EN CONCIENCIA   / OPINIÓN

Espiral del cinismo y periodismo mercenario

14/07/2022 - 

Hace hoy un mes salió a la luz el mayor estudio global sobre el consumo de noticias que, en España, publica la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra: el Digital News Report, del Reuters Institute.

El trabajo parte de una encuesta del Instituto Reuters a 92.000 personas en 46 países de seis continentes, y analiza actitudes y hábitos de consumo de la información a nivel mundial. (https://dadun.unav.edu/handle/10171/6364)

El apartado del informe dedicado a nuestro país lo realizan investigadores de DIGITAL UNAV –Center for Internet Studies and Digital Life de la Facultad de Comunicación- que extraen sus conclusiones de las 2028 encuestas a internautas adultos españoles realizadas entre enero y febrero de 2022.

Como exponen Alfonso Vara-Miguel, Samuel Negredo, Avelino Amoedo, Elsa Moreno y Jürg Kaufmann, este año, en el panorama del mercado informativo español, se ve alguna zona de luz, pero otras muy sombrías “que llevan camino de cronificase”.

Entre las primeras, dos buenas noticias.

- Para empezar, la pandemia parece, en efecto, haber digitalizado la sociedad. Se consolida la primacía del móvil como dispositivo informativo y un aumento de la penetración de videos y podcasts de noticias.

- En segundo lugar, la sociedad española está realmente preocupada por la desinformación. Por tanto, infiero yo, que entiende que la información de calidad es un bien preciado. En consonancia, se aprecia una transición del modelo de gratuidad hacia el de suscripción que, con la que está cayendo, tiene mucho valor. Algunos, pocos (los más interesados en la vida pública) tenemos ya el hábito de pagar por noticias de calidad.

Frente a estas dos cuestiones positivas, en el otro extremo, los datos confirman tendencias muy inquietantes para el periodismo, pero, sobre todo, para la sociedad.

- En primer lugar, hay un claro declive de audiencias y de rentabilidad de los diarios impresos. Ojo: no olvidemos que los medios, son, al fin y al cabo, empresas y, sin ellas, no habrá información.

- En segundo lugar, el estudio detecta, cada vez con más claridad, un “mercado dual”, con unos ciudadanos que valoran crecientemente la buena información, frente a otros -mayoritariamente digitales y jóvenes- desinteresados por la actualidad, que acceden y comparten (si acaso), noticias en redes como única forma de participación pública.

Deberíamos tomarnos muy en serio la encomienda de la UE de potenciar la educación mediática si queremos combatir la desinformación. Es más (y voy a ser mala) deberíamos, ministra Alegría, tomarnos muy en serio simplemente la educación (sin apellidos), porque, si no, la prensa (y la democracia) tienen los días contados.

- En tercer lugar, y esto me parece lo más importante, el informe Reuters apunta que “el interés y la confianza en las noticias están en España en niveles históricamente bajos”, por detrás del resto de países europeos, de manera que, por primera vez desde que se realiza el estudio, “hay más españoles que no confían que españoles que confían en los medios”, y uno de cada tres ciudadanos ni tiene interés ni se cree lo que le dicen.

La cuestión verdaderamente grave es, sin embargo, que el número de encuestados que perciben a los medios informativos como “dependientes de grupos” (políticos y empresariales) ha aumentado. Como consecuencia, hay un “problema de evitación deliberada de noticias, por hartazgo, cansancio o desconfianza”.

Hace 25 años, Joseph N. Cappella y Kathleen Hall Jamieson, publicaban “La espiral del cinismo”. Este libro planteaba que cierta cobertura de asuntos públicos se relacionaba con la desafección por la política y la falta de participación. Así, en la medida en que las noticias se hacían eco de los motivos y el estilo de los políticos (y no las de cuestiones que los ciudadanos percibían que les afectaban en realidad) se alimentaba el cinismo.

La espiral del cinismo se ha detectado en España en trabajos como los realizados por Rosa Berganza. Como apunta Márquez Guerrero, el problema es que “se siente que el discurso político ha perdido su condición de sinceridad y que se ha convertido solo en un producto para el consumo electoral”. Cuando se presentan relatos huecos, los ciudadanos se alejan, acaban por no ver la utilidad de la democracia y dejan de participar en la política. Y, como decía Hannah Arendt, el peligro es que ésta “desaparezca absolutamente”,

Sin embargo, el último estudio de Reuters hace ir más allá. Esta semana hemos conocido audios que sitúan a periodistas y a medios en el epicentro de las cloacas del Estado. Señala lúcidamente en una columna Arcadi Espada que algunos, a sus 56 años, han aprendido que “hacer que comparezcan verdad y mentira en pie de igualdad es una de las más deplorables -y tradicionales- prácticas del periodismo”.

No es, sin embargo, el único caso de prensa mesnadera.

Se han publicado portadas con una suerte de publirreportajes, a modo de “Salvar al soldado Ryan”, de formaciones que siguen siendo necesarias para que algunos (y algunas) puedan “controlar”. Aparecen periódicamente piezas al servicio de potenciar relatos interesados en medios que no merecen ni petición de rectificación, por no darles audiencias. Hay informaciones sobre cuestiones fundamentales para la toma de decisiones de los ciudadanos que se siguen silenciando...Podría continuar.

Muchos españoles perciben hoy que buena parte del discurso informativo ha perdido su condición de veracidad y se ha convertido en un producto al servicio y consumo del establishment. No lo digo yo, lo sugiere el informe Reuters.

El periodismo, que no los periodistas (que, como apunta Perez Latre, “son el paradigma de la sociedad del burn out”), tiene en España un problema: la espiral del cinismo le está succionando. Y, a la luz de datos y hechos, parece que el mayor peligro de la desafección no es hoy que la política desaparezca, sino que lo hagan los medios si ejercen de mercenarios.

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