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grand place / OPINIÓN

Enemigo público número 1

6/10/2020 - 

¿Las máquinas piensan? ¿Puede un algoritmo convertirte en sospechoso, peligroso para la seguridad pública o potencial enemigo del sistema? Lanzo estas preguntas al aire mientras espero respuesta de expertos en inteligencia artificial. Y me viene al hilo de una experiencia asaz desagradable en el aeropuerto de Valencia, con motivo de la emergencia sanitaria que nos hace sospechosos de contagio -vulgo, apestados- por el mero hecho de haber pisado un hospital. 

El documento digital que rellenas obligatoriamente antes de subir a un avión y que va dirigido a las autoridades sanitarias del país de destino - en este caso, España- le hace cuatro preguntas al viajero. Una de ellas es si ha estado en un hospital en los últimos 14 días. En el caso de que una de las respuestas fuera positiva, se le recomienda no viajar y, en caso de hacerlo, al llegar al aeropuerto, sin mayor explicación, le conducen a un puesto sanitario para hacer un examen médico exhaustivo, sin consentimiento informado y sin preguntar previamente las causas de tu presencia en un hospital.

Te conducen con la amenaza de llamar a la policía, sin decir a dónde ni para qué y sin dar ninguna otra clase de explicación en ninguna otra lengua que el español. Me pasó a mí, que hablo en valenciano -ya me amenazaron con que sólo me hablarían en castellano- a mi vuelta de Bruselas. Y le pasó a la señora belga que iba detrás, asustada y sin entender nada mientras un jovenzuelo con bata nos conducía por los pasillos como si fuéramos un rebaño. Tuve que traducirle a la señora en francés y explicarle que nos llevaban por haber pisado un hospital, como yo misma había deducido. 

En mi caso, mi visita al hospital fue obligada por las autoridades belgas, en mi viaje de ida, porque hace tres semanas era obligatorio para los ciudadanos procedentes de España hacerse un PCR y cuarentena, al habernos declarado de forma unilateral zona roja. En el caso de la señora belga, porque resulta que es enfermera en su país. Sin más, el puesto sanitario de control del aeropuerto en Valencia cumple el protocolo según lo que le marca el programa digital, es decir, la máquina. Sin preguntar, sin pensar, sin lógica. Ni por parte de la máquina, ni por parte del programador, ni por parte del encargado en el puesto de control. 

El mar. Foto: ESA

Si las máquinas no piensan o no mucho, por ahora, y los ciudadanos nos dejamos llevar por un algoritmo ilógico e irracional y que, encima, hace perder el tiempo necesario para el personal sanitario que debería estar atendido a enfermos reales y no imaginarios -léanse Le malade imaginaire, de Molière-, entonces estamos haciendo dejación de nuestras funciones como seres humanos. 

Y esto es lo que nos espera cuando se generalice el eHealth, donde ya no serán los médicos los que te atiendan siquiera por teléfono, como se ha comenzado a generalizar durante la pandemia, sino que lo hará una máquina cruzando datos y algoritmos con los síntomas descritos por nosotros en un ordenador. Hay que decir que en países como Holanda, donde la sanidad está privatizada, la atención telefónica ya es normal. De ahí a estigmatizar la sanidad pública, como se hizo durante la pandemia en España, sólo hay un paso… y muchos intereses de por medio. Hablando de Holanda, me dice mi amiga Marieke que acaban de volver al teletrabajo en su país…

Por cierto, el Consejo Europeo celebrado hace unos días en Bruselas sigue sin aprobar la coordinación total por parte de la Comisión del espacio Schengen y de la restricción de movimientos de los ciudadanos europeos. Cada país seguirá decidiendo quién es rojo y quién es verde, o naranja o gris, pese a la llamada insistente de la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen para que los Estados cedan esta competencia, al menos durante la pandemia. 

La Comisión aprobó hace tres semanas una resolución para que fuera adoptada por los Estados miembros de la Unión, ya sea por el Consejo Europeo o por el Consejo de la  Unión Europea en su reunión de ministros. En ella, pedía que los Estados asumieran un protocolo común de contabilización de enfermos y contagiados de covid, establecido por el Centro Europeo de Control de Enfermedades. Y, además, que los Estados se atuvieran al mapa de colores establecido por la Comisión en el sitio web ReOpenEU, para decidir la apertura o no de sus fronteras, recomendando, en cualquier caso, no cerrarlas.  No lo han hecho. De nuevo, nos van a sacar los colores sin criterios científicos. De nuevo, nos van a convertir en “sospechosos habituales”, en el enemigo público número 1.

*(Extracto de la tarjeta SIM que me dejó en herencia la Tieta, en los momentos previos al CaosPrevio y a la llegada de ELLA. Mientras, en la ZonaZero-Este, LasFin y LasTec se hacían con el control de las escuelas a través del programa de Educación Digital, iniciado en febrero de 2020 y coincidiendo con la llegada del virus, de manos del privatizado Sberbank ruso -prometido, en el próximo capítulo- y su presidente, el ex ministro Herman Gref.)

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