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el cudolet / OPINIÓN

El pasaporte valenciano

4/12/2021 - 

Los nacidos en los setenta vivimos prolongadamente dos pandemias globales, el VIH y la Covid-19. Eternizadas en el calendario, nos afectan individual y colectivamente en los quehaceres diarios, en las formas de relacionarnos o comunicarnos. Íntimamente y socialmente.  Dos enfermedades que tanto el preservativo como la mascarilla han frenado su expansión. Negar que el virus circula es de una magna ingratitud hacia el prójimo. 

No soy negacionista. Creo en la ciencia. Respeto y valoro el trabajo de los científicos. No comparto ciertas praxis de las farmacéuticas. Ni de los cerriles negacionistas. No consumo, si es por causa mayor químicos. Ni en las verduras, lo orgánico y natural sienta mejor al cuerpo. No, y digo No estoy vacunado. Ni la primera, ni la segunda. Ninguna. Decisión personal e intransferible. Todavía. Meditada. Tan solo he paseado por los pasillos de un hospital a causa de unas anginas, y un polipo. Agradecido a los sanitarios que me trataron.

Mi historial de intervenciones quirúrgicas es de baja intensidad. Alguna que otra vacuna en mi niñez y en el período de instrucción militar. Obligada. No he viajado a África por el momento, eso supone mucho rebajar en el casillero del pinchazo de la cartilla de  la vacunación sanitaria.Y por la puerta de urgencias, no dispongo de seguro privado, me han tenido que suturar unos diez puntos de heridas de guerra que llevo repartidas por mi blanquecina piel. Sin olvidarme del paso por la Casa de Socorro de Ruzafa sonrojando a mis viejos. En resumen, no he costado mucho al Sistema Nacional de Salud. 

Hoy entra en vigor una normativa, temporal creo, respetable, no compartida con la generación del prohibido no prohibir, que en mi opinión segrega y discrimina a los no vacunados. Vulnera leyes fundamentales de libertad, a los que cumplimos la normativa de salud pública. Entiendo que se diseña con las mejores intenciones, pero, habiendo convivido con el virus y la vacuna me cuesta comprenderla. A veces pienso que estas enmiendas de carácter temporal de la España plurinacional, amparadas por los Tribunales de Justicia, traspasan la libertad individual del ciudadano. 

Y, ya no sé si están consensuadas con los administradores de las cuentas públicas para no soportar un aumento del déficit presupuestario del Sistema de Salud, porque la Administración es una “empresa” recaudadora. Al año, el tabaquismo nos cuesta casi 60.000 muertes según los datos oficiales. Claro, la recaudación a través de la venta de nicotina supone situar a esta industria en el 4º puesto del ranking nacional de recaudación ¿Hipocresía?

Recurro a la lectura de la Desobediencia Civil de Thoreau para calmar mi ánimo. No enojarme. Y menos discutir. A algunos políticos de esta nueva era no se les recordará por ser seguidores de la palabra de Nelson Mandela. Seguiré frecuentando los bares de proximidad, a esos que puedo traspasar el umbral de la puerta sin ofrecer mi nueva identidad, sin pasaporte, sin visado. Ya dispongo de uno, a los patriotas le gustará leer esto, ¡El español!  Por cierto no lo encuentro, quizá esté caducado. No necesito otro más.  En cuanto a mí, mi mayor sueño era evitar el mayor número de gente posible. Cuanta menos gente veía, mejor me sentía. (Charles Bukowski) 

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