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Entrevista al director general de Urbanismo de la Generalitat

Vicente García Nebot: "Hay suelo urbanizable a punta pala, pero los promotores deben actuar"  

Foto: EDUARDO MANZANA
16/07/2023 - 

VALÈNCIA. Las ciudades están cambiado su fisionomía. La llegada de nuevas fórmulas alojativas y de movilidad o los objetivos de descarbonización están acelerando una transformación en la que el urbanismo tiene mucho que decir. Y eso es lo que ha plasmado el director general de Urbanismo de la Generalitat Valenciana, Vicente García Nebot, en su nuevo libro. Una obra, titulada 'El urbanismo que viene (El urbanismo productivo frente al urbanismo especulativo)', en la que bucea en el pasado, presente y futuro del territorio para dar las claves de lo que está por llegar y cómo conseguirlo de una manera ágil y eficiente.

Licencia en derecho por la Universitat de València, García Nebot es, además, técnico especialista en ordenación del territorio y medio ambiente; y en gestión urbanística y territorio y tiene un Máster en planificación territorial, medio ambiente y urbanismo. Desde 2019, es director general de urbanismo en el Botànic II y uno de los artífices de la llegada de importantes proyectos al territorio valenciano como la gigafactoría de baterías de Volkswagen a Sagunt.

"Debemos adecuar el urbanismo a unas necesidades", subraya García Nebot, para quien es necesario simplificar los procesos para agilizar los trámites urbanísticos. También defiende que se debe de ir hacia un modelo que prime un proyecto y sobre él se actúe en el territorio y no al revés, como ha venido sucediendo.

Foto: EDUARDO MANZANA

-En su libro habla de ir hacia un urbanismo productivo y acabar con el modelo especulativo de los últimos años. ¿Qué es y qué ventajas ofrece ese nuevo urbanismo?

-Las diferencias entre ambos son enormes. Incluso de modelo económico. El urbanismo productivo lo que pretende es generar un techo para que pueda haber viviendas y naves industriales, mientras que el especulativo, que fue el que sufrimos durante la burbuja, lo único que pretendía era generar un suelo que cambiaba de manos incrementándose su valor. Por tanto, lo que valía era el suelo y no lo que necesitaba la sociedad. De hecho, ahora tenemos 400 millones de metros cuadrados de suelo urbanizable por desarrollar y eso supone un peso muerto que generó una economía, apoyada por unos bancos, que ya no apoyan el urbanismo. El ejemplo más claro de urbanismo productivo es la llegada de Volkswagen porque, al final, nosotros tenemos un cliente final y adecuamos el suelo a sus necesidades para generar puestos de trabajo, pero no al revés.

-¿Sería intercambiar el orden de los factores, es decir, en lugar de desarrollar y buscar un cliente final, adecuar el suelo a las demandas del promotor?

-Claro. Lo importante es el resultado final que son las viviendas o las naves industriales en las que se ubiquen las empresas. Por tanto, se trata de adecuar el urbanismo a unas necesidades porque lo triste es que sin eso nos encontramos polígonos industriales urbanizados, abandonados y saqueados.

-¿Qué modelo impera ahora mismo?

-Ahora ya no cabe otro más que el urbanismos productivo. Pasamos de un modelo especulativo en los años 90 y los 2000 a una segunda época, hasta el 2015, en la que no existió el urbanismo. A partir de ese año en adelante, circunstancias como el contexto económico nos han servido para cambiar ese modelo.

-En un momento como el actual en el que se busca atajar la despoblación. ¿Qué puede hacer el urbanismo para cohesiones y vertebrar territorio? Usted habla de una ‘chilenización' de la Comunitat, es decir, de la ocupación solo en la franja costera. ¿Qué cambios son necesarios para revertir esa situación?

-El urbanismo no vertebra territorio, sino que eso lo hace la ordenación del territorio. Se hicieron Planes de Acción Territorial (PAT) importantes como el de l'Horta, el Pativel o el Patrivoca, pero nos hemos quedado cortos y no hemos sabido actuar en todos los lugares donde es necesarios. Existe en España una falta de vertebración entre norte y sur y la costa y el interior. ¿Cómo se soluciona? Es muy fácil decir el problema, pero dar la solución es muy complejo. 

