despolitizar para alejarse cada vez más de la caridad. 

Y aquí es cuando reivindico que los profesionales cobren y que tengan condiciones de trabajo dignas que les permitan vivir de su trabajo y no tener que hacerlo de manera voluntaria.

Porque al final y por experiencia les aseguro que el entusiasmo del voluntario va cayendo cuando se prolonga en el tiempo. Algo lógico pues el día a día de cada uno tiene sus prioridades y es complicado compaginar a veces la entrega a un proyecto y conciliarlo con las rutinas y obligaciones diarias.  

Profesionales Vs Voluntarios

No quiero que me malentiendan. Ni critico a los voluntarios gratuitamente  ni defiendo los grandes sueldos y excesos en el Tercer Sector, algo que me avergüenza y que rechazo. Unos excesos que tanto daño hacen a todo el sector.  Ni una cosa ni otra. Todo en su justa medida y de manera coherente es más que entendible.  Mientras el voluntariado pueda convivir con los profesionales del  tercer sector  y cada uno sepa cuáles son sus cometidos, todo está bien. 

Lo que me indigna y aquí comienza la discusión amable de la que hablaba es que es muy fácil criticar a quienes cobran un sueldo de una oenegé por el trabajo que realiza sin más. Me parece muy fácil y populista esta afirmación. 

Además este tipo de afirmaciones puede dejar entrever que quien cobra es menos solidario por cobrar. Cosa que me espanta porque pienso que la solidaridad no se debería medir bajo estas premisas.

 Estas personas con cierta sensibilidad y solidarias de las que hablo también tienen que comer y pagar sus facturas a final del día y si no consiguen cobrar su sueldo por el trabajo que desempeñan, tendrán que buscar otros trabajos y realizar el trabajo de la oenegé en los ratos libres. Algo que se puede mantener por un tiempo pero no por largo tiempo porque resta profesionalidad por mucho empeño y amor que le pongamos. 

El  problema radica o se solucionaría si entendiéramos que  una oenegés funciona como una empresa. No sólo en la estructura. También en su funcionamiento. Y necesita de profesionales y personas que se dedican y puedan vivir de su trabajo en la oenegé para que el proyecto salga adelante. 

Estas personas deberían cobrar un sueldo digno como en cualquier otros sector para que pueda prolongar su trabajo en el tiempo y así gane experiencia y profesionalidad. 

Las organizaciones no gubernamentales por pequeñas que sean tienen una estructura empresarial que mantener y unos gastos que cubrir. Estos gastos o bien se cubren con el dinero personal de las personas que se implican, o se deben obtener de ayudas externas sean públicas o privadas. Si optamos porque cada uno cubra sus gastos estamos excluyendo  de una tacada a toda la gente que no puede permitirse el lujo de asumirlos y entonces corremos el riesgo de caer en perfiles  con cierta solvencia económica. 

La semana que viene… más! 

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