El adelanto electoral de Castilla y León supone el disparo de salida por parte del PP nacional para iniciar un nuevo ciclo electoral en el conjunto de España. A estas elecciones le seguirán las andaluzas antes de que finalice el año, ya en la primavera de 2023 habrá elecciones autonómicas y locales y, a finales de año, elecciones generales. Por ser más precisos, lo que intenta el Pablo Casado con las elecciones de Castilla y León es iniciar retroactivamente el ciclo electoral en los comicios de la Comunidad de Madrid del pasado mes de abril. Lo que pretenden desde Génova es hilar la victoria de Ayuso en 2020 con las elecciones generales de 2023.
El PP no quiere que se enfríe el ambiente. Las encuestas empiezan a reflejar un agotamiento del efecto que tuvieron las elecciones madrileñas. El PP cae de nuevo en intención de voto y necesitan reavivar las brasas. Un ambiente de campaña electoral permanente hasta las generales de 2023 significa además arrinconar lo máximo posible la labor de gestión del Gobierno de España. Se trata de imponer que la actualidad política salte de polémica en polémica para que no se hable de cuestiones de fondo y, por encima de todo, que no se hable de la recuperación económica.
El bulo que le han creado a Alberto Garzón por sus declaraciones a favor de las ganadería extensiva y contra las macrogranjas va justamente de eso. Tienen que evitar que se hable de la creación de empleo, del acuerdo entre patronal y sindicatos para la reforma laboral o de la llegada de los fondos europeos a España. Conforme se va disipando la densa niebla de fake news y de reacciones hiperventiladas va quedando claro que en realidad no hay polémica alguna. Garzón hizo unas declaraciones absolutamente conformes a la evidencia científica, a las recomendaciones de los expertos, a las propias reivindicaciones de los ganaderos y, también, a las propuestas del Gobierno de España y de la Unión Europea.
El PP ha logrado su objetivo sólo en parte, no ha conseguido dejar tocado de muerte al ministro de consumo. Al contrario, quienes le han atacado cada día que pasa tienen más problemas para justificar su propia posición y cada día que pasa es más evidente que Garzón acertó con sus declaraciones (las que realmente hizo). Quien más ha salido perdiendo en todo esto ha sido el PSOE. Por un lado, porque nadie logra entender que hacen tratando de desautorizar a Garzón por defender una postura que, en principio, también es la suya. Por otro lado, la enorme deslealtad con la que han actuado algunos dirigentes del PSOE se ha contrapuesto a la sobriedad y la calma que han mantenido en todo momento tanto el propio Alberto Garzón como la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz. La combinación entre elegancia en las formas y firmeza en los principios está demostrándose muy eficaz y se impone a la moda imperante de giros discursivos esquizofrénicos y oportunistas en función de lo que convenga en cada momento. Para sorpresa de nadie resulta que tener un proyecto político es mejor que no tenerlo en absoluto.
La guía de excursiones electorales diseñada por el PP de Génova tiene un escollo importante. Según el calendario previsto, después de las elecciones andaluzas pero antes de los comicios autonómicos y locales de 2023 habrá elecciones en el País Valenciano. Durante los últimos 7 años el Botànic sí que ha definido un proyecto sólido que le ha servido además para afrontar la crisis de la Covid: regeneración de las instituciones de autogobierno, fortalecimiento del sistema de bienestar y apoyo a los sectores productivos. La Comunitat Valenciana es hoy el contrapunto al Madrid de Ayuso, el mayor referente de las políticas progresistas en España. El Botànic ha demostrado que con un proyecto sólido y un gobierno que sea diligente y que no se arrugue ante los aspavientos de la oposición se puede ganar. Una victoria aquí puede cortocircuitar los planes del PP y suponer un cambio de tendencia que nos permita afrontar con garantías el ciclo electoral que acaba de volver a iniciarse.