A la presidenta italiana Georgia Meloni le ha salido el tiro por la culata en su empeño de trasladar a un centro en Albania refugiados y demandantes de asilo político. Un grano en el culo. O un hemorroide. La Justicia, el Tribunal de Roma, acaba de sentenciar el retorno del primer grupo de migrados tomando como base un reciente dictamen del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el que se censuraba esta práctica en lo concerniente a “países no seguros”, ampliando exponencialmente el listado. Traducido: no se puede 'externalizar' la deportación de los refugiados a voleo, saltándose los principios más elementales del derecho internacional en materia de derechos humanos.
Meloni lo volverá a intentar, seguro. Pero de momento se ha tenido que quedar 'ojiplática', cosa de la que me alegro enormemente. Lo que me produce una infinita tristeza es que la presidenta de la Comisión Europea, la conservadora Ursula von der Leyen, avalara el plan Meloni y que se haya producido un efecto de arrastre hasta el punto de que los socialdemócratas daneses, en el Gobierno, empezaran a planteárselo, lo mismo que los ultras de Países Bajos (con ministerios claves en el Gobierno neerlandés) ya estuvieran/estén negociando con Uganda una solución a la manera de Meloni. Es decir, quitarse el 'muerto' de encima a base de campos de concentración en terceros países. Es lo que que quería hacer el anterior primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, hasta que el laborista Keir Stamer lo frenó en seco nada más ganar las elecciones en julio del año pasado.
La única voz nítida, nitidísima, que se ha alzado en toda la UE contra el melonismo (de Meloni) ha sido Pedro Sánchez frente al silencio de Núñez Feijóo dedicado estos últimos días a tirar balones fuera: un arte que por lo visto se le da bastante bien. En algo acierta el presidente del Gobierno, la bicha del PP, un partido este último frenéticamente entregado a su derribo con acusación judicial incluida de financiación ilegal del PSOE, justo en los mismos días en que se resuelve el 'caso Erial' con 10 años de prisión para Eduardo Zaplana.
Todo ello en vez de entregarse frenéticamente (el PP) a diseñar estrategias y propuestas políticas para ganar las próximas elecciones.
Qué semanas más tristes, agravadas por el 'melonazo'. Y los partidos convencionales de titubeo, cuando no de copieteo de las fórmulas simplonas de la ultraderecha ante un problema tan complejo como es el de los migrantes que llegan a Europa en busca de una vida mejor y de libertad. Si no, ¿a santo de qué se viene uno desde Bangla Desh a Italia?
Brama el presidente castellano-manchego, el socialista Emiliano Garcia-Page, con el proyecto del Gobierno de crear un centro de refugiados en las instalaciones sin uso del aeropuerto de Ciudad Real. Todo de tapadillo hasta el punto de que casi se entera por la prensa. Un gueto en medio de la nada. Como el que querían crear en la antigua base militar de Aitana, en Alcoleja, provincia de Alicante, hasta que el Gobierno desistió hace más de un año. La solución no son los campos de concentración. La solución, entre otras muchas, es la redistribución y dotar a las personas migradas de medios y de formación para que puedan simbiotizarse con las sociedades de acogida. Y es que encima lo de la “externalización” sale más caro: mínimo 20.000 euros por persona.
Pero como no hay un pacto de Estado, ni siquiera para el reparto de menores no acompañados, aquí no se mueve nada. Cualquier día le da un yuyu al presidente canario Fernando Clavijo (Coalición Canaria) que ha viajado incluso a Rabat pidiendo un SOS (eso es tarea de Estado, no de las comunidades autónomas). Enfangados PP y PSOE en mil líos, la inmigración importa menos que un pimiento mientras que la ultraderecha se pone las botas. Tienen delito los dos partidos mayoritarios. Mucho.
CODA: Yo personalmente me mareo con los anuncios de crear nuevas viviendas, sobre todo las de precio tasado (VPO), para paliar el principal problema que ocupa y preocupa a los ciudadanos. Añadamos los desorbitados precios del alquiler. Incluimos también las ayudas (o limosnas) de todos los ayuntamientos habidos y por haber. Y la sensación generalizada es que esto no se resuelve ni se va a resolver a medio plazo o largo plazo. Es lógico que muchos ciudadanos de a pie estimen que los políticos no son más que un estorbo...