Les Corts se convirtieron ayer en un escenario de populismo económico, con un guión que olía a refrito y que sirvió para que de nuevo volaran líneas ya escuchadas en otras ocasiones, de esas que nos tratan como a borregos electorales, de las que prometen bajadas de impuestos y bienestar al mismo tiempo. Pura demagogia.
A lo largo de esta legislatura hemos asistido a diversos momentos en los que el Partido Popular ha intentado colar en el debate público su presunta intención de rebajar impuestos. Si recuerdan bien, había que rebajarlos porque a ojos de los populares servían para pagar ministerios innecesarios y otras argumentaciones de este tipo como que el Gobierno se forra con los impuestos que la ciudadanía paga en gasolina y luz. Ahora, decía esta semana el futuro candidato a la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, “hay que bajarlos” porque son la causa de la inflación y es inmoral mantenerlos.
Relacionar la inflación con los impuestos, en un contexto de dificultades, sí que es inmoral. El shock de precios que sufrimos los consumidores y consumidoras no proviene de los impuestos, sino de los costes de la energía. La causa de la inflación que sufrimos está estrictamente relacionada con los precios de la energía. La guerra de Ucrania la ha intensificado, sí. ¡¡¡Que el gas ha subido un 470%!!!
Los impuestos no son la causa de ninguna inflación, sirven para que la administración devuelva a la sociedad una estructura desde la que pueda crecer la persona: colegios, profesorado, hospitales, etc. La ocurrencia de bajada de impuestos generalizada del PP es descabellada y así lo advierten el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y, más cerca, el Banco de España.
Si elimináramos los impuestos a los precios como pide el Partido Popular, no solo es que no se detendrían en su ascenso, es que continuarían subiendo, pero con un problema añadido. El agujero de recursos públicos lo sufrirían precisamente aquellas personas y empresas a las que queremos proteger. ¿Qué parte del servicio que ofrece la Administración Pública recortamos? Eso no lo dicen los populares.
Y no solo eso. Hay una deuda que pagar. No voy a entrar en la deuda autonómica, que ya es. Me centraré en el desarrollo de la economía estatal: desde la crisis financiera de 2008, el Estado español acumula una deuda que supera el 100% de nuestro Producto Interior Bruto, y que en los últimos dos años ha visto su factura aumentada por los años de pandemia. Eso se tiene que pagar. Y no hay margen para la rebaja fiscal. El Estado debe 1,4 billones de euros y esto no se soporta bajando impuestos.
Más que un plan sensato, el del PP parece un plan perverso para desmantelar el estado de bienestar o un déjà vu de mal gusto. ¿Recuerdan cuando Mariano Rajoy llegó al gobierno del Estado prometiendo la mayor bajada de impuestos como solución a los vaivenes de las familias en crisis? Fue el gobierno democrático que mayor recorte de servicios públicos hizo y más impuestos subió. A toda la ciudadanía: subieron el IVA sin distinción, a ricos y pobres. Recortando en servicios imprescindibles como la sanidad y la educación. Impulsando en paralelo una reforma laboral que precarizó la vida de casi toda la clase media, y en especial de la juventud.
Que sea el PP el que busque posicionarse ante la ciudadanía como el defensor de la fiscalidad de las rentas inferiores no deja de ser una broma macabra en la Comunitat Valenciana, donde hasta que ostentaron al poder fuimos el territorio del Estado donde más pagaban las rentas bajas que las altas y teníamos los mayores índices de desigualdad del Estado. Esa situación comenzó a revertirse ya la legislatura pasada por el gobierno de Compromís y PSPV-PSOE, que han reducido hasta siete impuestos, con la progresividad debida, a quien menos puede pagar. En Andalucía, donde los populares llegaron al poder hace tres años, lo hicieron con una promesa de bajada de impuestos generalizada: en 2022 ya se puede confirmar que solo se los han bajado a las grandes fortunas. Lo mismito que hizo en Galicia el flamante jefe del PP, Alberto Núñez Feijoo, hasta hace cuatro días presidente gallego. Ahora le pide al Gobierno que rebaje impuestos que dependen de gobiernos autonómicos. El acabose.
Los mantras del dinero en el bolsillo de los ciudadanos, eso de que a menos impuestos más recaudación, es puro populismo, un manual de cómo construir castillos en el aire. Esconden estrategias electorales y se venden como soluciones milagrosas a problemas, como hemos visto, inventados.
La solución a la inflación pasa por la apuesta de cambiar el modelo energético y el sistema de formación de precios de la energía, además de un crecimiento responsable de instalaciones de energías renovables. Y es que, en el fondo, todo este discurso de vendedores de crecepelo funciona como cortina de humo de un pasado que tiene muchos datos que ocultar a la hora de entender el porqué de la inflación: el reventón que hubo por parte del PP de Mariano Rajoy de toda la industria de renovables que habían puesto a España a la cabeza de un proceso que hoy en día es determinante no solo para la lucha contra el cambio climático internacionalmente, sino también para nuestro bolsillo.