VALÈNCIA. El automóvil y el electrodoméstico han sido, sin lugar a dudas, los introductores del valor del diseño entre el gran público. Además de su vinculación estética, fueron los primeros bienes de consumo que irrumpieron en los hogares a principios del siglo XX, a través de una producción mecanizada, con el objetivo de satisfacer las necesidades de los usuarios.
Estas piezas son ahora el objeto de la exposición Automóvil y Electrodoméstico. La domesticación de la máquina, que acoge desde este jueves -y hasta el 30 de septiembre- Espai Alfaro, un proyecto impulsado por la Colección Alfaro Hofmann y Grupo Ibérica comisariado por Andrés Alfaro Hofmann, Remedios Samper Villalba.
“Estos objetos, fabricados en serie, tardaron en ser aceptados por su presencia tosca y ruidosa”, relatan sus impulsores. En un principio, los vehículos eran manejados por chóferes profesionales y las compañías eléctricas vendían sus primeros aparatos domésticos acompañados de cursos sobre electrificación de la casa.
Fue tarea de las ingenierías y del diseño crear máquinas amables e intuitivas dirigidas a unos consumidores, sin apenas conocimientos técnicos, que debían entender las nuevas fuentes de energía como herramientas de mejora social. La eficiencia y la facilidad de uso actuaron como estímulos clave para el desarrollo de estos productos que representaban modernidad y progreso, y cuya exigencia estética estaba vinculada a la necesidad de obtener éxito en el mercado.
La exposición se centra en varios modelos de automóviles y electrodomésticos que consideramos imprescindibles para entender la importancia del diseño en el proceso de domesticación de la tecnología en el hogar, en el momento más creativo de la evolución de esta disciplina, como fue la primera mitad del siglo pasado.
