En tu ofi o en la mía: Nave Miss Panamá
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Primer día de Cultur Plaza ‘cotilleando’ en los espacios de trabajo de las industrias culturales valencianas. Aterrizamos en Filmac
Lugar: Oficinas de Filmac Dirección: Guillem de Castro 31, bajo derecha, València Metros cuadrados: Cerca de 700 Año de inauguración: 2002 Diseñador del espacio: José Manuel Vidal Trabajadores: Cerca de 20
VALÈNCIA. Hay espacios, lugares, en los que los usos de trabajo anteriores se manifiestan a las primeras de cambio, haciéndose partícipes de un futuro al que no han sido invitados. Terminan siendo esos los puntos calientes más fértiles de las ciudades, donde las capas del tiempo se superponen unas a otras.
En la calle Guillem de Castro de València, a la altura del MuVIM, una antigua fábrica de cervezas y gaseosas viró en tienda de juguetes (la tienda era muy menuda, pero tenía una trastienda enorme) y desde hace cerca de quince años se transformó en los cuarteles generales de Filmac, empresa valenciana de comunicación.
Queremos colarnos en las oficinas de quienes mueven los hilos de las industrias culturales de la ciutat. Estudios limpios y con acabados nórdicos, también almacenes atiborrados de objetos, cuarteles rasgados por proyectos vertiginosos. Oficinas vividas, en pleno centro, en las periferias e incluso en el salón de tu casa.
El el frontispicio de la fachada de Filmac unos leones sostienen unos barriles de cerveza. “Los leones piripi”, afirma una espontánea. ¿O son osos?, ¿o son lobos? Alicia García y Kike Correcher, sus responsables, dos rostros habituales de la comunidad del diseño, reciben en sus dependencias. Toda un área de trabajo con el regusto de la conversión, donde dos naves se unen, y una chimenea de la València fabril asoma por uno de los tragaluces.
Es un ámbito que va más allá de lo laboral porque sirve, intencionadamente o no, como museo estructural de lo que fue. Por eso los espacios sin un uso claro van sucediéndose y las mesas de trabajo acaban limitándose a un reducto. Más tarde se sabrá la razón. En la planta superior una cocina da paso a un altillo en el que furtivamente algunos empleados plantan su tren eléctrico frente a “una ventanita muy Batman”. En la planta inferior una canasta y un saco de boxeo dan la impresión de que aquí se descarga mucha adrenalina. Pero no, casi nadie los usa. “Cuidado con el saco, está muy duro”. En el acceso, tras traspasar la puerta, una imprenta pieza de coleccionista transmite una devoción iniciática por las artes gráficas.
En el 2002 esta empresa dedicada a la comunicación ocupaba cuartos traseros de la Avenida del Oeste. Necesitaban más espacio. En contacto continuo con la tecnología y la comunicación (“este año se cumplen 20 años de la primera web que hicimos. Nuestra filosofía se sigue resumiendo en el lema que escribimos en 1992: Hay otra forma de ver las cosas”) buscaban una nave amplia en la que poder expresarse sin ataduras. “Lo soñábamos… pero no lo creíamos posible”).
Una mañana uno de sus colaboradores visitó la juguetería Los Tres Reyes. Tras la tienda, de pocos metros, descubrió un amplio almacén. Muy amplio, tanto como para colmar las mejores fantasías de Correcher y García.
1. La chimenea: “Pertenecía a otra fábrica lindante con la nuestra, que recientemente fue demolida para construir un edificio de viviendas. Cuando empezaron las obras fuimos corriendo a pedir que se protegiera y conservara la chimenea, y finalmente así fue. Aunque no sea nuestra, la consideramos parte del lugar y nos recuerda el pasado industrial del edificio”.
2. Los Mac: “Es nuestro ‘museo’ tecnológico. Aunque nos hemos deshecho de muchísimas cosas, conservamos nuestro primer Mac Classic y un Apple Cube, entre otras antiguallas y curiosidades proto-informáticas”.
En este cruce doble de naves han encontrado el espacio de trabajo epítome de sus exigencias: “porque un espacio de trabajo debe permitir dos cosas que en principio son contradictorias: la fácil comunicación entre las personas, el trabajo en equipo, y por otro lado la posibilidad de concentrarse en el trabajo individual. Es importante el diseño del espacio pero también la manera de usarlo: los entornos de trabajo abiertos requieren una disciplina de respeto y ciertos hábitos que se van aprendiendo. Además, el sitio tiene que ser inspirador y permitir que la vista pueda vagar más allá de la pantalla del ordenador. Que haya sitio para caminar también es bueno porque se piensa andando”. La creatividad de los metros cuadrados sin un uso predeterminado.
En cambio Alicia García y Kike Correcher rehúsan la idea del espacio de oficina como destino más allá de la jornada laboral: “Las empresas de la ‘nueva economía’ pusieron de moda las oficinas ‘guardería’ llenas de espacios de relax, futbolines y demás entretenimientos. Creemos que en España, con nuestros horarios, la presencia física en el lugar de trabajo ya es bastante intensiva como para pretender retener más al equipo. El tiempo que estás en el estudio debe ser agradable pero centrado en el trabajo, y hay que intentar conciliar mejor con la vida personal, cosa harto difícil”.
A este lado de Guillem de Castro, si abres la puerta, la congestión de la ciudad llama al timbre. Si la cierras los antiguos usos vuelven a manifestarse y la calma ajena al fragor, como si se almacenara el tiempo, invade los 700 metros cuadrados.
“¿Lo mejor de nuestras oficinas? El ruido de la lluvia sobre el tejado”.
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