VALÈNCIA. El reto del proyecto para la futura Torre Eólica de València no es sólo que la estructura de 170 metros de altura se mantenga en pie, como cualquier edificio, sino que además aproveche al máximo la potencia del viento para generar cuanta más energía, mejor. Un doble desafío de la ingeniería detrás del cual hay mucha, pero mucha ciencia. En la Universitat Politécnica de València (UPV) lo saben bien.
El despacho de ingeniería del arquitecto Fran Silvestre -el responsable del macroproyecto- ha encargado a la universidad probar la resistencia y el funcionamiento de esta macroestructura en su Instituto Universitario CMT - Motores Térmicos de la UPV. Allí, en una de las naves que el campus dedica a la investigación en laboratorios de pruebas, un equipo de la universidad valenciana va a someter a la Torre Eólica -a una recreación de la misma- a turbulencias y vientos similares a los que se va a encontrar en el Puerto de València.
"La torre tiene dos funciones: una es actuar como un edificio que contiene oficinas y con un diseño que debe soportar las cargas del viento. Pero además, incluye aerogeneradores, por lo que no sólo tiene que aguantar el esfuerzo del viento para no caerse, sino que debe aprovecharlo". Al habla, José Ramón Serrano, el responsable de la investigación en el Instituto, para quien la conjunción de ambos factores hace este estudio "todavía más interesante". Lo explica predispuesto a mostrar a Valencia Plaza el 'campo de pruebas': el túnel de viento.
Serrano lo presenta diseccionado, por partes. Es el más grande de España, subraya, y puede recrear vientos de hasta 140 kilómetros por hora, como un huracán de categoría 1. Y aunque su mecanismo sea de algún modo lógico, no es ni mucho menos común: está diseñado por el propio Instituto, encargando cada una de las piezas ad hoc a empresas diferentes, y su objetivo no es otro que simular, a partir de la aerodinámica, las condiciones reales en el interior de un gran 'cañón', de tres metros de altura por tres de ancho.
Un extremo se encaja en la pared de la nave y permite la entrada de aire del exterior; y al otro lado, nueve aspiradores de 450 kW de potencia -la de cuatro vehículos todoterrenos, para ponerle magnitud- lo succionan y crean una corriente a lo largo del túnel. Es en ese trayecto donde los expertos 'manipulan' el chorro de aire a voluntad y generan así las turbulencias deseadas. Para ello, primero de todo, en la entrada se sitúan múltiples mallas metálicas que corrigen las turbulencias externas y permiten la entrada del viento de manera unidireccional. A partir de ahí, se "construye" el viento 'de laboratorio'.
"Como las maquetas que utilizamos son mucho más pequeñas que en la realidad, las turbulencias que necesitamos también deben ser muy pequeñas", explica el catedrático de la UPV en este sentido. Así, en el interior del túnel se sitúan las maquetas que recrean, por ejemplo, los edificios de la fachada marítima de la ciudad, que funcionan de "obstáculos". Y más allá, la Torre Eólica. "Así, ponemos elementos que vuelven a construir la turbulencia a la escala que toca", subraya Serrano.
Con el viento ya recreado y medido, sólo queda examinar cómo afecta su impacto sobre la estructura del objeto de estudio, en este caso, la Torre de Silvestre. Sobre ella, el también catedrático asegura que su "diseño básico ya está concebido". Ahora bien, tras las pruebas, algunas cuestiones como la orientación de la estructura o "alguna parte de la geometría podrían cambiar el aspecto final". A la postre, recalca, se trata de una relación "interactiva" entre la funcionalidad de la torre -generar energía- y su diseño -la belleza del hito- para la que hay que encontrar un equilibrio.
Por el momento, las primeras tomas de contacto con el estudio han sido con una maqueta de tamaño reducido. Pero lo ideal, insiste Serrano, es llevar a cabo las pruebas con una recreación "lo más grande posible", que quepa en el túnel y salvando ciertas distancias alrededor de la figura para evitar distorsiones en el viento. Esto permitirá que las turbulencias a recrear no tengan que ser tan pequeñas. "La maqueta que probaremos está construida con una escala 1 a 100, creemos que es el ideal".
Por el momento, se han realizado las primeras pruebas, pero el Instituto busca financiación público-privada para aprovechar el túnel de viento y hacer los ensayos necesarios para examinar y mejorar el proyecto de la Torre Eólica. Así, cuando este cuente con los permisos necesarios y la inversión esté amarrada, se desarrollará el grueso de los estudios para la iniciativa. El equipo encabezado por Serrano espera también, en ese marco, encontrar líneas de ayudas de la administración dirigidas a la innovación y la investigación. Por ejemplo, las de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI).
"La Torre Eólica va a ser un hito y su investigación puede servir no sólo para el proyecto que se va a hacer en el Puerto de València, sino para los de otros muchos puertos", sostiene Serrano, quien recuerda que los expertos de la universidad no pueden trabajar si no hay financiación: "No tenemos ánimo de lucro, pero tenemos gastos de todo tipo que sufragar", subraya. El Instituto trabaja proyecto a proyecto para conseguir el dinero necesario para su desarrollo. Y la Torre Eólica no es la única iniciativa que tiene entre manos para aplicar la tecnología de este túnel de viento. Por ejemplo, empresas aeronáuticas han encargado otros ensayos a la universidad.
La propuesta, diseñada por el despacho de Silvestre con el respaldo financiero de Net de Gerrers, está en fase de negociación con la Autoridad Portuaria de València (APV). El Puerto es, precisamente, el propietario de los terrenos donde se pretende ubicar el hito. El presidente de la Autoridad Portuaria, Aurelio Martínez, señaló antes de verano que se encontraba "en negociaciones" con los promotores y que, a priori, por parte del Puerto "no hay inconvenientes si se cumplen las condiciones".
Así, ambas partes trabajan para pulir el proyecto definitivo que finalmente pueda aprobarse. Con todo, será necesario, además de los permisos de construcción y actividad, la modificación del planeamiento urbanístico de la zona. Un paso que, según Martínez, es "sólo un trámite" y que deberá aprobar el Ayuntamiento de València.