"HAY QUE ADECUAR EL URBANISMO A UNAS NECESIDADES PARA EVITAR POLÍGONOS INDUSTRIALES URBANIZADOS, ABANDONADOS Y SAQUEADOS"

-El cambio de planes urbanísticos es una cuestión tediosa y larga en el tiempo. De hecho, usted habla de que tiene que superar su propio escollo que es la complejidad. ¿Qué cambios normativos son necesarios para agilizar los trámites?

-El urbanismo se ha quedado descompensado de los tiempos que corren. Ahora el mundo va al minuto y, sin embargo, el urbanismo va a la década porque aprobar un plan general supone 10 años como poco y ya no te digo uno como el de València. Los récord de rapidez los tenemos en Castellón, que fueron siete años para aprobar el suyo. Sin embargo, en Torrechiva, un municipio de 100 habitantes, se tardaron 25 años. Algo no casa. 

-¿Dónde se generan los principales cuellos de botella?

-El problema es que las Administraciones sectoriales han querido solucionar sus problemas a través de los planes generales porque cada una ha querido influir en el urbanismo y poner su parte. Por ejemplo, durante la tramitación de la Ley de Comercio Sostenible se planteó la posibilidad de que hubiera un nuevo estudio de comercio dentro de los planes generales. Por tanto, si unimos ese estudio con los acústicos, los ambientales, los de paisaje y los de movilidad al final tenemos un documento tan tremendamente complejo que es imposible. Además, el trámite estatal está mal hecho y nos obliga a seguir unos tiempos que son absolutamente desastrosos.

-¿En qué sentido?

-Porque se informa tres veces sobre lo mismo. Cuando se tramita el documento ya dices los límites. Debería ser el inicial y suficiente para todo, pero luego está la declaración ambiental y territorial estratégica y, cuando ya tienes esto, pasas a la fase urbanísticas y repites de nuevo todos los informes.

-¿No se puede constreñir esa tramitación?

-Esa es mi propuesta: hacer solo un primer informe que esté completo y en el que digamos lo que se puede hacer. Después, que la Comisión Territorial de Urbanismo vea si cumple o no. Con ello se podría acortar la tramitación hasta una tercera parte de esos 10-15 años que estamos de media en el mejor de los casos. No obstante, las Administraciones no quieren perder poder.

-¿España es uno de los países más complejos a nivel urbanístico?

-Aquí nos quejamos mucho, pero la Administración es Administración en todos los sitios y tiene un problema en sí misma y es que va generando una burocracia que dificulta las cosas. En Inglaterra, que es un país con libertad en materia de urbanismo porque no hay planes generales, sí que es cierto que tienen un sistema en el que empiezan a negociar con los propietarios y luego pasan al Ayuntamiento y van superando estadios hasta aprobar el proyecto. Es algo más parecido al urbanismo productivo.

Foto: EDUARDO MANZANA

-Ha comentado que existen unos 400 millones de metros cuadrados de suelo urbanizable. Los promotores se quejan de la falta de suelo en las ciudades. ¿Mienten entonces?

-No es que mientan es que no van más allá. Efectivamente, si buscas en el mercado construir un edificio falta suelo finalista, que ese es muy escaso y es el que ellos quieren. Por eso, yo a los promotores, con quienes he tenido conversaciones, les he dicho que las Administraciones tenemos que organizarnos con ellos para ver cuánto suelo necesitan, dónde y ejecutarlo. Los promotores pueden comprar el suelo, nosotros urbanizarlo y edificarlo al mismo tiempo y así ganamos tiempo. Hay que tener en cuenta que salimos de un 'no urbanismo' de los últimos 15 años y con unos bancos que no financian porque han salido escaldados de la situación anterior.

-Pero, ¿entiende su queja?

