El veto de Ferraz enfada al PSPV, que moviliza a alcaldes contra la decisión y propone un subterfugio para ningunear al líder socialista
VALENCIA. Las chispas provocadas este martes por el intento de una candidatura conjunta en el Senado del PSPV con Compromís y Podemos prendieron definitivamente ayer en la capital de España. Desde la calle Ferraz de Madrid, donde se ubica la sede federal de los socialistas, insistieron en el veto a la conformación de una coalición de estas características, lo que terminó de encender los ánimos en Blanquerías. Así, el líder del PSPV, Ximo Puig, tan insistente en la idea de crear el problema valenciano respecto a cuestiones como la infrafinanciación, trasladó un quebradero de cabeza a Pedro Sánchez que amenaza con alargarse varios días.
Y es que los socialistas valencianos hicieron público un ardid, un subterfugio, para burlar el control de la dirección federal del partido: un acuerdo encubierto a través del cual no habrá un pacto oficial pero sí existirá una confluencia de las citadas fuerzas.
El método para alcanzar esta condición consiste en que PSPV, Compromís y Podemos presenten un solo candidato -en vez de los tres habituales- por cada circunscripción, compartiendo mailing e instando al voto de los aspirantes propuestos aunque pertenezcan a formaciones diferentes.
Una estrategia factible pero que, según fuentes socialistas, debe contar igualmente con la aprobación de Madrid, dado que la comisión de listas federal es la encargada de aprobar las candidaturas para que después sean ratificadas por el comité federal. Es decir, desde Ferraz podrían modificarse las listas enviadas desde Valencia. Una circunstancia contemplada en los estatutos pero, eso sí, poco habitual dado que se suele dar libertad a las distintas federaciones para situar a los candidatos deseados.
En este sentido, la reunión convocada por Podemos para hablar de esta posible candidatura conjunta en la Cámara Alta fue aplazada. Las declaraciones entre Madrid y Valencia se cruzaron a lo largo del día poniendo de manifiesto, pese a que no se produjeron estridencias graves, la nula sintonía entre Pedro Sánchez y los suyos y el presidente Ximo Puig y su entorno.
Desde el PSOE ven la maniobra de los socialistas valencianos como inoportuna e incómoda, puesto que desmonta parte de la estrategia elaborada contra la formación que lidera Pablo Iglesias. Más aún cuando horas antes, Pedro Sánchez ya había manifestado públicamente su rechazo a confluir juntos al Senado en el ámbito estatal con el ya conocido: "No, gracias".
Las razones, según fuentes del partido, son diversas: para empezar, la idea de que se envía al electorado un mensaje de debilidad y, por otro lado, porque condiciona los posibles acuerdos posteriores de investidura. O lo que es lo mismo, si el PSOE pacta con Podemos para el Senado, ¿por qué no llegaría a un acuerdo para un gobierno? Una circunstancia que, de nuevo, enviaría posiblemente a Pedro Sánchez a tener que enfrentarse a abrir el melón territorial y el diálogo con los independentistas.
En esta línea, desde el PSOE se insiste en que las elecciones son estatales y subrayan que el objetivo final de Podemos es, como ha evidenciado con el pacto con IU, la de "suplantar" a la formación socialista. Sobre ello, fuentes socialistas en Madrid deslizan que la propuesta defendida por Puig emana del problema de "debilidad" que sufre el PSPV para "preservar el control sobre su pacto en el Consell", además de para "ponerse el escudo" frente a sus socios del Botànic ante una campaña electoral complicada.
Por el contrario, los socialistas valencianos con Puig a la cabeza reclaman la oportunidad de arrebatar el dominio que tiene el PPCV en cuanto a los representantes en el Senado. En este sentido, cabe recordar que el 20D los populares consiguieron nueve parlamentarios en la Cámara Alta por dos del PSPV y uno de Compromís. Con el citado pacto, los resultados podrían invertirse: una situación que desde Blanquerías consideran fundamental porque fortalecería "la voz valenciana" en el Senado y contribuiría de cara a arrebatar la mayoría que tiene el PP en esta cámara que puede bloquear una posible reforma constitucional, además de otras reivindicaciones netamente valencianas.
Si bien Puig insistió a lo largo del día en que su posición no implicaba "rebelión" ni "confrontación", la dirección del PSPV trabajó duro por la tarde para encontrar un respaldo firme y consistente por parte de alcaldes (141 en concreto) y portavoces municipales (87) respecto a la propuesta de la Ejecutiva Nacional de negociar el citado acuerdo para el Senado con Compromís y Podemos. Una iniciativa que respaldaron algunos dirigentes destacados que se sitúan al lado de Sánchez, como el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri. Mientras, otros responsables destacados como el secretario general provincial, José Luis Ábalos, afeaban el empeño de Puig con la candidatura conjunta.
Con estos mimbres, se espera que en las próximas horas pueda producirse un encuentro entre los equipos negociadores de estas formaciones así como por los líderes autonómicos de las mismas, el propio Ximo Puig, Mónica Oltra y Antonio Montiel. El acuerdo bajo el citado formato encubierto tiene particularidades que deben abordarse: por ejemplo, para lograr el objetivo deseado, deberían acudir los representantes de los tres partidos para inscribirse al mismo tiempo para que sus candidatos aparecieran correlativos.
En cualquier caso, las dudas de que Puig y sus socios puedan salirse con la suya son más que razonables, dado que desde Ferraz no parecen dispuestos a dejar vía libre al truco ideado desde el PSPV y estaría por ver si el resto de barones, empezando por la andaluza Susana Díaz, están dispuestos a incendiar el Comité Federal del PSOE a un mes de elecciones si se produce el bloqueo a la candidatura al Senado que propone Ximo Puig.