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crítica de concierto

Entusiasmo entre el íntimo Sibelius de Khachatryan y un espectacular Strauss

Ficha técnica
27 de octubre de 2022
Auditori del Palau de les Arts
Obras de Jean Sibelius, Charles Ives y Richard Strauss
 Sergey Khachatryan, violín
Orquesta de Valencia
Alexader Liebreich, director musical
29/10/2022 - 

VALÈNCIA. Buena entrada presentaba el auditorio del Palau de Les Arts, en este segundo concierto de abono con resultados orquestales sensiblemente mejores que el pasado concierto en el Teatro Principal. 

Da gusto escuchar el Cisne de Tuonela en directo, con su particular orquestación, y más en una lectura en la que Liebreich y los músicos de la orquesta supieron traducir a la perfección el carácter impresionista, descriptivo y melancólico de esta pequeña joya del compositor finés. Excelente Juan Bautista Muñoz al corno inglés a lo largo y ancho de la partitura, en unos pentagramas de una escritura no especialmente virtuosa pero sí de una desnudez y expresión que precisan del arte de un músico consumado. Magníficos también los trombones en piano, acentuando el fraseo de la cuerda con los atentos y precisos timbales de Javier Eguillor al unísono con cada uno de los acordes de los metales.

El joven violinista armenio Sergey Khachatryan, artista residente de la orquesta de Valencia, protagoniza un Sibelius íntimo e interior, más que grandioso y aéreo, lo cual es una opción personal válida siempre que llegue a buen puerto. El Allegro Moderato fue más moderato que Allegro y la nostalgia de su Guarneri del Gesu se tornó más en melancolía. Magnífica en el virtuosismo la primera y breve cadenza. El gran clímax orquestal del movimiento fue bien planeado por Liebreich, aunque los metales quizás sonaron en una dinámica por encima al resto de la orquesta. Muy bien las maderas de la orquesta en el pequeño coral con que se inicia el Adagio di molto. Es quizás aquí donde se echa de menos un sonido más redondo y corpóreo del violín aunque no se le puede poner peros en afinación, fraseo y expresión. El finale fue un notable ejercicio de musicalidad y virtuosismo. Toda la coda de este tremendamente exigente concierto fue arrolladora finalizando el concierto tal como empezó, con una afinación absolutamente prodigiosa. Ante los bravos de un entusiasta público asistente, que no se sustrajo a la necesidad de aplaudir entre movimientos, Khachatryan interpretó una pequeña obra armenia de título Havun havun Narekatsi.

Tras el receso, disfrutamos de una buena traducción de la genial composición de Charles Ives Pregunta sin respuesta aunque, a decir verdad, me hubiera gustado un mayor histrionismo punzante en las maderas que contestan a la trompeta, y un mayor misterio y mejor proyección del sonido de la trompeta tocada con aplomo, fuera de escena, por el solista de la formación Javier Barberá.

Foto: LIVE MUSIC VALENCIA

La velada acabaría por todo lo alto con una formidable y espectacular lectura del Así habló Zaratustra straussiano. A grandes rasgos, en esta ocasión, se mostró por encima  el conjunto orquestal que lució un espléndido sonido, respecto a sus solistas, no porque estos últimos no tuvieran su mejor noche, pero es cierto que sus intervenciones no llegaron a ser rutilantes. Excelentes se mostraron todos los metales mostrando un una emisión enormemente empastada y amplia, siempre dentro del control general impuesto por Liebreich. Segura en la afinación y musical en el fraseo se mostró la concertino, Anabel García en su peliagudo papel como solista, aunque sin demasiada presencia en cuanto al sonido extraído a su violín. De nuevo Barberá en la trompeta demostró un ataque seguro, aunque también eché algo más de presencia, y excelente como siempre Javier Eguillor en un inicio de la obra verdaderamente apabullante con célebre prólogo que anuncia la llegada del superhombre. Igualmente, magníficas las seis trompas, aunque en algún momento puntual me hubiera gustado un mayor protagonismo. Se le vio a Liebreich disfrutar con una dirección apasionada, arrastrando a los músicos sin permitirles bajar la guardia, lo que se tradujo en una lectura rutilante, que no decayó en más mínimo a lo largo y ancho de su más de media hora. A destacar la cuerda en “de las alegrías y las pasiones”, el contrapunto en “el convalenciente”, o la reexposición del tema inicial en fortíssimo que a algún espectador se le escapó un amago de aplauso. Liebreich, gestualmente se mostró verdaderamente intenso, a lo que el también muniqués, Don Richard Strauss habría mostrado sus reticencias, puesto que es conocido su alegato, no exento de ironía, por una dirección orquestal de gesto espartano por no decir, minimalista. Si se puede dirigir con las cejas, mejor que con las manos, venía a decir. 

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