Este sábado por la tarde se espera que miles de personas nos reunamos en la manifestación del Orgullo LGTBI en Valencia, una marcha que este año lleva el lema ‘Conquerim la igualtat, TRANSformem la societat’.
En un día en que celebramos todos los logros conseguidos hasta ahora, pero también reivindicamos, entre otras cosas, la necesidad de avanzar hacia la igualdad efectiva que en muchos casos nos queda por conquistar, quien suscribe siente verdadera tristeza y vergüenza al percibir cómo se suceden comentarios contrarios a un día cuya celebración se fundamenta precisamente en la diversidad, la libertad y la igualdad de todas las personas.
Escuchamos afirmaciones tales como que "en la actualidad no existe LGTBIfobia", que "se trata de un problema que está superado", o en definitiva, que habría que pasar página y dejar de celebrarlo, ya que la sociedad Española es tolerante y "salir del armario ya no supone ningún problema". Pues bien, todo ello significa no solamente despreciar el clima de represión, vergüenza y clandestinidad vivido en nuestro país y que por desgracia se sucede en otros países como Rusia o Chechenia, sino también ignorar el clima de homofobia, desigualdades y estereotipos todavía latentes en nuestra sociedad.
No pocas veces se escuchan hirientes reflexiones tales como: “Si yo no voy por ahí diciendo que soy heterosexual ¿Por qué tiene que haber un día del orgullo gay?”
A todos ellos les digo que el día del Orgullo LGTBI no surgió para celebrar la orientación sexual de nadie, sino para reivindicar el derecho a vivir libre de persecución, insulto ni prejuicio alguno, para abrir las puertas a una sociedad en la que cada uno pueda vivir su sexualidad y expresarla libremente, sin ser insultado, ridiculizado o incluso marginado con motivo de su condición sexual.
A quienes utilizan tan velados argumentos, agradecería este columnista que mirasen a su alrededor, puesto que si bien es cierto que en España como en muchos países de nuestro entorno la homosexualidad se encuentra despenalizada, se siguen sucediendo hechos que muestran que la LGTBIfobia permanece latente sigue latente en nuestra sociedad.
Pese a los avances y escollos superados, seguimos siendo víctimas de agresiones, desprecios, comentarios y acciones homófobas de clara incitación al odio: hace escasamente una semana una conocida playa de Alicante se llenó de pintadas de "ZONA NO GAY".
Sin ir más lejos, quien les escribe ha sufrido en sus carnes la crueldad de la homofobia, el odio de un compañero de instituto cuyo único motivo de animadversión contra mi persona era mi orientación sexual, siendo su único objetivo el escarnio y vejación contra mi por “maricón”.
No obstante, más allá de la experiencia personal relatada, todavía seguimos encontrándonos con alumnos y alumnas que sufren en los colegios la crudeza del odio, humillación y desprecio de sus compañeros, por el hecho de expresar su orientación o amor hacia personas de su mismo sexo. Por ello mismo, tenemos que seguir luchando por visibilizar y concienciar sobre la igualdad y diversidad de todas las personas, enterrando conductas de odio y estereotipos, especialmente desde el ámbito educativo, puesto que son las personas quienes libremente eligen y construyen su amor, independientemente de su orientación e identidad sexual.
Por situaciones como éstas así como por muchas otras, reivindicamos que la del Orgullo es una manifestación justa, necesaria, diversa y enriquecedora, un día de celebración y conmemoración, para no olvidar de dónde venimos y ser conscientes del camino que nos queda por recorrer. El hashtag #OrgulloHetero está muy bien, tanto como el de #OrgulloLGTBI. No obstante, mientras a mi me sigan llamando ‘maricón’ en tono despectivo por utilizar este último, con la única intención, aunque no lo consigan, de vejarme y menoscabar mi dignidad, en cambio, ningún conflicto ni estereotipo suscita a nadie, quien libremente manifiesta su orientación heterosexual.
No se trata solamente, de que como a quien suscribe, se haya sufrido la vileza de que te llenen la mochila de pintadas con la palabra ‘maricón’ durante el colegio, de viajar en el metro y escuchar “maricona”, “bujarra” o “mariquita”. Espero que a quienes defienden que la celebración del Orgullo no es necesario, nunca les hayan intimidado e insultado por motivo de su orientación sexual, que no hayan tenido que esconder su sexualidad por miedo al rechazo. Puesto que cuanto venimos a visibilizar las personas LGTBI, es la diversidad, la naturalización de nuestra orientación e identidad sexual. Hemos tenido que pasar en ocasiones, el amargo trago de explicar a nuestras familias y círculos de amigos nuestra sexualidad, con el miedo al insulto, al rechazo y con el sentimiento de culpabilidad a cuestas. Un trance tan duro y nefasto de afrontar, tanto para uno mismo como incluso para en su caso la pareja, que supone un duro golpe y una huella en ocasiones imborrable para quienes han sufrido el miedo a la humillación y al desprecio. En definitiva, mientras la heterosexualidad ha gozado de reconocimiento, se ha naturalizado y en ocasiones se ha impuesto como única realidad, la homosexualidad y todo tipo de expresión e identidad de género se han encontrado tradicionalmente invisibilizadas y estereotipadas, cuando no reprimidas y castigadas.
A quienes siguen defendiendo burdos argumentos como los que tenemos ocasión de leer especialmente durante estos días, tales como que es “absurdo proclamar a gritos que somos maricones para que se nos respete”, les diría que pese a los avances legislativos y pese a haberse aprobado en la Comunidad Valenciana, la Ley Integral de Reconocimiento del derecho a la Identidad y Expresión de Género, apoyada por todas las formaciones políticas salvo por el Partido Popular, les diría que el miedo y aversión que pueden llegar a sufrir las personas trans, hasta poder sentirse realizadas y libres con su identidad sexual, o sin ir más lejos, el fenómeno de la conocida como ‘plumofobia’ que precisamente aparece en las aplicaciones de contacto hacia personas LGTBI, como pueden ser Grindr o Wapo, muestran las carencias de aceptación y sentimientos de culpa fruto de los roles y estereotipos que todavía hay que deconstruir, incluso dentro del propio colectivo LGTBI.
Decía Mekanoide, de manera muy acertada que “El día del Orgullo LGTBIQ+ posiblemente dejará de tener sentido en el mismo momento en que a nadie se le ocurra proponer un Orgullo hetero”. A la vista está que la celebración del #Orgullo es más necesaria que nunca, porque levantar la bandera del Orgullo es ponerse en pie por la diversidad, la tolerancia y el respeto entre todas las personas, pero especialmente, apostar la igualdad real de todas las personas LGTBI, sin distinción, agravio ni prejuicio alguno.
Hoy salimos a celebrar que cada persona pueda vivir y expresar libremente su sexualidad sin tapujos. El día de hoy, es un día de celebración de todos y para todos, también y aunque les pese a algunos, de las personas heterosexuales.
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Jesús Salmerón Berga es asesor de Ciudadanos en Presidencia de Les Corts Valencianes, abogado y activista por los DDHH