El CIO Insights de Deutsche Bank ve el vaso medio lleno en el contexto actual porque los datos macro son buenos y ello se refleja en los resultados empresariales
MADRID. Es bastante normal que diferentes personas o entidades valoren de forma distinta una situación concreta. En cierto modo, éste es uno de los motores fundamentales de los mercados financieros, puesto que permite que haya personas dispuestas tanto a comprar como a vender al mismo tiempo. El hecho de que existan percepciones diferentes puede ayudar asimismo a prevenir fluctuaciones extremas del mercado, limitando la propagación de un comportamiento gregario.
Las distintas percepciones acerca de la situación actual del mercado son particularmente comprensibles, ya que existen una serie de factores claramente positivos que coexisten con varios factores negativos potenciales, y no de un modo que pueda conciliarse fácilmente. Entre los primeros cabe destacar un crecimiento mundial cada vez más sincronizado y el aumento de los beneficios empresariales. Entre los segundos figuran los temores respecto a la magnitud de las futuras subidas de tipos de la Fed, a partir de la suposición de una economía estadounidense muy fuerte, la posibilidad de una nueva escalada de la guerra comercial entre EE UU y China y las inquietudes respecto a las tensiones en el sector tecnológico.
¿Deberíamos ser optimistas y, utilizando el refrán, considerar la situación actual como un vaso medio lleno? ¿O ser pesimistas y verlo como un vaso medio vacío? Yo propondría una actitud de optimismo moderado y la perspectiva del vaso medio lleno, pero con ciertas reservas. Y ello porque, esencialmente, considero que los movimientos recientes del mercado representan una vuelta a un entorno de mercado más típico, con una mayor volatilidad que genera riesgos, pero también presenta oportunidades. Este cambio es, en mi opinión, inevitable a medida que avanzamos en una transición gradual hacia el final de la era de expansión cuantitativa, tras la crisis financiera mundial, y la eliminación de la volatilidad de las clases de activos que comportó.
También considero difícil ser pesimista en un entorno de sólidos datos económicos y continuo crecimiento de los beneficios empresariales, si bien las elevadas expectativas en este sentido reúnen sus propios riesgos, especialmente relativos a decepciones sobre los resultados futuros. Pero tal vez lo que me pregunto realmente es si los posibles factores negativos arriba indicados -subidas de tipos demasiado rápidas de la FED, regulación del sector tecnológico y tensiones comerciales- no deberían ser también considerados simplemente como parte de esa vuelta a un entorno más típico, en que la política económica no se centra totalmente en la perspectiva monetaria o si en cambio, suponen riesgos más existenciales.
La historia proyecta una larga sombra en este sentido: como todos sabemos, las subidas de tipos de la FED durante la exuberancia de la década de 1920 fueron seguidas de un desplome económico y del mercado, y de un régimen de comercio mundial cada vez más fragmentado. Si bien es fundamental que estemos atentos a la evolución de la inflación, me cuesta creer que la Fed se equivoque esta vez. En lo que se refiere al comercio, espero que la razón finalmente se imponga, si bien creo que el hecho de que la disputa haya pasado a abarcar la inversión y transferencia de tecnología significa que la solución aún podría tardar. Y en cuanto a la tecnología -si bien un debate sobre la regulación parece inevitable y necesario, dada la creciente importancia del sector en nuestras vidas económicas y políticas- no tiene por qué afectar su dinámica a largo plazo.No obstante, el optimismo no debe derivar en una confianza excesiva.
El pasado diciembre publicamos nuestros'10 temas para 2018'. En el primero de ellos, 'Persona precavida vale por dos', avisamos de que no era probable que los bajos niveles de volatilidad de entonces se mantuvieran durante 2018 y aconsejábamos a los inversores que reflexionaran para reconfigurar las carteras en previsión de ello. Esta predicción se ha confirmado y seguimos pensando que la capacidad de selección, la gestión activa y, en particular, la gestión de riesgos serán importantes para capear el entorno actual.
Christian Nolting es CIO de Wealth Management y PCC Internacional de Deutsche Bank