VALÈNCIA (VP). La sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Ràfol de Salem muestra hasta el 6 de noviembre la gran variedad de usos que las sociedades del pasado dieron a los productos de mar con una exposición del Museu de Prehistòria de València (MUPREVA) donde se recogen las últimas investigaciones arqueológicas realizadas en el litoral mediterráneo peninsular sobre el aprovechamiento de recursos marinos.
En esta muestra itinerante, el MUPREVA expone más de un centenar de piezas que son réplicas de las muchas encontradas en yacimientos valencianos y cuyos originales se conservan en el museo de la Diputació, con una cronología de entre hace 30.000 y 3.000 años.
La información sobre el uso alimentario de productos marinos durante el Paleolítico superior es escasa ya que los yacimientos costeros están bajo el agua debido a la inundación de las plataformas costeras por la subida del nivel del mar al final del período glacial, por el uso alimentario de productos marinos durante el Paleolítico superior. A partir del Mesolítico –hace 10.000 años–, se consumirán moluscos como los berberechos, lapas y caracolillos, y peces como las doradas, rayas, lisas y corvinas. Estos productos del mar llegaron a yacimientos a más de 40 kilómetros de la costa, lo que constata el uso de sistemas de conservación, como el secado al sol o el ahumado.
Asimismo, las conchas se aprovechaban para la decoración cerámica, como recipientes o como alisadores y raspadores; también se confeccionaban cucharas, cucharones, agujas e instrumentos musicales (trompas). Los grandes huesos de cetáceos (costilla y vértebras) se usaron como mesas de trabajo o yunques. También se fabricaban adornos personales mediante tres procesos completos de fabricación: perlas discoidales, colgantes o botones arciformes y colgantes ovales.
Así, en el Neolítico antiguo se fabricaban colgantes ovales, anillos y brazaletes; en el Calcolítico se elaboraban botones y en la Prehistoria reciente perlas discoidales; también se aprovechaban las vértebras de peces de rayas y tiburones; muchos adornos podrían tener un valor simbólico, asociado al mundo funerario, como las conchas no perforadas ni manipuladas en cuevas de enterramiento, hace unos 5.000 años.
También se han descubierto casos excepcionales, como la presencia de un delfín mular depositado en un enterramiento de carácter secundario situado en una fosa junto a la desembocadura del Serpis. Este acto es considerado un hecho único y extraordinario, ya que nunca se había encontrado un cetáceo en un contexto funerario.