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CHIPS EN EL BELVEDER / OPINIÓN

Esos políticos que van a tener la llave de la innovación

25/05/2023 - 

Cualquier consultora, centro de investigación o departamento de universidad que trabaje con empresas, lo sabe. Cuando se anuncia un plan de ayudas a la I+D, el sector privado echa el freno de mano y espera a conocer los detalles antes de presentar sus proyectos. Es uno de los componentes de esa sociología de la innovación que describe la actitud de un país ante la tecnología. ¿Cuántas iniciativas se mantienen paradas a expensas de recibir el correspondiente apoyo del CDTI a nivel nacional o del Ivace y la AVI en la Comunitat Valenciana? “Espera, si me lo dan seguimos adelante, si no lo dejamos”.

Un destacado dirigente empresarial vinculado a uno de los sectores tecnológicos clave en nuestro país me reconoce en Madrid que las grandes corporaciones están organizando una especie de subasta encubierta de proyectos en los territorios. Los PERTE han establecido el terreno de juego, ahora se trata de saber regatear.

Hablas con un alto cargo de la Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid, con el consejero de Desarrollo Económico y Empresarial de Navarra, Mikel Irujo, con alguien de la cúpula de la Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo de la Generalitat, y todos manejan una decena de proyectos de inversión que pueden anunciarse en breve. Cláusula de confidencialidad mediante, of course. Pero el secretismo podría esconder precisamente solapamientos, avisan los intermediarios.

La política tiene la llave de la innovación en España, porque la I+D sigue vinculándose (es así desde hace décadas) a las ayudas públicas. Lo cual significa que los políticos que salgan elegidos este domingo seguirán siendo determinantes para el éxito de la estrategia de país en tecnología, para propiciar esa necesaria colaboración que no se entiende por qué resulta tan difícil. 

Ya sea para la llegada de inversiones, ya para la configuración de ese deseable tejido intermedio de compañías con propuestas tecnológicas avanzadas de nicho, que debería ser el objetivo. “Por qué ese ansia por plantas de montaje en España si la clave es ser capaz de generar la tecnología”, me pregunta un directivo de una gran corporación internacional. Hace unos años era impensable que una corporación pusiera en marcha algo nuevo con un proveedor en menos de 6-9 meses desde que entraba en contacto con él. Hoy es imperativo integrar rápido a los líderes en tecnologías de nicho.

En el mejunje de regulaciones, sistemas de ayudas y burocracia que rodea a la I+D en España cada cual tiene sus motivos para sentirse agraviado. Las empresas y los centros de investigación públicos y privados insisten en que el modelo de financiación pública no está diseñado para favorecer que las pymes innoven, porque no les ayuda a conectar con aquellas entidades orientadas precisamente a ellas. Además, la fragmentación y la descoordinación son enormes todavía. En el informe “#Desafío 2027: hacia un nuevo modelo de I+D+I” lo demostré con enorme profusión de datos.

Fundamentalmente, ciencia básica y después todo lo demás. Hablamos de periodismo de innovación en Madrid y la directora del Fecyt, la valenciana Inma Aguilar, apunta que estamos describiendo a periodistas de economía y no ciencia. Un porcentaje enorme de la ciencia de vanguardia se produce hoy en empresas y si los gobiernos quieren monitorizar el planeta para luchar contra el cambio climático tendrán que recurrir a ellas incuestionablemente.

La alternativa de acudir a la financiación privada resulta frustrante. Si no tienes un proyecto de inteligencia artificial, ni te molestes en llamar a la puerta de los inversores. Sí, pero IA para hacer qué, en qué sector, en qué tipo de actividades. “No sé, IA”. Céntrate en servicios de entrenamiento, gobernanza y protección, y reza para que tu competidor no esté en Github, un repositorio de soluciones de código abierto. Y tranquilo, dentro de unos meses estará de moda otra cosa.

El sector público puede esgrimir también un argumentario sólido. Un porcentaje enorme de las ayudas oficiales a innovación recaen año tras año en las mismas compañías, es el Gobierno el que financia los centros de investigación y el personal científico del Ibex 35. No hablemos de la presión que los headquarters de las grandes multinacionales están aplicando a sus directivos en España para que expriman hasta la última gota disponible de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Y las pymes y ese middle market que tan estratégico resulta para la competitividad de un país, como viene demostrando la Fundación Cre100do con toda razón, salvo honrosas excepciones, externaliza el riesgo de la innovación en la Administración. Sin dinero público, no hay proyecto, claro como el agua, está en lo cierto Ángel Alba. Todas las piezas en el tablero tienen motivos para hacer reproches al resto.

Estamos en unas elecciones dopadas por los fondos europeos. En España somos muy dados a atribuirnos fortalezas de terceros, lo que nos suele hacer caer en uno de esos espejismos de competitividad que resultan mucho más convincentes para nuestra naturaleza ensoñadora que la realidad misma. ¡No habríamos sido capaces de generar por nosotros mismos esas decenas de miles de millones de euros que se están repartiendo! ¿Dónde está el mérito? Los carteles electorales de hoy servirán para envolver las ayudas públicas a la I+D de mañana.

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