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Junto al convento de la Trinitat una escuela efímera de diseño. Cómo el regusto monacal de un edificio eterno combina con los últimos cánones del diseño
Lugar: Escola Lateral Dirección: Calle Trinitat, 10. València Metros cuadrados: 60 (espacio dedicado a la escuela) Año de inauguración: 2017 Diseñador del espacio: “Esta es una rehabilitación de las antiguas casas adosadas al Real Convento de la Trinidad”. Trabajadores: Cerca de 15 personas.
VALÈNCIA. Error. Al llegar a la vera del convento de la Trinitat, en un paseo bellísimo -si no fuera porque está confinado por el tráfico- que atraviesa desde Viveros al museo de Bellas Artes mirando todo el tiempo al Túria de verde, se produce el error. Buscando el destino, Escola Lateral, la inercia es intentar acabar en el recinto como una novicia más, justo ahora que se repuebla y conquista una nueva vida.
“¿Pero dónde estás?”, “Creo que he acabado en el monasterio”. Resuelto el entuerto Escola Lateral, la escuela de diseño que aparece y desaparece durante un trimestre, descubre un edificio cumbre que ocupa las antiguas casas adosadas del Real Convento de la Trinidad, aquí era donde los empleados del convento vivían, y aquí fue donde un estudio de arquitectura hizo una gran rehabilitación para aprovechar el efecto puzzle que depara el edificio en conjunto. “La rehabilitación estaba ya hecha antes de entrar. Una actuación muy peculiar y con mucho carácter. Cuando entramos al espacio y lo vimos nos enamoramos”, cuentan Dídac Ballester, Enrique Casp y Antonio Ballesteros, artífices de la Lateral.
Frente al uso religioso del complejo adjunto, el uso creativo empapa este otro recinto, en plena evolución, en tránsito. Escola Lateral ocupa parte de la planta baja, pero el resto de espacio depara infinidad de sorpresas, como un baño semiabierto al Túria, o un suelo que es a la vez obra artística de Carmen Calvo, o un pozo desde el que se alcanzaba el agua del río vecino, con puntos de ruptura continuos, puertas que se abren de maneras inverosímiles… y un imaginario constante de estar conduciéndose por La gran belleza valenciana para acabar en un aula donde se busca poner en cuestión los grandes dogmas del diseño.
Buscando un aura insólita, este centro formativo pop-up acabó encontrándose con lo más inverosímil todavía. Sucede en los lugares memorables que importa todavía más la proyección de la mirada que las propias paredes, por eso los metros cuadrados que abasta Escola Lateral se ensanchan más allá de donde establece el uso: viven sin estar en el Túria, en el monasterio, y un portón es la bisagra entre dos mundos: el contemplativo allá, el protagonizado por libros de tipografía de Adrian Frutiger, aquí.
Ballester, Casp y Ballesteros explican en qué consiste esta escuela atípica en la que el alumnado se reparte entre artistas, diseñadores, graffiteros y programadoras. “Es la escuela a la que nos hubiera gustado asistir. ¿Qué sucede si juntamos en un mismo espacio, durante tres meses y medio, a una serie de personas con experiencia y perfiles diversos; para dialogar, reflexionar y experimentar entorno a un mismo proyecto? Y además lo complementamos con talleres y charlas de algunos de los profesionales que consideramos punteros en el sector. La verdadera potencia reside en reunir las circunstancias que posibilitan la creatividad y la reflexión compartida en torno al diseño gráfico”.
El suelo de ladrillos amarillos, con la vistosidad de la esponja, sirve de soporte para algunas de sus explicaciones. En las paredes leo, como tras el visillo, algunas enseñanzas: Manipular la publicidad para generar confusión / Un punto por click / Globos anticontaminación / Ser lento es brutal / Ropa para el hurto / Todo es forrable. Y sigue.
La superficie diáfana, en la que las mesas se van repartiendo como piezas, encuentra una ligera excepción en torno a una gran pila de hierro fundido de color naranja y un mueble inglés de cocina. De repente en un pequeño espacio parece que puede suceder cualquier cosa. “Lo más significativo es lo tremendamente versátil que resulta: es estudio, auditorio, plató, restaurante, cine, sala de exposiciones, discoteca, circo. Aquí hemos hecho casi de todo y nos hemos divertido mucho”, explican.
Dentro de su programa docente, en el que el propósito del cuestionamiento a la inercia del diseño está muy presente, la relevancia del espacio de trabajo forma parte de la misma tesis, desvela parte de su pensamiento: “Para que un grupo de personas esté trabajando a gusto durante más de tres meses en un proyecto creativo. creemos que el espacio es vital, debe ser un protagonista más y debe ayudar para esto. El hecho de poder ver el convento a través de la ventana también marca, y tener el río justo delante, que nos permite bajar a hacer algunas sesiones en el cauce…”.
El búnker escolar es otro lugar cuando la puerta de acceso se abre al completo y el aire y los gritos de la ciudad se cuelan al pie mismo de un paisaje contradictorio: una carretera de tráfico intenso y un cauce de naturaleza boscosa. Pero ante todo, que nada nos despiste: “un espacio de trabajo no debe distraer, o ayuda a concentrarte o debe pasar inadvertido, pero nunca debe distraer”.
Algunos libros fetiche de Escola Lateral:
-Prints. De Karel Martens.
-Guía Gay de carreras de España
-En torno a la tipografía. De Adrian Frutiger.
-All my mother’s holiday photographs. De Edu Martínez Piracés y Rosa Piracés Atarés.
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