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Los recuerdos no pueden esperar

El material del que está hecho Iggy Pop

Iggy Pop lideró The Stooges en los sesenta, un grupo que se adelantó al punk. En solitario cimentó una leyenda de bomba de relojería humana, pero gracias a amigos como David Bowie, que le produjo, le protegió y grabó su China Girl convirtiéndola en éxito logró sobrevivir y alcanzar en vida la categoría de mito. Al filo de su nuevo disco, Post pop depression, rememoro una visita promocional que me dio la oportunidad de intentar averiguar de qué material está hecho

13/03/2016 - 

VALENCIA. Iggy Pop es una leyenda, un pionero, un tipo que le ha hecho trampa varias veces a la muerte. En las distancias cortas también es un tipo afable, aquejado de muy pocos divismos, gamberro como un adolescente. Emana una sabiduría vital que recuerda a la de esos personajes que frecuentan ciertos bares, individuos que si te pones a tiro te cuentan una historia increíble como si te conocieran de toda la vida y nunca sabes si es cierta o lo único que quieren es que les pagues una ronda.

Yo Iggy, tú Refiel

Lo entrevisté por primera vez en junio de 1990, en Madrid, para Canal 9 (conté la experiencia de cabo a rabo en un reportaje para Ruta 66). Estaba tan nervioso por verme ante él que no sé cómo fui capaz de articular palabra. Haciendo gala de su seductora simpatía, me preguntó mi nombre. "Refiel", dijo, "como una de las Tortugas Ninja". La segunda vez fue por teléfono, en 1996. Había pactado con su discográfica una hora concreta para llamarle a Nueva York pero él llamó por su cuenta, antes de lo previsto. Guardo la cinta del contestador automático con su voz diciendo: "Hey Rafa, this is Iggy, are you around?". Como estaba around, atendí el teléfono, intrigado, porque Iggy Pop no te llama a casa todos los días. Se había despertado pronto, tenía ganas de salir a correrse una juerga y decidió liquidar la entrevista española lo antes posible.

La tercera vez fue de nuevo en persona, en Madrid, en 2013. Había rodado un anuncio bastante divertido y allí estaba Iggy, en la Caja Mágica, rodeado de directivos, ejecutivos y gente de marketing, dando una pequeña rueda de prensa en un contexto que no tenía nada que ver con la música. Desde donde estábamos se podía ver un importante partido de tenis -creo que jugaba Nadal- que de vez en cuando le restaba algo de atención a la estrella. Vestido con pantalón negro y camisa blanca, resultaba algo extraño ver a Iggy en semejante contexto, tan campechano. Muchos de los congregados sabían más bien poco acerca del verdadero interés de su personaje. Estaban allí por el efecto llamada, por esa inercia que consigue que prácticamente cualquier cosa que en su origen resultó transgresor o revolucionario hoy se convierta en reclamo comercial.


Presentando a la señora Pop

Detrás del grupo de periodistas, Nina Alu, pareja de Iggy desde hace más de tres lustros. Mulata, colombiana con sangre irlandesa, Nina contemplaba la rueda de prensa con una sonrisa perenne. Llevaba un vestido color hueso de falda tan breve que asustaba pensar en las consecuencias de un estornudo o un ataque de hipo. Una belleza digna de contemplar que, si te descubría mirándola, sonreía aún más como diciendo, "no pasa nada, estoy acostumbrada". Mientras tanto, él hablaba con los medios y se esforzaba en exprimirle interés a unas preguntas que a veces daban un poco de pena. Profesional hasta la médula, el hombre que en 1973 aseguró con una canción de The Stooges ser aquel que busca y destruye, contestaba con paciencia preguntas tópicas como si nunca antes las hubiera escuchado.

El Iggy más majo

De vez en cuando, Iggy nos pedía que subiéramos el tono de voz al hacerle las preguntas; y a veces respondía con algunas expresiones en español que ha aprendido de su esposa. Se le veía tan cómodo que seguramente muchos de sus seguidores más fundamentalistas habrían alcanzado el punto de combustión espontánea, estallando en una llamarada ante la visión de un Iggy Pop relajado y dócil. Fue David Bowie quien dijo que no estaba interesado en ser pionero de nada, porque los pioneros nunca obtienen el reconocimiento -tanto artístico como económico- que en realidad merecen. Esa es la raza a la que pertenece Iggy. El éxito se le ha ido de las manos en cada una de las ocasiones en que le ha llegado. Es muy probable que el contrato firmado con la marca que lo trajo hasta aquel sofisticado recinto le estuviese reportando unos beneficios mucho más suculentos que muchas de sus giras. Qué queréis que os diga. Nada dura para siempre y las cosas se ven de otro modo cuando el momento de la jubilación se acerca.


Hablando inglés en la intimidad

Una vez concluida la rueda de prensa y tras un breve descanso, llegó el momento de las entrevistas personalizadas. Acreditado para hablar con él en representación de GQ, pasé a un salón de actos que hacía las veces de camerino. Nina, pacientemente sentada con la sonrisa intacta, vigilaba desde la distancia a su marido, que libre ya del inevitable protocolo, se había despojado de la camisa blanca, de los zapatos y de los calcetines, luciendo su ya célebre topless. Me estrechó la mano, nos sentamos, conecté la grabadora y comenzamos a hablar. Estábamos en un lugar tranquilo pero así y todo era evidente que si no alzaba la voz en algunas ocasiones, tenía dificultades para oírme bien. Hablamos de la madurez y la vejez, del hecho de poseer una imagen tan poderosa, de los compañeros fallecidos, de las listas de éxitos, de Miami y de los diseñadores de moda como John Varvatos que se inspiran en él y en otros como él para sus colecciones.

Sexo a los sesenta

Iggy recurría constantemente sonidos guturales para subrayar algunas respuestas. Era vehemente sin ser violento, porque casi todo concluye con una sonrisa enfatizada por sus enormes ojos que son el faro de toda esa energía que le desborda. Iggy Pop es un tipo entrañable como casi todos los grandes nombres del rock & roll que han jugado con fuego y han sobrevivido a las quemaduras. Un personaje que sabe interpretar su papel sin despojarse de su propia honestidad. "Parece que no tienes derecho al sexo cuando pasas de los cuarenta", me comentó en un momento dado. "Aunque seas San Francisco de Asís y te pases la vida contemplando a los pájaros, esa idea nunca se va de tu cabeza”. Lo dijo con esa naturalidad que tienen ciertos feligreses de los bares a los que jamás te atreverías a llevar la contraria porque siempre saben muy bien lo que están diciendo, con esa voz grave que te recordaba que a pesar de los años, de las campañas publicitarias y de los paripés, solo existe un Iggy Pop.

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