VALÈNCIA. El Teatre el Musical (TEM) inicia temporada y, en cierta medida, abre un nuevo ciclo. A principios de año aterrizó en la sala municipal Juanma Artigot como nuevo coordinador artístico, con la misión a corto plazo de dotar de contenido a la sala y, a largo, de afianzar y avanzar en un proyecto que todavía sigue siendo joven. Junto con la concejala de Acció Cultural, Maite Ibáñez, presentó ayer la programación para esta segunda parte del año, meses marcados por la presencia de compañías valencianas y, también, por un impulso a los proyectos que van más allá de la mera exhibición. Y es este uno de los grandes objetivos de la sala. “Queremos un TEM que vuelva a recuperar la vitalidad, que esté habitado, sea habitable y que pueda dar servicio a la creación, sobre todo, local”, expresó Artigot durante la presentación. En cuestión de ‘habitabilidad’, la temporada comienza con buenas noticias, la eliminación de restricciones de aforo. “Ha sido un año de recuperación de normalidad, hoy podemos decir que estamos al 100% de aforo, que es una alegría”.
Ahora toca volver a enamorar al público y esta labor pasa por dar uno (o dos) pasos más allá de la exhibición. Uno de los casos paradigmáticos ha sido el trabajo desarrollado por la compañía El Conde de Torrefiel, que abre temporada este fin de semana con Ultraficción Nr.3/Complicidad de materiales anónimos, un proyecto creado bajo el ala del festival Russafa Escènica y que surge tras un “intenso” taller de creación e investigación en el que participan distintos alumnos de interpretación, un proceso que ha llevado a cabo su parte final en las instalaciones del TEM. “Es una creación exprés, es muy intensa. Será de trazo gordo, lo que no quita que hay una línea solida en el ámbito conceptual y estético”, explicó Tania Beleyer, de la compañía El Conde de Torrefiel. Este trabajo supone el tercer capítulo de un proceso de investigación que culminará con un estreno en mayo de 2022.
También Patricia Pardo ha desarrollado su proyecto en las instalaciones del TEM, en lo que califica de una suerte de “residencia técnica”. “Es fundamental que los espacios públicos puedan ofrecer a las compañías espacios de trabajo, no solo de exhibición”, subrayó. En este sentido, cabe recordar que el Ayuntamiento está en proceso de crear el centro de producción de artes escénicas Bombalino, situado a pocos metros del TEM, y que en dos años será el encargado en cierta medida dar respuesta a esta necesidad de los profesionales del sector. Pardo estrena en el TEM Madonna, un espectáculo coreográfico que reflexiona en torno a la maternidad, un estreno absoluto al que también se suma el El xiquet que volia una falda escocesa, una pieza que adapta la novela homónima de Adrián Novella
En este trabajo por ser un espacio que va más allá de la exhibición, el TEM planea no solo acciones enfocadas a las compañías sino también dirigidas al público (o los públicos) con nuevos proyectos. “Tenemos previsto crear un club de espectadores, de lectura, que estén acompañando el proceso más allá de la exhibición”, anunció Artigot. La idea pasa, pues, por conectar a los potenciales espectadores con aquellas piezas que pasen por la tablas del teatro, una labor de relación que, en última instancia, busca afianzar público, siendo esta la gran batalla (e interminable) de las industrias culturales. “Queremos crear un espacio físico de encuentro y reflexión. Vamos más allá de la exhibición. Este año, además, implementaremos de manera complementaria a la formación, la mediación social”.
Dice el coordinador artístico de la sala que la programación de esta temporada se caracteriza por ser diversa, enfocada a la inclusividad y comprometida con las realidades actuales, elementos que se ven en piezas como L’abraçada dels cucs, que reflexiona sobre el suicidio desde la comedia “La salud mental es la gran pandemia del siglo XXI”, apuntaba su director, Sergio Caballero. En el terreno de la danza destacan propuestas como Mucha Muchacha, una reivindicación de las figuras femeninas silenciadas por el Franquismo; El jardín de las Hespérides, un proyecto de investigación sociocultural de la coreógrafa Alicia Soto con mujeres españolas y marroquíes o Figuras del umbral, donde Javier Martín plantea un enfrentamiento con nuestros miedos a través del baile.
De regreso al ámbito del teatro, la sala acogerá piezas como Demà no hi ha classe, un texto de Juli Disla, Jaume Pérez y Toni Tordera que convierte el espacio escénico en un aula; Hi ha una sirena al meu saló, una emotiva historia de amor entre un padre y su hija firmada por La Teta Calva; o Querido capricho, donde el granadino Tomás Cabané reflexiona sobre el concepto de espera y amor en sus múltiples formas. Completa la programación el teatro de objetos de los mallorquines La Mecánica en Las pequeñas cosas y la historia de un hombre corriente transformado por el teatro en Con lo bien que estábamos, a cargo de la formación de Zaragoza Nueve de Nueve.
Entre las colaboraciones que dibuja el TEM para estos meses destaca el proyecto València Dancing Forward, que el año pasado no pudo celebrarse a causa de la pandemia, un encuentro que acogerá a bailarines de toda Europa. También será sede del festival de circo Contorsions, con una edición excepcional en noviembre tras el aplazamiento de la anterior, a la espera de que en 2022 regrese a su fecha habitual, en abril, así como una segunda edición del ciclo de poesía viva Rimbomba, que sumará propuestas de Gonzalo Escarpa, Dyso o Bibiana Collado. El Año Berlanga también estará presente en el TEM aunque, ciertamente, de una manera sui generis, pues se conectará a través de una jornada de conciertos en los que participará Soleá Morente, Tronco y L’Últim Europeu y una exposición en el vestíbulo que se podrá ver ese mismo día. No será el único momento en el que la música esté presente en el teatro municipal, que incluirá actuaciones de Club de Río o M. Ward, que realizará un homenaje a Billie Holiday.