VALÈNCIA. Compartimos un mundo sobrepasado por la información globalizada, preocupado por la sensación de vulnerabilidad que menoscaba el bienestar general y agobiado por el exceso de actividad que condiciona una escasez de tiempo libre para atender las obligaciones impuestas por el ritmo de la vida diaria. Todo cambia sin cesar con la exigencia de una continua puesta al día inmediata.
Los mayores emprendedores, sobre todo jóvenes con ansias de ocupar un espacio influyente y dominante en ese mundo, se esfuerzan por encontrar acciones novedosas que arrastren, como en la fábula del flautista de Hamelin, a los sujetos volubles que se dejen deslumbrar por los continuos ofrecimientos que hacen a sus personalidades pasivas y dependientes.
Se oferta mejor todo hecho y digerido. La tendencia en las vidas de las personas debe entrar sin que apenas se note, procurando que el sujeto crea que cada actitud condicionante la descubre por sí mismo. La moda ya no es solo de ropa o hábitat, es de tendencias y de continuas innovaciones que a veces pueden parecer disparatadas, pero que en ocasiones se convierten en engranajes de potentes sistemas de arrastre de masas que enriquecen a los emprendedores que las pusieron en marcha.
Todo es posible. La imaginación, asociada sobre todo a la tecnología puntera, vuela inventando ideas que sorprendan y condicionen bucles de retornos a los fieles que entraron en el sistema, arrastrados en una corriente para que les cueste salir de la misma. Si es importante captar el cliente, la fidelización es la meta principal inmediata, creándose nuevas estrategias emprendedoras en cada caso para mantener el flujo de continuidad y la reentrada en el sistema en el menor tiempo posible.
Es un mundo agnóstico sin saberlo como consecuencia de la falta de introspección del sentido de la vida que, a fuerza de asumir que es inescrutable, entiende al hedonismo como la principal motivación. Todavía muchos piensan en el prójimo, otros no. Los que tienen inquietudes éticas emprenden acciones colectivas solidarias que aplaquen sus sentimientos y otros además de eso se parapetan en tendencias religiosas de todo tipo en las que se sienten reforzados.
La política como forma de gobierno eficaz para la mejor organización de las sociedades humanas apenas es bien considerada. Son tendencias dominantes en forma de aparatos organizados jerarquizados que buscan sobre todo su supervivencia en beneficio propio, estando condicionados por las continuas luchas internas de los liderazgos que son los que reparten las prebendas y hacen a los demás dependientes.
Tristemente y más que nunca parece que el fin justifica los medios. Sobre todo en política casi todo vale con el fin de subsistir. La hábil traición disimulada es un valor añadido, y si uno queda al descubierto siempre puede intentar formar su propia tendencia con ánimos de fundar su propio grupo de presión.
Pero la vida sigue su devenir más allá de nuestro entorno y de las fronteras. Las diferencias en el bienestar entre los colectivos humanos de todo el mundo se agrandan, pero también se hacen inversamente proporcionales a la proximidad vivencial que da la información en tiempo real y ofrece el mundo globalizado a través de los múltiples medios de difusión. Los agravios, comparaciones y las desigualdades son caldos de cultivo que pueden provocar reacciones imprevisibles.
La información y su control se erigen confirmándose como los poderes dominantes. Los grandes grupos mediáticos se expanden en nuestro universo a la vez que aparecen tendencias anónimas inescrutables que influyen en los hilos de lo que se ofrece y condicionan los pensamientos colectivos mediante el manejo de las redes sociales, lo que da poderío y riqueza. También las mayores fortunas siguen creciendo y miran de soslayo a los desfavorecidos, a la vez que tratan de resistir su absorción por las grandes alianzas económicas al acecho.
Sin embargo alrededor de cualquier inflexión sobresaliente van creciendo tendencias, a modo de la campana de Gauss, que sumadas todas ellas y creciendo por sus bases pueden ensombrecer las cúspides hasta sobrepasarlas. La aparición de opciones divergentes se hace siempre inevitable, la dominancia se alterna, siendo cíclica y pasando la mayoría de las veces de unos descendientes a otros. Como siempre completando páginas de la historia del mundo para que, a la vuelta de una página impredecible, se vuelva a empezar o se quiera volver a cambiar.
Podríamos empezar potenciando una sólida educación que avive los sentimientos éticos de nuestra naturaleza humana. Invertir en mejorar la enseñanza y la cultura hará que nuestros anhelos sean más tolerantes y solidarios, tamponando la crueldad de los mercados insensibles y el beneficio desmedido tanto económico como social y político. Soñar es el primer paso del deseo de mejora que conduce a la voluntad de aportar, cada uno en su propia medida, el esfuerzo colectivo que haga disipar los escenarios inquietantes.
Fernando Mulas es Neuropediatra, jefe de neuropediatría del Hospital “La Fe” de Valencia de 1978 a 2013.