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EL MURO / OPINIÓN

Esos concursos

La transparencia también puede ser traslucida. Tanto concurso público, abierto y plural para que las dudas sobrevuelen de nuevo la gestión pública

1/07/2018 - 

Siempre he considerado que al frente de una institución pública, en este caso cultural, deberían estar los mejores en su especialidad, los mejor preparados, conocedores del asunto y con larga experiencia de gestión más allá de otras cuestiones ideológicas o afinidades personales. Pero, al mismo tiempo, también he dudado de los concursos públicos que “suelen garantizar” la presencia de grandes currículos aunque sin experiencia, aspecto que puede conducir a enormes fracasos. No siempre se atiende a razones o evidencias objetivas cuando se trata de repartir por gracia subliminal. Por desgracia, la vara de medir siempre suele resultar muy subjetiva. Luego están los baremos y las composiciones de los jurados que acaban oscilando las balanzas cuando no se cumplen todas las garantías de independencia e imparcialidad. De ahí los numerosos recursos administrativos que se presentan.

Desde la oposición se nos prometió y hoy ya desde el poder un alud de concursos que nos han dado de todo. Es más, a poco más de un año se mantienen en el aire o salen a la luz nuevas convocatorias que más bien sugieren una sibilina forma de consolidar puestos para la eternidad o plazas ya ocupadas, cuyo fin no tiene como objetivo modificar rumbos ni siquiera cubrir huecos.

Tampoco han sido coincidentes las diferentes convocatorias públicas. Algunas ya se sabe cómo han terminado y las dudas que han arrojado sobre otras ilusiones. Hasta las propias instituciones públicas se contradicen al respecto, van a la suya o se contraprograman. Las sinergias han desaparecido, si es que algún día existieron 

Se convocó concurso para cubrir la plaza de dirección del IVAM -aún con el Gobierno del PP en la Generalitat- y se dejó en el aire la correspondiente al San Pio V cuando su convocatoria es la única que sí está marcada por ley. El dedo fue determinante cuando correspondían al mismo departamento otros nombramientos que no han dejado de ser de confianza. Salieron las referidas al Instituto de la Música o el Instituto Valenciano de Cultura, ganadas por méritos, pero no las de otros organismos autónomos. Pero hete aquí que si bien se sacó a libre concurrencia la dirección del Palau de la Música, la misma área de cultura municipal ha contratado por vía directa a la nueva responsable de la Mostra de Valencia y a su director técnico sin programa conocido. Ha salido la correspondiente a la dirección del Palau de les Arts. Les deseo toda la suerte del mundo. 

No dudo de los perfiles y la supuesta seriedad de los aspirantes, pero más vale la confianza conocida y el control directo que la supuesta genialidad del concurrente. Sin embargo, no todo aquel que presenta una documentación plagada de publicaciones o sugerencias creativas puede llegar a ser un buen gestor, que es cosa totalmente diferente cuando no se aporta experiencia revalidada. Un gran currículum también puede esconder un perfil con el que resulte complejo trabajar, vamos, un expediente sin mácula no lo es todo. Ante la duda, prefiero la compra de proyectos a peso, pero en este caso hacerlo significa también que quien los compra, de entrada, no los tiene por sí mismo/a y ha de fiarse simplemente de lo que analiza por escrito. 

 

Los fracasos en parcelas sensibles pueden acarrear grandes frustraciones y desconfianzas cuando quien accede a un cargo desconoce la realidad social y cultural sobre la que ha de navegar. Pero todo sea por la transparencia, que suena muy bien.

Luego está lo realmente difícil de explicar, o mejor aún de entender. Ese es el caso, por ejemplo, de la reciente convocatoria lanzada por la Diputación de Valencia para cubrir los plazas de director el MuVIM y del Museo de Etnología. No lo veo, y menos lo entiendo, salvo si el objetivo es consolidar nombres, plazas o aumentar el staff institucional.

Hace meses saltaba a la luz el deseo de la corporación provincial de quitarse de en medio el MuVIM. Lo consideraba caro de mantener y alejado de las competencias que cree debe tener el gobierno del Palau de Batlía. Fue una propuesta que se puso sobre la mesa de la Generalitat apenas celebradas las últimas elecciones. Volvió a removerse año y medio después como globo sonda. Ahora, para sorpresa y con un director nombrado por la actual corporación provincial, se convoca un concurso no sólo para cubrir esa misma plaza de forma vitalicia en el MuVIM ocupada actualmente por designación directa sino también la de un técnico que ya la tiene también asignada por decreto. Sucede más de lo mismo en Etnología. 

Algo no cuadra. Más aún cuando no es que falte apenas un año para unas nuevas elecciones sino porque a esos puestos sólo podrán presentarse altos técnicos de la propia Diputación de Valencia. El resto queda excluido. El círculo, por tanto, se cierra. Por lo visto, no es un concurso tan abierto ni tan transparente. Tampoco entendí en su momento qué necesidad había de convocar la elección de un director para Sona la Dipu, un mero concurso de rock que apenas necesitaría de un director de producción para organizar bolos.

No entraré a valorar el perfil de los actuales gestores aunque no creo que los nombres difieran mucho de lo conocido. Al tiempo. Pero sí pongo bajo sospecha las diferentes varas de medir de cada una de las instituciones públicas cuando se encuentran ocupadas por cargos de un mismo partido. Si todo es en pro de la transparencia y la libre concurrencia pues que no existan dudas, esto es, o todos o ninguno pero cuando lo traslúcido asume el protagonismo es que algo no parece estar del todo claro. Más bien poco claro.

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