Aquí, en la ciudad que te vio nacer, han tenido a bien poner tu nombre a una calle, después de años solicitándola por tierra, mar y aire. Múltiples peticiones y correos a todo aquel que pensé podía acreditar que tus méritos son acreedores de tal honor, la corporación municipal aprobó el hecho y ahora tu nombre consta en una de las vías del municipio de València. Casualidades de la vida, la calle que lleva tu nombre, por su cercanía con el hospital La Fe, tal vez albergue en un futuro no muy lejano a futuros alumnos y profesionales sanitarios, quienes siempre tenías presente, junto a pacientes, para la mejora de la sanidad pública.
Ahora, en el vigesimoctavo aniversario de tu marcha de este hermoso planeta donde habitamos, marcha que se produjo en circunstancias que bien reflejan el título del artículo, vuelvo a pensar que tu vida merece ser plasmada en uno de esos largometrajes basados en hechos reales, o tal vez en una de esas series tan de moda actualmente. O en un documental que recoja las múltiples anécdotas de tu existencia, las numerosas facetas del devenir de tu corta pero intensa vida.
Anécdotas y vivencias, tanto profesionales como personales, que reflejan que tu vida es una de esas que merecen ser contadas, por como fue, por lo que lograste, por el legado que dejaste y por como he señalado, las circunstancias de tu fallecimiento y que ahora se recogen en tu biografía que ha sido publicada, biografía que recoge la importancia de tu legado y que podría ser la guía de ese supuesto documento audiovisual al que me refiero; que también podría ser un anime, un cómic animado generado por una de esas avanzadas inteligencia artificial. IA que si vivieses, no me cabe la menor duda, estarías usando para mejorar profesionalmente, en la docencia y la recuperación de tus pacientes. Quienes te conocieron, atesoran en su recuerdo múltiples anécdotas que reflejan esa tragicomedia que fue tu historia, que tu vida no merece caer en el olvido.
Así haciendo memoria de tu faceta personal, está la que sucedió en tu querida playa Romana, donde alguno de tus cinco hijos e hijas mayores pudieron correr diferente suerte al ir al rescate de quién escribe, que a finales de los 70’s y con escasos 8 años se había quedado solo en el mar con olas que superaban con creces la capacidad de volver a la orilla y fue el devenir de las conocidas corrientes de resaca quienes nos llevaron a la orilla, no sin gran padecer de tu compañera infatigable, nuestra Madre, organizando una cadena humana para el rescate de sus cinco vástagos. Sin socorristas en la playa, ni ningún tipo de asistencia sanitaria posible, dado no había ninguno de los sistemas que más adelante desarrollarías. Fuiste a por tu inseparable maletín donde tenías los útiles necesarios para, con tu increíble conocimiento de la fisiología humana y las destrezas que a lo largo de tu vida perfeccionaste, salvaguardar la vida de quién lo necesitase y en este caso a asistirnos a nosotros, tus hijos, por si alguno o alguna necesitaba soporte vital avanzado.
También está la anécdota de "Mama m’humo" donde preparando la cátedra, tu despacho lleno de documentos y forrado en madera, fortuitamente y cumpliendo las leyes de la termodinámica, con la experimentación de quién décadas más tarde terminó de bombero conductor y que por aquel entonces solo contaba con 5 años, comprobó que acercando un papel a una llama o una llama al papel, el fuego puede devenir en incendio y que el agua, junto a la ayuda de tu cuñado, lo pudieron extinguir. Esa anécdota, junto a muchas otras, nos acompaño a la familia durante toda la vida y cada vez que había ocasión, reíamos recordándola.
Muchas son comedía y un gran número de ellas tragedia, como cuando nuestros primos-hermanos quedaron huérfanos por el fatal accidente en la A7, esa misma vía que se te llevó y donde muchas asistencias ejecutaste brillantemente. Nada existía en relación a la actuación en accidentes antes de tus aportaciones, más allá de trasladar como fuera a los heridos al hospital. Con gran esfuerzo pudiste cambiar la concepción de dicha actuación para estabilizar in situ y trasladar a las víctimas en las mejores condiciones posibles, supongo que ese hecho, junto a muchos otros, fueron sedimentando en ti y en tu capacidad de trabajo, las aportaciones y proyecciones del legado que hoy te es reconocido pero intuyo, que ese accidente dramático siendo tú también huérfano, marcó una mella en tu ser más grande de lo que jamás ninguno de nosotros pudo intuir.
La fatídica A7, junto a una época en que los fallecimientos en las carreteras se contaban por millares, con el accidente de un autobús en la salida de Torreblanca que se llevó decenas de vidas y la calamidad pública o catástrofe del accidente en el camping de los Alfaques años atrás, me constan fueron precursores en tú visión de la necesidad de establecer mecanismos de actuación para grandes intervenciones sanitarias, así como con las inundaciones recurrentes en la cuenca mediterránea, conllevaron la proyección de gran parte de tu legado en cuanto a la asistencia y gestión médica de las emergencias y catástrofes. Como lo son y de menor magnitud pero que ahora nos parecen indispensables, los SAMUs, norias de triaje y evacuación, las vías verdes, los simulacros (practicar simulando para aprender a hacer), la indispensable coordinación entre los diferentes servicios, las necesarias postas sanitarias y un largo etc. Tu llegado, que nos ayuda a diario sin que seamos conscientes de ello, ya que de donde nada había, tu pusiste y cuidaste una semilla que germinó en lo que hoy conocemos alrededor del mundo de las emergencias y que en cada uno de esos hechos, hay anécdotas que contar en esa historia basada en hechos reales.
Tus publicaciones e innumerables iniciativas al respecto, dejan constancia de ello, como lo es el primer simulacro aeroportuario a nivel estatal y posiblemente de rango más amplio, que se realizó en Manises, donde se ensayaron muchas de las cuestiones que menciono y devengaron en lo que hoy conocemos en la intervención y gestión médica de las emergencias y catástrofes.
Todo ello no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de tus colaboradores, tanto colegas como estudiantes de la especialidad y ahora parece que se aprobará por fin la tan reclamada especialidad de Urgencias y Emergencias, por tanto, el alumnado que la elija en el MIR, se especializará en ese ámbito al cual tanto dedicaste y, casualidades de la vida, distes tu última lección magistral de lo que no se debe hacer en la intervención en accidentes de tráfico, con la malograda consecuencia que hoy conocemos.
Quiero agradecer públicamente las muestras de apoyo que he recibido en mi incansable lucha para conseguir que una calle llevara tu nombre. Quiero dar las gracias a la Universidad de València, a la facultad de Medicina, a la especialidad de anestesia y reanimación, a la SEDAR y SEMES. Así como a los innumerables profesionales que a título personal han hecho que esto fuera posible, dado me consta que a título personal se acercaron al Ayuntamiento a realizar sus peticiones, incluso la Consellería de Sanitat, con la que siendo diplomático, mantuviste ciertas discrepancias pero “El tiempo ha demostrado que tenías razón”, donde el Conseller personalmente firmó su apoyo. Finalmente quiero agradecer al Ayuntamiento de València, presidido por D. Joan Ribó y su equipo de gobierno, que finalmente hayan tenido a bien otorgarte el honor que tanto mereces.