VALÈNCIA (EFE). Al litoral valenciano, muy erosionado ya por un urbanismo y turismo desmesurados, se le ha sumado un nuevo frente: la ampliación del puerto de València a orillas de un mar, el Mediterráneo, muy recalentado por las altas temperaturas del planeta y punto crítico del cambio climático global.
La ampliación norte del puerto de València aprobada esta semana por el Consejo de Ministros -con el rechazo de Sumar- ha suscitado un fuerte rechazo de los grupos ecologistas por el impacto que -aseguran- tendrá sobre el litoral y, en general, sobre los ecosistemas y la biodiversidad.
En declaraciones a EFE, el responsable del programa marino de la organización WWF, José Luis García Varas, ha advertido de que la ampliación del puerto de València duplicará la capacidad de tráfico de contenedores y afectará de lleno a la dinámica del litoral, erosionando más la línea de costa y la situación ambiental del territorio.
Por el contrario, los datos científicos apuntan a que las obras no añadirían impacto a las playas valencianas, desde hace años muy castigadas eso sí por el puerto de Valencia al impedir el flujo natural de sedimentos, y mas recientemente también por una mayor frecuencia y magnitud de desastres naturales, como los temporales costeros, a causa del cambio climático.
En España, un país de grandes contrastes geográficos y especialmente rico en biodiversidad, existen casi 8.000 kilómetros de costa, de los que casi una cuarta parte son playas. El 40 % están urbanizadas o son urbanizables y el 7 % son instalaciones portuarias.
Además, el litoral español representa un enorme atractivo para establecerse de forma fija o transitoria: la costa del país acoge al 35 % de la población total y al 82 % de la turística, según datos manejados por los expertos.
Pese a ello, las amenazas ambientales son cada vez mayores. En el caso de la costa mediterránea peninsular, de especial atractivo para el turismo por su climatología pese al excesivo urbanismo, el territorio sufre cada vez más los embates de danas o depresiones aisladas en niveles altos con episodios de lluvias torrenciales, acompañadas, por otra parte, de prolongadas sequías y falta de agua.
Asimismo, el aumento del nivel del mar es otro de los efectos climáticos, además del recalentamiento del Mediterráneo, a ritmos muy por encima de la media mundial, con temperaturas que cambian los ciclos de las especies y amenazan la vida marina y los ecosistemas.
Según datos oficiales, el verano pasado sus aguas superaron los 31ºC, con varios récords históricos. A nivel productivo, el 70 por ciento de los cultivos de cereales en la región mediterránea entre 2016 y 2018 se vieron afectados por la sequía, según cifras de un reciente informe de Naciones Unidas.
Además, las pérdidas forestales en la región mediterránea podrían doblarse o triplicarse respecto al riesgo actual si la temperatura global supera los 3 grados respecto a los niveles preindustriales; el mundo se acerca a la barrera de los 1,5 grados de anomalía térmica y el 2023, a punto de terminar, cerrará el año como el más caluroso desde que hay registros.
Ante este escenario, la ampliación del puerto de València echará más leña al fuego de lo que es ya una muy complicada situación ambiental, la que se vive en la región mediterránea, ha insistido el ecologista José Luis García Varas, de WWF.
Ha advertido especialmente del severo efecto que tendrán las obras sobre las praderas de Posidonia, una fanerógama marina endémica del Mediterráneo con un importante rol ecológico en el medio marino y cuya presencia es necesaria para reducir la energía de las olas de modo que las arenas en suspensión se depositen en el fondo.
Estas praderas generan hábitats de gran valor ecológico (alimentación, refugio, reproducción) para la biodiversidad marina y podrían verse seriamente afectadas, ha explicado el ecologista.
Los rorcuales, delfines y cetáceos que habitan en estas aguas son otras de las especies marinas que podrían verse damnificadas por las obras a causa de la profundización del calado del puerto para permitir el acceso a embarcaciones más grandes, tanto de carga como turísticas.
Un acceso más frecuente y con barcos de mayor tamaño incrementará el tráfico marítimo y las probabilidades de colisiones con estos animales en sus movimientos migratorios, ha advertido.