Una semana más el calor aprieta. Sigo desplazándome por la ruta del 25-CV-500. La nuestra. Me trae muchos recuerdos la ruta. El tráfico es denso. Apenas he recorrido pocos metros desde el sábado pasado. El Recatí está en fiestas. Veneran a la Virgen del Carmen. Me detengo en el restaurante Vert i Blau. Un clásico. Abrió sus puertas nada más y nada menos que en el año 1962. Me recibe Amparo Gabino, la jefa, con permiso de Pepe y María José. Lo controla todo con el rabillo del ojo. Con el pinganillo en la oreja y atendiendo al teléfono no para de anotar reservas en la agenda, se acerca el fin de semana.
Nos sentamos en una mesa con vistas a la barra. Mi amigo Ady nos acompaña. Una barra que lleva en pie desde 1962. Rígida y sobria. Me abruma como Amparo se aferra a ella. Es santo y seña del lugar ¿Cómo acabasteis aquí?. "Pues mira Pedro mi abuelo venía a trabajar a la huerta en bicicleta desde Catellar-Oliveral y decidieron comprar una casita aquí". Después vino la adquisición de los terrenos. Y finalmente sus padres Vicente y Amparo con la ayuda del tío Ramón abrieron las puertas del restaurante para servir magníficos arroces a turistas y vecinos de la localidad.
La carta del Vert i Blau es amplia. Lo mismo que sus vinos. Amparo saca pecho de ellos. Siempre está en constante evolución. Creciendo. No solo el restaurante fue el único negocio que trabajaron. Aprovecharon el boom turístico para abrir un hotel en los setenta. Muy familiar. Temporada tras temporada los clientes siempre eran los mismos. Seguimos con la conversación. La cámara es de antaño. Preciosa. Detrás de la barra. Conservando bien las bebidas. Una joya.
Le pregunto por el plato estrella de la casa. La famosa patata Amparín. No le gusta que la bautice como un “orgasmo culinario” cuando uno la prueba. La receta es secreta. Solo sé que lleva carne i ali-oli. Brutal. Deliciosa. Obligada para quién se detenga en el Vert i Blau. El resto de la carta es el clásico menú valenciano, fresco y elaborado con productos locales. Son maestros arroceros. Ellos mismos lo cosechan. Y en cada paella, el arroz ha salido de unos metros más atrás.
Quisieron crecer más pero al estar situados en pleno Parque Natural, las estrictas leyes medioambientales frenaron un proyecto de construcción de un hotel de playa. No por ello han dejado de evolucionar y la última apuesta ha sido la ya clásica terraza “ Tertulia” un espacio acogedor para degustar, hablar, beber y compartir con los amigos y familiares una velada encantadora. Es la hora de comer, no le quiero robar más tiempo a Amparo. Me ha encantado poder ver con mis propios ojos las cocinas y los salones que trabajan casi 25 personas. Una plantilla muy profesional que cada día dan de comer a los forasteros que se detienen en la curva de El Recatí. Me marcho del Vert i Blau sabiendo que la receta de la patata Amparín seguirán siendo un secreto...