A veces nos preguntamos cómo será nuestra sociedad a finales del siglo XXI, en esos más de 75 años que quedan, si partimos de la situación en la que vivimos actualmente. Así, una proyección de España nos daría para varias especulaciones sobre cómo sería el país en el que vivirían nuestros nietos y biznietos, ya adultos. Y apunto tres posibles escenarios:
A) La estructura fundamental del Estado se ha mantenido y los cambios estructurales han mejorado la convivencia social. España sigue siendo un país constitucional, un Estado de derecho, con las modificaciones necesarias realizadas de la Constitución, -sigue vigente la proclamada en 1978-, para adaptarla a los nuevos tiempos. La economía, a pesar de los periodos de crisis surgidos en los ciclos de la economía de mercado se ha repuesto y consolidado en el marco de la UE, que ha conseguido una mayor integración de los países miembros. La guerra de Ucrania, y otros conflictos, han quedado en el recuerdo después de haber llegado a un pacto entre los contendientes. La monarquía sigue presidiendo el Estado y los movimientos nacionalistas han disminuido su fuerza después de lograrse una estructura territorial de consenso, al tiempo que las Autonomías se han consolidado y han llegado acuerdos firmes con el Estado sobre sus competencias y articulado un sistema para disminuir los pleitos entre ellas. Los partidos políticos siguen siendo los mayoritarios del centro izquierda y del centro derecha con sus remodelaciones correspondientes con otras formaciones más pequeñas que hacen en ocasiones de bisagras, y los cambios de gobiernos se producen de acuerdo con unas elecciones libres, sin incidencias. La mayor tecnificación ha facilitado la producción económica y el índice de vida ha aumentado con una clase media que ocupa el espectro social mayoritario, con una jornada laboral de cada vez menos horas a la semana, pero con retribuciones adecuadas, así como el sostenimiento y el aumento de los servicios del Estado de Bienestar. La inmigración consigue ser controlada por una mayor incidencia en la cooperación con los países menos desarrollados. El índice educativo y cultural es alto y la investigación ha dado un salto cualitativo. España es un país con proyección internacional que cuenta para las decisiones que afectan a la paz mundial.
B) La convivencia social se ha deteriorado. La economía ha entrado en una larga coyuntura de recesión y el paro juvenil se ha disparado, a la vez que muchas empresas han tenido que despedir parte de sus trabajadores, mientras otras han quebrado. El orden público tiene dificultades para ser controlado y la delincuencia se ha extendido con mayor proporción en pueblos y ciudades. Las garantías procesales se restringen. Los partidos políticos se imputan unos a otros ser los causantes de las crisis, sin llegar a acuerdo estables. Los movimientos nacionalistas crecen y demandan la independencia con mayor respaldo social. El Estado reacciona con formaciones políticas que imponen una legislación que incrementa el control militar, policial y social del gobierno central, ilegalizando partidos considerados antisistema y para ello cambian algunos artículos de la Constitución o proponen otra, con un sistema electoral diferente. Las Autonomías ven disminuidas sus competencias y parte de los servicios públicos son controlados por el Estado. La emigración de españoles crece y la UE ha remodelado sus estructuras con un predominio del poder de los estados sobre la legislación comunitaria. El Estado del Bienestar se reconduce y algunas parcelas se restringen en función de la recaudación fiscal y la deuda pública. La educación y la sanidad quedan controladas por el Estado y las actividades culturales sufren una censura encubierta o impuesta por leyes. La política internacional se sustenta en la alianza con países que aplican restricciones de derechos antes considerados fundamentales.
C) España reduce su territorio. Los movimientos nacionalistas, ante una coyuntura favorable de la UE que ha cambiado su legislación, y de las potencias hegemónicas, acceden a la independencia y se constituyen en Estados. La península ibérica queda más fraccionada. Las perspectivas económicas se reducen y el Estado español tiene dificultades para atender los servicios públicos. La emigración se acelera y a los partidos políticos les resulta imposible implantar políticas de consenso o propias, con la posibilidad de optar por suprimir parte de los derechos constitucionales y entrar en una estructura política de semidictadura en el territorio resultante, lo que puede también alimentar nuevas tendencias nacionalistas para alcanzar la independencia. De tal manera que existiría en el Mediterráneo otra península semejante a la Balcánica, donde incluso existe un Estado de las dimensiones de Kosovo. El resultado sería, en principio, dos Estados nuevos: Euskadi y Cataluña y la posibilidad de Galicia, así como el aumento del independentismo en la Comunidad Valenciana y Baleares, y las ciudades de Ceuta y Melilla quedarían bajo la soberanía de Marruecos.
Son visiones utópicas o distópicas, que puede dar otros resultados insospechados, pero también es posible que algunos de los esquemas propuestos puedan aproximarse a la realidad futura con los matices que procedan. Si, desde ahora, no llegamos a acuerdos firmes que solidifiquen el Estado puede desembocarse en las alternativas b y c.