VALÈNCIA. El pasado 30 de julio, durante la clausura del XIII Congreso Nacional del PSPV-PSOE, el reelegido secretario general del partido, Ximo Puig, anunció que no volvería a optar al liderazgo de la formación del puño y la rosa: "Esta es la última vez que me presento a un cargo orgánico", aseguró en Elche ante un auditorio repleto.
De esta manera, el también presidente de la Generalitat dejaba claro que optaría a la reelección en las elecciones autonómicas para proseguir una legislatura más al mando del Gobierno valenciano pero que no entraría en el proceso orgánico previsto para 2021, en el que salvo debacle que obligue a un cónclave extraordinario, se decidirá su sucesor al frente del PSPV. Un heredero que, además, gozará de buenas posibilidades para ser el futuro candidato a la Generalitat, dado que Puig también ha comentado en más de una ocasión que no aspira a ser jefe del Consell más de dos legislaturas.
A Ximo Puig, así lo comentan muchos de los que bien le conocen, no le entusiasman las cuestiones orgánicas, sino la gestión y acción de gobierno. De hecho, suele reiterarse casi como una letanía que el líder socialista ha colmado todas sus aspiraciones políticas siendo presidente de la Generalitat. O lo que es lo mismo, nunca ha ambicionado un ministerio o, al menos, no ha contemplado su privilegiado puesto en el Palau como un trampolín para responsabilidades estatales.
Esto no significa que el secretario general del PSPV no sepa remangarse y pisar las agrupaciones ante un peligro de competencia real como ocurrió con la candidatura del alcalde de Burjassot, Rafa García, con el que tuvo medirse el pasado mes de julio para conservar el liderazgo. No obstante, su victoria en las primarias y el citado anuncio en el XIII Congreso Nacional de futura retirada -algunos todavía discuten internamente que lo hiciera público- contribuyó a que se abriera la carrera por la sucesión. Es decir, fue el propio Puig quien activó el 'posximismo'.
De hecho, algunos veteranos dirigentes del PSPV consideran que aquel anuncio ha contribuido de forma importante a los problemas internos que se están produciendo con motivo de los próximos congresos provinciales. Hasta el momento, hay más de un aspirante -en Castellón se perfilan hasta cuatro- para optar a los distintos liderazgos de las tres demarcaciones. No todos los que dan un paso adelante pretenden situarse en la carrera por relevar a Puig, pero que exista un horizonte de salida fijado para el secretario general sí implica un incremento de los movimientos para tomar una buena posición en el ámbito orgánico.
Más aún cuando, aunque nadie en el entorno de Puig parezca contemplarlo, pudiera darse la situación de que el presidente de la Generalitat no lograra repetir en su cargo ya fuera por verse superado por un acuerdo entre PPCV y Ciudadanos o por Compromís. Un hecho catastrófico para la formación socialista que incluso podría acelerar el relevo del líder del PSPV en el partido.
Con este escenario, no resulta extraño que en Alicante dos de los activos con mayor proyección del partido, el alcalde de Xàbia y portavoz en la Diputación de Alicante, José Chulvi, y el alcalde de Elda y presidente de la FVMP, Rubén Alfaro, hayan mostrado su intención de presentarse para liderar el partido en esa provincia. Todo ello sin olvidar a que algunos también postulan al alcalde de Elche, Carlos González, como tercera vía para el mismo propósito. Un ejemplo claro de dirigentes con futuro que han considerado importante posicionarse de cara a lo que pueda ocurrir en la próxima legislatura.
También de alguna manera ha ocurrido esto en la provincia de Valencia. Las aspiraciones de la diputada Mercedes Caballero, próxima al secretario de Organización federal, José Luis Ábalos, no tienen posiblemente una intención de relevo sobre Puig, pero sí de que este sector del partido tenga una posición fuerte ante la futura salida del líder del partido, sobre todo si fuera precipitada. En este sentido, ha sido lógica la maniobra del presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, otro joven dirigente con gran proyección en el PSPV, que ha tanteado el terreno para competir por el puesto, descartándolo finalmente. De la misma manera, su movimiento ha despertado los recelos -cuando no la oposición- de otros referentes de futuro como el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, al que no le convenía que Rodríguez tomara una posición de fuerza ante el conocimiento de que Puig no volverá a liderar el PSPV.
Unas circunstancias que, de alguna manera, también se repiten aunque en este caso con mayor diversidad en Castellón, dado que esta provincia tendría más complicado situar a un futuro relevo para Puig porque precisamente el actual líder proviene de allí y porque carece de un peso en militancia como el de Alicante y Valencia. Ahora bien, obtener la Secretaría General de la provincia también resulta fundamental para los dirigentes allí arraigados para tener una voz sólida en el proceso autonómico que se abra tras la marcha de Puig.