VALÈNCIA. Se necesita un tipo especial de alquimia creativa para transformar la gran literatura en una gran ópera. Nadie lo hizo mejor que Giuseppe Verdi. El mejor ejemplo de eso pueden ser los dramas de Shakespeare. De los cientos de óperas compuestas a lo largo de los siglos basadas en este inglés universal, apenas unas pocas han tenido un verdadero éxito. Verdi escribió tres de ellas: Macbeth, Otello y Falstaff. Pero el gusto del compositor italiano por la literatura no quedó ahí. Escribió tres óperas basadas en obras del dramaturgo alemán Friederich von Schiller: I Masnadieri, La Forza del Destino y Don Carlo. Lord Byron fue el origen para Il Corsaro y I Due Foscari. Recurrió a Voltaire para Alzira, a Alexandre Dumas para La Traviata y a una obra de Victor Hugo para su popular tragedia del Rigoletto. El mismo novelista francés estuvo también en la raíz de uno de los primeros éxitos de Verdi: Ernani.
Al comienzo de su carrera, Verdi se hizo conocido por sus óperas históricas con mensajes políticos apenas disimulados que apelaban al nacionalismo italiano. Esos dramas incluyeron Nabucco y I Lombardi, ambos estrenados en La Scala de Milán. Cuando Nabucco también fue un triunfo en Venecia, se le pidió a que escribiera una nueva ópera para el principal teatro de ópera de esa ciudad, La Fenice. Verdi se decidió por el romance puro de la obra de Hugo Hernani, la historia de una mujer soltera amada por tres hombres radicalmente diferentes.
Presentada por primera vez en 1844, la que fue la quinta ópera del compositor italiano, tiene algo de estatus de thriller de culto. Ambientada en la España del Renacimiento, explora las consecuencias de un código moral que valora el honor por encima de todo, incluso de la vida misma. En ella converge la fuerza de todos los elementos del drama verdiano: honor, pasión, amor, celos y venganza.
El joven bandido pero sufriente Ernani, el implacable y despiadado noble De Silva y Don Carlo, un futuro emperador del Sacro Imperio Romano Germánico dividido entre la ternura y la violencia, la autoindulgencia y el idealismo. Los tres se pelean por el amor de la pupila de De Silva, Elvira. El telón de fondo de tres hombres cortejando a una mujer le sirvió a Verdi de contraste perfecto para explorar las cualidades expresivas de tres tipos de voz masculina: el tenor (Ernani), el bajo (De Silva) y el barítono (Don Carlo).
La trama amorosa resulta ser un vehículo casi perfecto para un joven Verdi ya seguro de sí mismo que buscaba dejar salir todas las paradas emocionales. Personas retratadas con todas sus fortalezas y debilidades, y su potencial tanto para la grandeza como para el mal. Verdi celebra en esta ópera la existencia, aceptando y explorando compasivamente la vida y su variedad en todos los sentidos. A ello suma la magia de su glorioso don para las melodías, su sentido teatral del tiempo y el espacio, su interpretación conmovedora de los personajes y su uso firme y eficaz de la orquesta tradicional.
Ernani fue un éxito inmediato, marcó la destreza de Verdi en la adaptación de un evento histórico (la coronación de Carlos V como emperador en la Catedral de Aquisgrán) a un drama musical psicológicamente convincente, situándolo en una de las carreras más exitosas en la historia de la ópera.
Ernani, con una coprodución de La Fenice, el mismo teatro que encargó y estrenó esta ópera, se interpretará en Les Arts del 7 al 18 de junio.
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