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reflexionando en frío / OPINIÓN

El alcalde al que no eligieron sus vecinos

13/06/2023 - 

Creo que se debe poner coto al esperpento de los pactos postelectorales, no sólo porque en ocasiones la cocción de esos acuerdos desvirtúan la legitimidad al estar bañados en una sopa de siglas, sino porque también pretenden alterar la voluntad popular tergiversando la aritmética electoral. Se dan casos en los cuales un partido que no ha sido el más votado ansía conseguir en los despachos lo que no han logrado en las urnas; personas a las que los comicios les han elegido concejales rasos pero que por la gracia del consenso institucional de la puerta de atrás logran convertirse en alcaldes. Con el surgimiento del multipartidismo y la obligación pactista por parte de las formaciones se da la circunstancia,  de que el más listo de la clase consigue engatusar a la fuerza más votada para compartir con él la alcaldía; así se turnarán durante dos años dividiendo salomónicamente la cuota de poder.  

Pillaje maquiavélico que adquiere mayor calibre cuando, como ocurrió en un municipio de la Comunitat Valenciana en estas elecciones, el candidato de Ciudadanos consigue cuatro concejales en los comicios de 2019, después pacta con el PSOE utilizando la fórmula de la Alcaldía compartida, y cuando ya se vislumbran los aires electorales expulsa del gobierno a los socialistas para acomodar a los del PP, partido con el que se presentará como cabeza de lista en el 2023. De la misma forma que hay gente que nunca debería haber estado en política, hay personas que jamás tendrían que haber ostentado poder institucional; no por capricho o ineptitud, sino porque en el tiempo en el que se les brindó no contaban con el respaldo suficiente de la ciudadanía. Se ha manido tanto la democracia que nos hemos terminado saltando sus propias reglas: debe gobernar la lista más votada, entendiéndose  por gobernar el liderar el gobierno resultante de las urnas. ¿Dónde se ha visto que el partido que menos votos tiene de una coalición sea el que ostente la Alcaldía? Es la serie Borgen plasmada en una realidad que supera a la ficción. Que yo sepa siempre se ha escogido como líder a aquel que atesora más avales entre el pueblo, no al más pícaro aprendiz de Maquiavelo.

Se nos está yendo de las manos, nos estamos pasando por el arco del triunfo la voluntad popular; tanto cuando la lectura de los resultados dicen que van a tener que pactar como cuando dan un vencedor claro. Me despierta cierta perplejidad los brindis al sol de algunas formaciones cuando pretenden conquistar cuotas de poder en instituciones en los que el vencedor se ha quedado por un puñado de votos al borde de la mayoría absoluta; la misma indignación que cuando un candidato no tiene los escaños suficientes y pretende gobernar a toda costa sin el apoyo imprescindible para consumar su victoria: triunfo que certifica el que gobierna, de poco le sirve ganar al que no consigue ser investido.

El sistema electoral español está pensado en beneficio del bipartidismo, debe hacer frente a los edulcorantes que están contaminando la voluntad de los votantes. No puede ser alcalde el que menos apoyo tiene de una coalición, es engañar a la mayoría; la influencia de un partido en un gobierno debe ser proporcional al número de representantes que tenga en las instituciones. Acuérdense de cuando Pablo Iglesias dijo eso de que en el Gobierno de España no se tenía tanta influencia como parecía, se le olvidó que para eso tenía que ganar unas elecciones, no ser la cuarta fuerza del arco parlamentario. Los hay que pretenden ser rey sin haber sido príncipe, general sin haber sido coronel, alcalde sin que los vecinos del alcalde les hayan elegido, como dijo Rajoy en aquel alarde de malabarismo dialéctico.

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