-Entiendo la queja de los promotores, pero ellos no me entienden a mí. Hay suelo urbanizable por desarrollar a punta pala. Y lo que habrá que hacer es romper las dinámicas actuales y negociar con los propietarios de esos solares. El sector es el que debe actuar.

-En València, por ejemplo, existen grandes PAI como el de Benimaclet que están bloqueados por cuestiones políticas. 

-Si no hay suelo finalista habrá que fabricarlo. València es verdad que tiene un problema y es que es una gran metrópolis y hemos ocupado prácticamente todo el territorio. ¿Dónde tenemos que ir? Por un lado, efectivamente, desarrollar las pocas zonas que no se han desarrollado como Benimaclet o el Grao que, además, son conflictivas porque los intereses son enormes. Pero también está la propia ciudad existente en donde hay solares que no están edificados y la ley nos permite obligar a los propietarios a que los ejecuten. Ahí la Administración debe entrar a jugar. Además, también hay mucho que rehabilitar. 

-Una de las principales quejas del sector es también la larga tramitación de las licencias. Se creó un decreto para que entidades externas y acreditadas (ECUV) pudieran colaborar y desatascar los cuellos de botella. Pero el bloqueo persiste en muchos ayuntamientos. ¿Por qué no está funcionando?

-Sí que están funcionando. Habrá algún Ayuntamiento que no las necesite porque sus técnicos municipales dan con agilidad una solución, pero sino es un instrumento muy bueno. 

-No todos las están aplicando. En València se tarda de media dos años en lograr una licencia e, incluso, hay proyectos que han llegado a estar cinco años a la espera del permiso.

-Desde la Generalitat hemos puesto encima de la mesa un instrumento que sirve para agilizar y que funciona. Si un Ayuntamiento no quiere utilizarlo es porque no quieren sus técnicos o los políticos no son capaces de usarlo. Pero eso, desde luego, es un problema de cada Administración local porque la herramienta la tienen. De hecho, la creamos a instancias del Ayuntamiento de València porque tenía una necesidad. Alicante sí que utiliza las ECUV, Orihuela, Torrevieja y València, también.

"No tiene sentido que se tarde más en tener una licencia que la obra en sí"

-¿Por qué entonces en València hay ese atasco de miles de proyectos parados?

-No lo sé.

-¿Entiende que no se utilice mientras se acumulan los proyectos?

-No lo entiendo. Ahora están viniendo grandes proyectos, pero también mucha inversión a través de los fondos Next Generation para rehabilitación, que son proyectos que necesitan una licencia. Si tenemos al séptimo de caballería que son las ECUV cojámoslas para que esto vaya más rápido, lo que no tiene sentido es que se tarde más en tener una licencia que la obra en sí.

-Desde el PP han defendido un cambio en la Ley de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje (LOTUP) para introducir las licencias express, aquellas que se conceden en un máximo 30 días. ¿Es una buena solución?

-Eso es una copia de Madrid y su urbanismo. Qué me expliquen qué es eso de una licencia express porque siempre necesitará de un informe técnico y jurídico. ¿O se empieza la obra y luego se pide el permiso? Porque eso se llama declaración responsable. Por tanto, creo que las licencias express ya las tenemos y son las ECUV.

-Las ciudades están cambiando de forma muy rápida. ¿Qué cambios en el urbanismo son más necesarios para adecuarse a la nueva realidad?

-Muchas ciudades no necesitan planes generales nuevos, sino transformaciones. La mayoría de nuestras ciudades ya tienen un diseño hecho, pero podemos reclasificar más suelo, pero que sea útil para los ciudadanos y no especulativo. 

-Se lo preguntaba por todo el tema de la necesidad de hacer un encaje normativo que recoja las nuevas fórmulas alojativas como el cohousing, coliving o el senior living, que ahora están en un vacío normativo.

-El cohousing o el coliving no tienen problema en desarrollarse en zonas donde el uso residencial está permitido. Quizás lo que tengamos que hacer es alguna pequeña modificación en el planeamiento para que encajen. Por ejemplo, en Alfara de la Baronia había un solar industrial destinado a una papelera que cerró y hay una cooperativa que lo ha comprado para hacer una propuesta así. Eso está genial porque retoman un suelo ya existente. Sin embargo, lo que no puede ser es que vengan aquí inversores y te quieran vender un modelo de estos cuando en realidad buscaban desarrollar un resort de lujo. 

