Entre la música de una comisión fallera, Kasabian, Joan Monleón y Chimo Bayo no hay tanta distancia, en realidad
VALENCIA. Decía Nietzsche que, sin música, la vida sería un error. “Quizá no haya habido un filósofo más musical que yo”, reconocía. Lo que quizá no sea tan de dominio público es que, mientras escribía sobre la muerte de Dios o el eterno retorno del Superhombre, Nietzsche dedicaba también su atención a llenar partituras sin demasiado éxito, por lo visto. Todo esto hace que la primera revelación deba ser encarada con la verosimilitud del que está autorizado: efectivamente, la vida sin música sería un error. También las Fallas.
A pesar de que cuando llega la noche, la música no sólo no es Baraja, sino que más bien se acerca a Marcelinho Carioca o Sabin Ilie, su papel en las Fallas se antoja fundamental. La amalgama indescifrable de pachanga, reggaetón y orquestas de dudoso gusto durante la noche contrasta con el protagonismo de las bandas de música al salir el sol. No en vano, la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV) cuenta con más de 500 sociedades musicales registradas, lo que implica a su vez más de 40.000 músicos federados en dichas sociedades. El aparato ejecutor de pasodobles como ‘Amparito Roca’, ‘El Faller’, ‘Paquito El Chocolatero’, ‘València’ o ‘La Flor del Taronger’ está perfectamente engrasado para perpetuar la tradición popular en Fallas.
El papel vertebrador de las sociedades musicales en las fiestas populares es innegable en tanto en cuanto tres de cada diez sociedades cuentan con más de 100 años de existencia; otras, las menos, se acercan a los dos siglos de vida musical. Pasacalles, despertás, ofrendas, recogidas de premios… son todos elementos fundamentales de las Fallas en los que las bandas de música están presentes. De hecho, en el III Congreso General de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana de 2014, la Universitat de València concluyó que “apoyar a las sociedades musicales responde a imperativos estratégicos”; quizá por eso el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, argumentó a finales de 2015 la nueva línea de subvenciones para la contratación de bandas de música asegurando que “son un elemento muy importante de la candidatura de las Fallas a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco”.
Sin embargo, existe todo un universo de alternativas a la hora de configurar la playlist de las Fallas sin necesidad de echar mano de ‘Paquito El Chocolatero’ por un lado o ‘Una Vaina Loca’ por el otro. En el primero de los extremos, Els Pavesos son sin duda alguna la figura a rescatar. El grupo de Joan Monleón, que en 1976 llegó a estar prohibido por “posible alteración del orden público” tras proclamas contra la magistratura en una comida de una comisión fallera, tuvo una vida corta, pero muy rica en su objetivo de revisar el cancionero popular valenciano. En esta labor, claro, las Fallas ocupan un lugar privilegiado; de hecho, su último disco, en 1981, fue Borumballes Falleres, con hits recitados como ‘El Virgo de Visanteta’ o ‘Primavera Popular’, e himnos indiscutibles como ‘Els Focs Artificials’.
En el segundo de los extremos, el que representa con precisión un vídeo de Jean Claude Van Damme bailando durante 10 horas seguidas ‘Una Vaina Loca’, tiene también su alternativa más coherente con las Fallas. Si Lory Money le escribe una canción a las Fallas no hay razón para que esta no abra y cierre la playlist de cada carpa que corta una calle en Valencia. Esto pasó en 2014, y la canción era un delirio marca de la casa, con Leonardo DiCaprio, The Walking Dead, falleras y un eslogan bien claro: ¿quieres una horchata, maddafakka? Dos años después, el vídeo de ‘Valencia On Fallas’ cuenta con más de un millón de reproducciones.
Especialmente durante las Fallas, Chimo Bayo debe de sentirse una persona muy querida. El sonido de Valencia, la mákina o el EBM valenciano encuentra en las noches de marzo su caldo de cultivo perfecto para reverdecer viejos laureles. Sin embargo, mientras se sobreestimula al personal con ‘Exta Sí, Exta No’, ‘Así Me Gusta A Mí’ o ‘La Tía Enriqueta’, se suele olvidar que hace 6 años Joaquín Bayo produjo un homenaje a las Fallas ad hoc; ‘La Fiesta del Fuego’, una especie de himno industrial junto a Code Name, fue descalificada en 2010 del concurso que organizaba TVE para elegir la representante española en Eurovisión. En todo caso, es aconsejable no confundirla con la canción de título homónimo a cargo de los norteamericanos Black Stone Cherry.
El de Chimo Bayo no es el único caso de composición deliberadamente fallera. En las fronteras del underground (o, en su defecto, muy lejos del mainstream) parece mucho más sencillo escribir sobre las Fallas. Dos ejemplos incontestables con grupos legendarios de la ciudad lo demuestran. Por un lado, Gigatron y sus ‘Heavys en Fallas’, la fusión perfecta entre ‘Paquito El Chocolatero’ y ‘El Día de la Bestia’ de Álex de la Iglesia; por otro, los Rajoy Division y su ‘València en Falles’, una balada pop con mascletá, ofrenda, Camps y una conclusión: “som valencianots com l’Arrós La Fallera”.
Aunque seguramente en su caso el fervor popular no llega a tales cotas, algo debió de sentir en su corazón alemán el dj y productor Mathias Kaden para incluir un guiño fallero en su discografía: la mascletá. Nada que ver con lo que hicieron The Sheenas, cuyo punto de partida era otro. Su canción era un elemento diferencial para acompañar el lanzamiento de FallaZ, un cómic en el que una banda de rock trata de sobrevivir al holocausto zombi durante las Fallas; en su propia banda sonora, “el armagedón viste traje regional” y “peinetas sangrientas” siembran el mal en un paisaje que tampoco se antoja tan ficticio a según qué horas de la realidad.
Sin embargo, siempre existe la alternativa; aunque en la mayor parte de los casos se limite al territorio de la fantasía. Configurar una banda sonora que mejore esa pachanga amalgamada e informe que acompaña por defecto a las, especialmente por las noches, es tan agradecido como dar una rueda de prensa después de Rita Barberá o Alfonso Grau. Si lo que pretendemos es abrazar la utopía de unas Fallas con cierta coherencia narrativa y abandonar el espíritu del garrafón musical, siempre se puede tirar de una congerie de canciones que encajarían a la perfección con las bases falleras sin tener que temer por la urticaria o el sentimiento de culpabilidad.
El fuego, por ejemplo, podría traer hasta las carpas el ‘This Fire’ de Franz Ferdinand o el ‘Fire’ de los Kasabian que aún molaban; fuera de la carpa y ya en la calle, el clásico latinoamericano de la ‘Conga del Fuego Nuevo’ o la ofrenda flamígera de Ray Barretto con ‘Fuego y Pa’lante’ haría mucho más agradables las despertás. Antes de los castillos de la Nit del Foc siempre se puede escuchar Katy Perry, La Mala Rodríguez ‘Toma La Traca’ o Standstill (‘Observa los fuegos artificiales’) para imprimirle un poco más de profundidad a la cita. La Nit de la Cremá, por su parte, requiere de Talking Heads ‘Burning Down The House’ o Whitesnake ‘Burn’.