VALÈNCIA. A la luz de los datos, la presencia de grupos valencianos en el circuito nacional de festivales sigue sin ser reflejo de nada más que del mercado.
“Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol”. Si hoy alguien hace una relación de conceptos absurda, que sea esta: la que une el versículo 9 del capítulo 1 del Eclesiastés bíblico con la burbuja de festivales indies en general -y la presencia valenciana en ella, en particular-. “¿Hay algo de que se pueda decir: ‘mira, esto es nuevo’?”, continúa el texto. Pues mira, no. Y hoy mucho menos. Al menos en lo que respecta a inclusión de grupos de la Comunitat en los carteles de los festivales más representativos y con mayor arraigo de cuantos conforman el circuito nacional.
“Nihil novum sub sole”, tal y como se le atribuye al rey Salomón. O como escribía Unamuno en aquel poema de Rosario de Sonetos Líricos. Y lo poco que es nuevo, en realidad, lo es para significar cierto retroceso. En lo que respecta a la presencia valenciana en los carteles de festivales que se desarrollan -consolidados ya- en territorio de la Comunitat, lo poco que han cambiado las cosas ha sido para convertir algunos de los pasos de 2017 en falsos. Los datos apenas se mueven, no sufren enormes avances, pero sí lo hacen para ofrecer conclusiones menos halagüeñas -incluso- que las de antaño.
A punto de entrar ya en el frenesí de la temporada de festivales y su apogeo estival, analizamos los datos de la presencia de grupos valencianos en el cartel de los carteles y lo comparamos con los datos registrados en el último curso.
En general, los cinco “grandes” festivales de la Comunitat repiten penetración valenciana y las variaciones son poco reseñables. Arenal Sound pasa del 13% del año pasado, al 15% este año con apenas una decena de nombres valencianos en un cartel de más de 60 referencias (sí, con hueco para Operación Triunfo en la excentricidad del año); también crece ligeramente la presencia regional en el Low Festival, que asciende del 14% a una cifra que supera el 17%. El FIB se mantiene en la carestía valenciana: La Plata y Nadia Sheikh levantan la mano entre los más de 70 grupos que conforman el cartel del festival más importante de la Comunitat.
Los casos de Festival de Les Arts y SanSan son diferentes -incluso entre ellos mismos-. A pesar de haber reducido su colección de grupos valencianos con respecto al curso anterior (del 27% pasa a un 22% representado por La Habitación Roja, L’Emperador, Navvier, Tórtel, Lost River Bastards y L’Home Brut), Les Arts sigue siendo el curioso bastión de la música valenciana en festivales del circuito indie; de los horarios podremos hablar cuando se publiquen. Lo del SanSan, que cierra 2018 con 1 música en el cartel y toallas rosas a favor del feminismo, es otra cosa: el 15% del año pasado se convirtió en apenas un 7% de presencia de músicos valencianos sobre los escenarios (incluyendo en esa clasificación a Space Elephants y a los mixtos Ñekü). Llama poderosamente la atención, sobre todo teniendo en cuenta que es, junto a otros de los mencionados, uno de esos festivales que incorpora gustosamente a su presupuesto la dosis correspondiente de dinero público.
Algo más se mueve a nivel nacional. Aunque, es cierto, lo poco que lo hace no se refleja en la selección de los carteles de los tres grandes festivales del país. En el Bilbao BBK Live, la presencia valenciana se reduce a la última línea de la programación del jueves con Dj Innmir. El Mad Cool dobla los datos del año pasado (es decir, 2): Modelo de Respuesta Polar ocupan es año el lugar de Los Zigarros, y se les suma Badlands como unos de los ganadores del concurso Mad Cool Talent. El protagonismo de los grupos de la Comunitat en el Primavera Sound se cuantifica en los dos representantes del Sounds From València que aporta el programa de Sona La Dipu -y que hace lo mismo en otros festivales de la Comunitat-: Dûrga y The VibroWaves participan de la oferta del Primavera Pro con sendos conciertos gratuitos lejos del Parc del Fòrum, en el CCCB.
No mejoran mucho más las cosas en el resto de festivales de la geografía española. Independientemente del montante final de bandas que conforman el cartel de un festival, el número de representantes valencianos en ellos suele oscilar entre cero y, en el mejor de los casos, cuatro. Tres en el Vida Festival, en el Tomavistas (contando la sesión de Dj de Amatria, que sería una trampa doble) y en la próxima edición del Ebrovisión; dos en Cabo de Plata o Polifonik Sound; cuatro en el Sonorama. O directamente ninguno en otros como el Azkena, el Palencia Sonora o el Cruïlla.
La nota discordante y más positiva para todo aquel que considere fundamental contar con representación valenciana en el podrido circuito de festivales ha sido, sin duda, la última edición del Viña Rock. Mientras el año pasado ya lideraba el apartado de festivales que, lejos del Mediterráneo, contaban con presencia de música creada en la Comunitat, este año ha multiplicado por dos esas cifras. Del 7% de la edición de 2017 ha pasado este año a superar el 16% rondando la veintena de grupos entre los más de 100 nombres de su cartel. Por delante de SanSan, FIB o Arenal Sound.
El Viña Rock es, de hecho, el único de los festivales que se sale de la tendencia natural a la reiteración y el que, por tanto, demuestra que en la cosecha valenciana hay espacio para la variedad. Curiosamente un festival cuyo género predominante ha sido tantas veces tildado anquilosamiento y escasa variedad. Entre la selección de grupos de la Comunitat en el último Viña Rock había rock (Los Benito, Mafalda), punk (Konsumo Respeto), ska o reggae (La Raíz) y rap (Frida), entre otros.
El resto de la selección valenciana que viaja entre festivales es mucho más fácil de controlar. Todo está mucho más acotado en lo que respecta al circuito de festivales mal llamados indies. A partir de la observación es fácil inferir que La Plata, con su debut este mismo año, es el grupo de moda -valenciano- entre los programadores de festivales de este país. Si bien se han quedado fuera de la terna de gigantes, sí forman parte del cartel de festivales como Low, Tomavistas, Ebrovisión, Sonorama o Vida, y se ha colado junto a Nadia Sheikh en la selección valenciana del Festival Internacional de Benicàssim.
Lo de Modelo de Respuesta Polar es menos evidente. Pero así es como ellos avanzan. Low, Ebrovisión, Vida y Mad Cool les deja un envidiable curriculum festivalero -si es que tal fita pudiera ser envidiable-. Amatria -el asimilado-, La Habitación Roja y los grupos del Sona La Dipu completan el sota-caballo-y-rey de la selección indie, evidenciando la conclusión más contundente al respecto: el peso valenciano en la zona privilegiada del circuito de festivales depende de a cuánto ascienda la cuota nacional en los carteles y es inversamente proporcional al presupuesto que cada uno tenga para confeccionar el mismo. Nada nuevo bajo el sol.