Foto: EDUARDO MANZANA

-Por otro lado, la instalación de las renovables ha generado una fuerte discrepancia en el seno interno del Consell y recelo en algunos municipios. ¿Ha faltado una ordenación urbanística más clara?

-Sí, se ha fallado por no tener una ordenación clara que permita a un inversor saber de antemano dónde podía construir renovables. Se falló hace muchos años al no coger Territorio y pintar en un mapa dónde sí y dónde no. Medio Ambiente sí lo hizo, pero Territorio no. Y no se ha hecho así por falta de coordinación y discusión.

-¿Ha habido entonces una falta de previsión para detectar el 'boom' en el sector de las renovables que ha llegado a la Comunitat?

-Tal vez lo mejor hubiera sido hacer un Plan de Acción Territorial de toda la Comunitat, estableciendo en qué zonas se podía y en cuáles no. Cuando aprobamos el decreto 14/2020, Medio Ambiente hacía lo que debía hacer y era pintar de rojo en un plano sus manchas infranqueables. Lo que pasa es que aquí hay opinión para todo y hay gente que considera que en un secarral, que es muy bonito, no se puede hacer fotovoltaica. Me parece muy bien, justo y lícito, pero el interés general está diciendo que tenemos una economía de guerra en materia de energía, que solo se puede solucionar a través de la eólica y la fotovoltaica porque aquí no tenemos gas ni petróleo. Por tanto, estoy a favor de las renovables porque son puntuales en el tiempo y conforme vayamos encontrando otras alternativas las iremos quitando.

-Compromís defiende dar mayor peso a los ayuntamientos en esta cuestión ¿Cree que las competencias deberían repartirse más o, por el contrario, agruparse en un único departamento?

-No veo lo de dar más competencias a los ayuntamientos cuando muchos llegaron a parar licencias. Aquí hay un efecto que no acabo de entender y que los ingleses tienen muy estudiado y que llaman: "no en mi patio trasero". Es decir, no me pongas un basurero, no me pongas una central nuclear en mi territorio. Ahora es "no me pongas una fotovoltaica que me moleste a la vista". 

-¿Cómo se pueden integrar las renovables de una manera amable con el entorno?

-Ya sabemos a nivel medio ambiental cuáles son los límites, ahora que lo exprese Territorio claramente. Y que los ayuntamientos participen en ese plan para que todo el mundo sepa dónde no se puede y dónde sí.

-Ha habido un cambio de gobierno. ¿Cree que habrá un retroceso urbanístico?

-Creo que no. De hecho, les dejo mi libro de guión para que puedan seguirlo si quieren. Bromas aparte, no hay más remedio que no retroceder por el bien de los valencianos. Por mi parte, les voy a dar toda la información para que los proyectos salgan adelante y estoy seguro de que los que vengan no tienen más remedio que verlo de la misma manera.

-Por tanto, y como titula su libro, ¿cuál es el urbanismo que viene?

-Es un urbanismo que hemos ido generando los cimientos a lo largo de esta época del Botànic. El edificio que vayamos a construir podrá ser de una manera u otra estéticamente, pero lo que es la estructura no hay más remedio que seguir lo que tenemos. El urbanismo debe ser ágil, digitalizado, democrático, transparente y con perspectiva de genero. Porque podrán cambiarle el nombre y llamarlo 'urbanismo intrafamiliar' si quieren, pero le llamen como le llamen tenemos la enorme suerte de que las mujeres han entrado en el mundo del urbanismo y lo han transformado. Y, por tanto, esa perspectiva de género va a estar ahí; en la ciudad de 15 minutos, con una movilidad agradable en patinete y bicicleta, y con árboles que luchen contra el Cambio Climático. Ese es el mundo que viene y eso es perspectiva de género. 

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