conviene saber / OPINIÓN

El elefante sigue en la habitación

15/10/2024 - 

El pasado día 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental. La prevención de los problemas de salud mental y el apoyo a las personas que los sufren requieren de una apuesta política clara y no deben tratarse en los discursos de manera superficial, sino que es una cuestión que, como pone de relieve un informe recientemente publicado por la Unión General de las Trabajadoras y Trabajadores sobre Salud Mental y Trabajo, de vital importancia para nuestra sociedad actual y por tanto necesita de acciones concretas que la protejan.

La pandemia consiguió elevar a la conciencia colectiva sobre la necesidad de proteger la salud en general y la salud mental en particular. Desde entonces se habla más de los problemas de salud mental, aunque todavía estamos lejos de la normalización de estas patologías y sigue siendo una cuestión que estigmatiza y discrimina a las personas que sufren estos problemas, particularmente en el ámbito laboral.

Como reflejan los datos de la Encuesta de la EU-OSHA a la población trabajadora, OSH Pulse – Salud y seguridad en el trabajo con posterioridad a la pandemia, el 50% de las personas trabajadoras encuestadas considera que la pandemia ha hecho que sea más fácil hablar de la salud mental en el trabajo, pero todavía un 50% teme que la revelación de un problema de salud mental pueda tener un impacto negativo en su carrera profesional, lo que significa que queda un largo camino por recorrer.

La frialdad de las estadísticas, como el crecimiento exponencial del paro en las personas con problemas de salud mental o la raquítica tasa de empleo de este colectivo, esconde historias vitales que encogen nuestros corazones. Sobre todo, porque la mayoría de la población estamos en riesgo, en algún momento de nuestro recorrido vital, ya que el 9% de la población tiene algún problema de salud mental, pero el 25%  lo tendremos en algún momento de nuestra vida, según la OMS. Una persona de cada cuatro.

A nivel mundial, se pierden 12.000 millones de días de trabajo al año debido a la depresión y a la ansiedad, lo que supone un coste de un billón de dólares al año en pérdida de productividad. Por el contrario, está acreditado el efecto positivo de la inversión en salud mental, ya que, por cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de la depresión y la ansiedad, se obtienen 4 dólares en mejora de la salud y la capacidad de trabajo. Según un estudio de la OMS, esta relación directa sigue sin calar en la realidad de las empresas y en los programas que se desarrollan en materia laboral.

A pesar de esa visibilización imprescindible a partir de la pandemia, vemos cómo en algunos casos las palabras de algunos dirigentes políticos van en contra de sus acciones, como sucede con la Generalitat Valenciana.

Mientras el Gobierno de España continúa trabajando de forma constante en su Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024, dotado con 100 millones de euros, en la Generalitat valenciana, llegada la fecha, recurren a ese plan reciclado de la estrategia integral que puso en marcha el anterior Consell en la que poco se avanza.

Como ejemplo de algunos avances conseguidos, pongo en valor la formación específica a los profesionales de la orientación laboral dentro de LABORA que garantizaba una atención adecuada de la mano de los servicios de atención a la salud mental.

Y es que estamos ante un Consell insensible que mientras enmascara su interés con propuestas huecas, elimina aquellas ayudas concretas a la contratación que animaban a las empresas a emplear a personas por sus capacidades y que pretendía incorporar este talento singular a sus empresas dejando a un lado ese estigma todavía muy presente en nuestra sociedad.

Un Consell incompetente que ha acabado con un plan de empleo dirigido en exclusividad a personas con problemas de salud mental, que fue capaz de ver la luz en el último ejercicio de gobierno de los socialistas en colaboración con las entidades locales y que el actual Consell ha eliminado sin remilgos, dejando a este colectivo sin ninguna iniciativa que les ampare en materia de políticas de empleo.

Apostar por la salud mental no es hacer odas cada día 10 de octubre reciclando iniciativas anteriores sin principio ni final.

Apostar por la salud mental no es acabar con las iniciativas que tanto esfuerzo costaron alumbrar de la mano del tejido asociativo y que de un plumazo se han hecho desaparecer.

Apostar por la salud mental es trabajar en la prevención, en el apoyo y especialmente en el acompañamiento a las personas y sus familias para no tener que renunciar a un empleo que les permita tener un proyecto de vida digno.

La salud mental no necesita de odas. En el caso de la Comunitat Valenciana necesita un Consell sensible y valiente que se enfrente al elefante y lo saque de la habitación.