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reflexionando en frío / OPINIÓN

El juego de la serpiente 

22/02/2022 - 

"El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Todos somos seducidos por las dulces mieles del mal. Ni Adán y Eva se pudieron resistir a la jugosa manzana prohibida. Lo que determina la buena voluntad o malicia de las personas reside en el remordimiento del corazón cuando se obra equivocadamente. Cargo de conciencia, estimulador de la disculpa, del perdón. Sólo los ruines se recrean en sus faltas regodeándose con orgullo de su caída sin incorporarse para arrepentirse. A lo mejor por eso al demonio se le asocia con la figura alargada de la serpiente. "Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida", le dijo Dios al reptil demoníaco tras haber tentado. Le condenó a morder el polvo, como hacemos todos. No hay nadie que no se caiga y cometa errores, solo algunos tienen la audacia de levantarse.

Una de las cosas que me ha enseñado la política es que la corrupción es común en la raza humana. Cáncer del que no solo adolecen los políticos casposos por los que miles y miles de jóvenes salieron a la calle aquel 15-M de 2011, sino también, a esos mismos impulsores de la restauración de la honestidad en nuestras instituciones. Y cuando hablo de podredumbre no solo me refiero a aquellos que meten la mano en las arcas públicas, sino a los que han visto cómo su vida ha dado un giro de 180 grados para mejor en la última década. Los que venían a salvar a la ciudadanía al final se han salvado a ellos mismos. Veía el otro día un vídeo que colgaba Yolanda Díaz en Twitter abrazando a Mónica Otra y transmitían un aura burgués y pijo. Parecían dos amigas que habían quedado en una vistosa tetería a tomar un desayuno con diamantes. Los que procedían de barrios obreros han terminado viviendo en exclusivas localizaciones y yendo a las calles que les vieron crecer para hacerse la foto. Han pasado de criticar a la casta a posar para revistas editadas y leídas por esa jerarquía aristocrática.

Es lícito el deseo de subir en el ascensor social. Lo que es reprobable son los medios que se utilizan para hacerlo a costa de todos. La política activa constituye una escuela de vida, una cátedra de sentimientos y pasiones. Arte que reduce a El juego del calamar a una partida de rol inofensiva y a la Isla de las tentaciones a un reality amoroso. Hábitat lleno de puñaladas por la espalda, traiciones, engaños y perversiones. No hay día en el que se deslice la erótica sospecha de que alguien ha ascendido en el organigrama por haberse pasado por la piedra a los que mandaban. Está todo lleno de envidias, despechos, irá, sangre y fuego. Por eso lo que ha pasado entre Ayuso y Casado no me pilla por sorpresa. A veces lo que es simple tratamos de complicarlo y todo se reduce a instintos primarios de la persona. ¿Creen que lo acontecido en las entrañas del Partido Popular no sucede en otras formaciones? Claro que sí, lo que pasa es que no son tan idiotas de sacar los trapos sucios a la plaza. Cuando uno que salía en la foto deja de estar en ella eso es que alguien le ha movido. Si un diputado del Congreso de los Diputados ha pasado de escoltar al líder del partido a estar en el gallinero, una mano negra lo ha defenestrado. Traiciones de todos los colores abundan en la arena política. Polvo que se muerde siempre por culpa de tus propios compañeros. Una de las premisas que le daría a todo iniciado es que los rivales, esos que te quieren hacer la cama, no están en los otros partidos sino en el mismo que el tuyo. "¡Cuerpo a tierra que vienen los nuestros!", dijo Pío Cabanillas.

Recuerdo en una ocasión hablando con una ex concejal de Ciudadanos. Esta, al preguntarle sobre su relación con el resto de los miembros de la corporación municipal, me dijo que no se fiaba de ellos. Yo, sin picaresca, le respondí que yo confiaba más en ellos que en los nuestros. Suele pasar que el que te envidia es el mismo con el que compartes habitación por la sencilla razón de que ese es al que le gustaría estar en tu posición o le carcome el miedo de que les quites el puesto. Por eso en política no se viene a hacer amigos. Es tan sencillo como la mera naturaleza humana, una que es un lobo para el hombre.

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