En tu ofi o en la mía: Nave Miss Panamá
Cuando un colectivo teatral necesita un acomodo a partir del cual hacer desfilar sus próximos desvelos
Lugar: Casa oficina de Javier Ferrer Dirección: C/Doctor Gil y Morte Metros cuadrados:10. Año de inauguración: 2001 Trabajadores: 1
VALÈNCIA. Javier Ferrer es un fotógrafo que mira entre los resquicios de la estricta belleza para colar pequeños manifiestos. Es también uno de los responsables de proyectos locales como Simple o Dulce de Leche. Encarna un rol laboral en relación con el espacio de trabajo: debido al nomadismo de sus acciones, es su propia casa su centro de operaciones. Por eso duda a la hora de recontar los metros cuadrados que tiene su oficina: “son 200 si tenemos en cuenta que es toda la casa, pero 10 si solo contamos el espacio estricto donde trabajo y tengo mi mesa, donde más estoy”.
Trabajar desde casa es en muchas ocasiones sinónimo de hacerlo desde muchos sitios distintos… y también desde el hogar propio. Es a lo que se enfrentó Ferrer cuando tuvo que definir cuál y dónde debía ser su base: “lo diseñé yo mismo, decidiendo trabajar en él porque es donde más cómodo me siento. También es verdad que mi espacio de trabajo cambia diariamente y discurre en muchos lugares. Así no me aburro”.
El casco favorito para un ser visceralmente motorizado como él. El tacto cercano a sus libros de cabecera. Mahler paseando arremolinado en la estancia. La luz poderosa cobrándose las estancias compartidas, procedente de la terraza aún en una mañana de lluvias. Una lámpara como excavando una mina preside la mesa a modo de faro. Las cámaras y los objetivos que se quedan sobre la faz del escritorio.
La solución a realidades laborales bien poliédricas tiene la ventaja que exprime Ferrer: convertir el entorno en un hábitat donde la belleza atmosférica que uno busca prime sobre los cubículos despersonalizados. Si entrar en la tienda de este fotógrafo, en Simple, representa colarse en una país que emana pasados y nombres propios, entrar en su casa oficina implica un gabinete de maravillas armoniosas para el día a día del trabajo.
“Trabajar aquí supone ante todo comodidad y libertad”, cuenta Ferrer frente a su mesa. “En ocasiones mezclar casa y trabajo puede ser pesado porque toda tu actividad se realiza en el mismo espacio, pero la mayoría de las veces me doy cuenta de la suerte que tengo”.
Hay factores personales que llevaron a Javier a trabajar donde vive. “Mahler, mi perro. No me gusta que se encuentre solo y nos hacemos compañía mútuamente. Él durmiendo en mis pies y yo cerca de él. Creo que somos un súper equipo”.
Frente a las teorías de las conexiones multipersonales, es éste un caso opuesto: la querencia por el recogimiento, hacer el trabajo a solas, sobre uno mismo. “Sentirme solo es muy importante para mí. Es una soledad ocupada y relajada. Es extraño. Tengo la necesidad de hacer las cosas hoy, no puedo dejarlas para mañana. Me gusta enfrentarme y solucionar el trabajo al día, sin acumular tareas. Soy un poco hormiga en ese sentido”.
Por todo ello el sí de Javier Ferrer al silencio y la buena luz; el no al desorden, el caos y el ruido. Me encanta sentirme rodeado de objetos bellos que hacen que mi día sea mejor. No puedo vivir y trabajar sin tener cosas que me gusten a mi alcance. Desde un bolígrafo a una escultura u objetos de diseño”.
Al final sólo se trata de estar bien cerca del mundo que uno lleva en su cabeza.
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