VALÈNCIA. Abandonado desde hace años y con más de un tirón de orejas a la administración por no tomar cartas en el asunto, el refugio antiaéreo de la calle Serranos se recupera de la desidia con un proceso de rehabilitación que ya ha encendido lo motores. El Ayuntamiento de València, a través de la concejalía de Patrimonio y Recursos Culturales, se ha puesto manos a la obra y, aunque los trabajos se alargarán durante varios meses, el refugio de la Guerra Civil muestra ya un nueva cara. Con el color de sus muros de un uniforme tono grisáceo y el histórico letrero con la palabra 'REFUGIO' en letras art decó, el refugio inicia así su proceso de rehabilitación que, tal y como anunció la edil Glòria Tello en la inauguración del refugio del consistorio, le llevará a convertirse en un espacio para actos culturales.
Fue en septiembre de 2013 cuando la asociación Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural Valenciano inició un expediente por el que demandaban una urgente intervención en un espacio histórico cuyo estado dejaba mucho que desear. Abandonado, lleno de pintadas, con contenedores de basura pegados a la fachada y anexo a un edificio en ruinas que en 2009 afectó al refugio tras un derrumbe. Así describían desde la entidad la situación del inmueble en la primera queja presentada para tal efecto, un expediente que resultó en distintas recomendaciones del Síndic de Greuges a la administración, tirones de orejas que no fueron oídos por el Ayuntamiento de València hasta ahora, que el refugio se prepara para abrir sus puertas en unos meses.
Catalogado como Bien de Relevancia Local (BRL), el refugio es de planta alargada y está sustentado por robustas columnas rectangulares, un espacio que acabó siendo utilizado como casal fallero, por lo que se llevaron a cabo distintas obras en su interior. Con una capacidad aproximada de 400 personas, el espacio –abandonado en el tiempo más reciente- conserva los bancos corridos de las paredes y en torno a los pilares y conserva completo el letrero de ‘REFUGIO’ de la calle Serranos 25 que hoy vuelve a brillar. “Se está trabajando en la recuperación del refugio de la calle Serranos, que es civil, y otro en Massarojos y, aunque es difícil, pienso que en breve estarán también en marcha”, explicó recientemente a Cultur Plaza Miguel Mezquida, arquitecto responsable de la recuperación del refugio ubicado en el consistorio.
Efectivamente, el de la calle Serranos se sumará al resto de refugios de la ciudad que ya pueden ser visitados por el público, entre los que se encuentra uno recientemente rehabilitado en el propio edificio de la casa consistorial. Construido en 1938, se trata de un refugio de tipo escolar con capacidad para 700 niños del centro educativo que estaba situado en un lateral del propio edificio del Ayuntamiento. Constaba de dos entradas simétricas a través de escaleras y cinco naves cubiertas con bóveda rebajadas de hormigón, naves que disponían de bancos corridos de obra para que los niños se sentaran mientras esperaban a que pasara el peligro. Estos bancos, sin embargo, desaparecieron cuando en los años 60 empezó a utilizarse como almacén de documentos, siendo modificado pocos años atrás para construir la actual cochera.
Construido por el arquitecto José Luis Testor, las modificaciones posteriores continuaron poniendo en peligro la recuperación espacio, al que se añadieron baldosas hidráulicas o se independizaron las naves instalando puertas. Para devolver el espacio a su aspecto original el consistorio invirtió aproximadamente 212.000 euros, un refugio que ahora puede ser visitado por el público, aunque no será el único que vea la luz, una representación necesaria aunque muy lejos de los aproximadamente 300 que se construyeron en su día. También se prevé que este mismo año abra sus puertas el refugio antiaéreo con el que la Fundació Per Amor a l’Art se topó por sorpresa durante las obras de adecuación de la fábrica de bombas hidráulicas Bombas Gens, ahora reconvertida en centro de arte.
Tras ser incautada por el bando republicano para fabricar bombas de mortero, la fábrica fue objeto de numerosos ataques, por lo que no es extraño que contara con su propio refugio para los trabajadores de la compañía valenciana. El interior de la estancia, que no dispone de los habituales bancos corridos de obra, sí conserva otros elementos característicos de este tipo de construcciones, tales como los letreros con mensajes dirigidos a los ocupantes del refugio, en los que se dan una serie de recomendaciones de uso e higiénicas como por ejemplo no fumar, no escupir o no tirar inmundicias. “El diseño original de este refugio hacía que las personas que se alojaban en él pudieran recibir daños si caía una bomba, tanto a causa de su onda expansiva como de la metralla. Es por esto que se construyó, a modo de escudo, un gran pilar de hormigón de sección octogonal”, explicó al respecto la arqueóloga Paloma Berrocal, arqueóloga del proyecto.